El día comenzó con un calcetín desaparecido, una tostadora que lanzó migas como hechizos fallidos y una carrera contra una escoba con complejo de velocista. Pero Liam llegó puntual. Otra vez.
Kai lo esperaba en la entrada, tomando un té que flotaba en una taza con patas. Sin decir nada, le lanzó el delantal, que se abrochó solo con un gruñido de tela viva.
—¿Algún consejo para hoy? —preguntó Liam, ajustando el cuello del uniforme encantado.
Kai asintió con gravedad exagerada.
—Sí. No muerdas nada de lo que el cliente muerda.
Liam parpadeó, pero no preguntó. Ya había aprendido que en este lugar, las explicaciones llegaban tarde… o no llegaban.
Dentro del salón, los espejos cuchicheaban entre sí con frases como “Ese flequillo fue un crimen mágico”, una silla giraba lentamente como si estuviera juzgando a todos en silencio, y la escoba lo seguía como un cachorro obsesionado con la suciedad.
Entonces entró el cliente.
Era peludo. Bastante. Tenía gafas gigantes, una bufanda tejida con marcapáginas viejos, y un olor a biblioteca con humedad. Caminaba como si estuviera flotando entre estantes invisibles.
—¿Eres tú el nuevo? —preguntó con voz nasal, escaneando a Liam como si fuera el índice de un libro.
—Sí, señor. Liam. ¿Y usted es…?
—Un bibliobo —respondió con orgullo, inflando su pecho redondo—. Devoro libros falsos. Hoy vengo por un corte literario, elegante, pero sin parecer novela de vampiros adolescentes. Y... traigo mi almuerzo.
De su bolso sacó una pila de libros, todos con portadas dudosas:
—Esto es material tóxico —murmuró el bibliobo—. ¡Debo purificarlo!
Y comenzó a devorarlos. Literalmente. Abría la boca, metía el libro entero, y masticaba con expresión de sufrimiento.
—¡Este tiene errores de concordancia! ¡ARGH!
—¡Este otro… mezcla el horóscopo con física cuántica! ¡Puaaj!
Liam no sabía si ofrecerle agua o un diccionario.
Mientras tanto, intentó aplicar un hechizo que Kai le había enseñado para afilar tijeras:
“Afilatum brillantis elegantorum.”
Pero lo pronunció mal. Algo como:
“Aplásticum brillonto… ¡elegantón!”
Las tijeras comenzaron a zumbar como abejas furiosas y salieron volando por el salón. El bibliobo chilló, una silla se tumbó, y el espejo mayor se cubrió con una sábana flotante del susto.
—¡Por las notas al pie! —gritó el bibliobo— ¡Me atacan las metáforas filosas!
Kai apareció, como siempre, sin haberse anunciado. Lanzó un hechizo rápido para calmar las tijeras, pero el daño ya estaba hecho. El bibliobo estaba en pánico y murmuraba:
—¡Los hechizos para hacer flotar sopa no van en un libro de necromancia! ¡Esto es un desastre editorial!
Liam apretó los dientes. Sentía que era demasiado. Que todo le salía mal. Que nunca iba a encajar.
—¡BASTA! —gritó de repente.
Y sin pensar, sin medir, lanzó:
“Clarivellum pulcrium totálimus”
Una onda de energía verdosa estalló desde sus manos.
En cuestión de segundos, el salón quedó reluciente. Las tijeras se alinearon con precisión quirúrgica, el piso brillaba como pergamino recién pulido, los espejos aplaudieron (literalmente, con manitas mágicas), y el bibliobo… estaba peinado. Con raya al costado, brillo de gel encantado y hasta un aroma a tinta nueva.
Hubo un silencio reverente.
Kai parpadeó.
—No lo repitas —dijo—. Pero... te salió increíble. Te ganaste esto.
Sacó un pequeño pergamino enrollado y se lo entregó a Liam. Era su horario oficial, con letras doradas que se reacomodaban solas según el día.
—Tu turno empieza mañana a las diez. Y te ganaste esto también —agregó, lanzándole una libreta—. Hechizos intermedios. No los leas en el baño.
El bibliobo, elegantísimo, se ajustó las gafas y le tendió la mano a Liam.
—Tienes futuro, jovencito. Aunque tu acento mágico es una tragedia ortográfica.
Se marchó dejando atrás olor a pergamino y una pequeña libreta en blanco sobre la mesa.
Más tarde, ya en casa, Liam hojeó la libreta.
Nada. Páginas en blanco.
Hasta que en una de ellas, con tinta suave y lenta, apareció una frase escrita sola:
“Bienvenido de nuevo.”
Sin firma.
Solo un pequeño símbolo en la esquina: una espiral entrelazada con una tijera… que comenzó a brillar sutilmente.
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boylove, destinos entrelazados, criaturas magicas sobrenaturales
Editado: 20.05.2025