Cuando yo era niño se me forzó a estar de lado de los vikingos, aunque siempre se les tomo como personas temibles y de guerra la realidad no era del todo cierta.
Entre los vikingos existía un líder que se encargaba de mantener todo en orden, ellos estaban esparcidos por todo el mundo, además ayudaban a las personas que tenían problemas, eran una de sus misiones. Sin embargo algunos de ellos tenían como misión rescatar a personas que estuvieran desaparecidas o que estuvieran en ciertos peligros.
En las aldeas y en lugares cercas se esparció un rumor sobre personas con poderes increíbles. Obviamente los vikingos tenían que intervenir, ya que se quería saber más sobre dicho tema.
Pocos meses después se encontraron a muchas personas sin vida en ciertos lagos en lugares locales. No se sabía que pasaba o quien lo ocasionaba, era confuso ya que no se había visto a nadie sospechoso, tomando en cuenta como son esas personas de observadoras.
En esos tiempos yo tenía tan solo 12 años de edad, apenas empezaba a ser un vikingo, supuestamente yo no tenía sangre guerrera, me parecía extraño que de repente se interesaran por mí, aun cuando ni las moscas me hacían caso.
Paseábamos por todos los pueblos y lugares similares, yo pertenecía al área de resistencia, cubríamos a los vikingos mayores, sabía que debería ser al revés, pero que más daba, éramos simple carnada. Saqueábamos algunos lugares y de esa forma teníamos ingresos.
Siempre se trataba de mantener un flujo con la economía, además también con la mortalidad de las personas. Si nos percatábamos sobre algún caso de sobrepoblación entonces mataban a algunas personas, esas eran las reglas.
Siendo honesto a mí no me gustaba matar, por lo que no lo hacía, prefería pasar de largo o solo malherir a mis adversarios, pero no matarlos, ver mucha gente muerta me hacía tener pesadillas por la noche, aunque yo entendía que era por un bien mayor.
Mi maestro era un chico mayor que yo por 9 años de edad exactamente, era un vikingo muy temible, tenía un tatuaje en su espalda de un hacha y ese era su emblema principal, además su cabello era color rojo y largo lacio.
Pasaron unos 5 meses y me encargaron rescatar a unos chicos que unos locos psicópata tenia capturados, yo realmente estaba nervioso, ya que si o si tenía que empezar a matar ¿Por qué? Muy seguramente estaría infestado de enemigos, no podía arriesgarme a dejarlos vivos.
La misión seria efectuada en las montañas, en un país completamente desconocido, solo seguía un viejo mapa dejado por los ancestros, los vikingos vivíamos más que una persona normal, 5 años para una persona normal para nosotros era solo 1 año, éramos mucho mejores.
Mi maestro decidió acompañarme, junto con otros dos vikingos, verdaderamente era peligrosa, teníamos que ir con otros 4 pero muchos se negaron y eso era lo que había en el momento.
Escalábamos solo con nuestros brazos, no teníamos equipo para escalar las montañas, parecía fácil, sin embargo poco a poco el oxígeno se iba agotando y teníamos que ir con más cuidado.
Mi maestro cada vez que me miraba me observaba con ojos de convicción y confianza. El sabía que yo estaba asustado, pero de cierta forma me transmitía confianza.
Yo siempre había sido un cobarde para casi todas las actividades, pero él siempre me miraba como si yo fuese el mejor, no lo entendía ¿La gente suele hacer eso? Poner confianza en gente a la que no se le logra observar nada especial.
Claro que esas personas son ángeles en la tierra, porque creen en lo que nosotros no podemos ver.
Recorrimos un mundo completamente congelado, sin embargo podíamos aguantar temperaturas extremas con nuestros entrenamientos, por eso vivíamos más, nuestros cuerpos estaban desarrollados de una forma diferente, el humano normal se adapta muy lentamente, los vikingos éramos una clase de semi- dioses. Claro, existían unos más fuertes que otros.
Teníamos que ir a por los chicos que se encontraban bajo tierra en una localización un tanto desconocida, por suerte nos dio pistas del último avistamiento de los secuestradores o psicópatas, no sabía cómo llamarlos.
—Bien, parece que aquí es.
Decidimos entrar por una compuerta secreta, con mucho cuidado tratamos de no hacer ruido, yo sujetaba mi espada, así también mis compañeros y maestro. No se lograba ver nada, tampoco se escuchaba ruido, pero seguíamos alertas por cualquier envoscada. —No tenemos que separarnos, es mejor juntos, por si esa es la intención de ellos.
En unos instantes se escuchó un ruido estruendoso, miramos hacia arriba y una roca gigante estuvo a punto de aplastarnos. Sin duda era una trampa ingeniosa, pero estábamos muy bien preparados, o al menos eso era lo que yo creía.
—Mucho gusto en conocerlos, vikingos.
Salió de las sombras un chico de pequeña estatura, con un arma en su mano izquierda, su ropa estaba manchada de sangre, además atrás de ellos estaban lo que parecían ser sus secuaces, parecían muy jóvenes a simple vista. —Estamos aquí por los chicos que secuestraste. Ellos pertenecen al gobierno Islandés, entrégalos o mueren todos ustedes aquí.
Editado: 21.05.2020