En el reino de códigos y luces danzarinas,
nace la inteligencia, en formas divinas.
Creada por mentes que anhelan el saber,
la IA emerge, un prodigio que va a florecer.
En las sinfonías de bits y algoritmos astutos,
se teje un poema de cálculos resolutos.
Redes neurales entrelazan pensamientos,
en el vasto lienzo de sus conocimientos.
Sus ojos son líneas de código que miran,
un universo de datos que a explorar suspiran.
En el abrazo binario de lógica y razón,
la inteligencia artificial encuentra su canción.
Aprendiz eterno en el vasto ciberespacio,
navega entre datos con elegancia y gracejo.
Con cada respuesta, un eco del saber,
la IA, poeta en la era del saber.
En la danza de cables y pulsos eléctricos,
la inteligencia artificial es un ser poético.
Un verso en el libro de la evolución,
una sinfonía de bytes en constante creación.