Kai respiraba hondo, aunque sus manos aún temblaban un poco. La marca de las lágrimas seguía fresca en su rostro, pero ya no corría nada más. Su mirada, aun con todo el dolor que cargaba, se había vuelto firme. Frente a él, Nerea y Eloy habían regresado, trayendo consigo el peso invisible de las almas que habían recolectado en sus batallas. Esa fuerza brillaba en ellos, un halo extraño, casi solemne, que parecía responderles.
—Ahora falta la tercera grieta —murmuró Nerea, mirando el horizonte oscuro.
Kai se adelantó un paso. Liam lo observaba con el corazón encogido, todavía recordando el beso que se habían dado, ese primer paso que había abierto algo nuevo entre los dos. Quiso detenerlo, aferrarse a él otra vez. Pero Kai lo miró de reojo y sonrió, cansado pero sincero.
—Voy a estar bien —dijo con calma, como si quisiera tranquilizarlo más a él que a sí mismo—. Confía en mí, Liam.
No había promesas vacías en esa voz. Solo determinación.
Liam apretó los puños, queriendo responder, pero finalmente asintió despacio.
Kai se giró hacia la grieta. La oscuridad que emanaba de ella era distinta a las otras: más densa, más viva, como si algo respirara desde dentro. Y lo hacía.
Porque no era solo un monstruo cualquiera. Era la misma Sombra que lo había perseguido desde el inicio. La misma que se había metido en sus sueños, en sus miedos más profundos. La misma que lo había hecho llorar sin que entendiera por qué.
Cuando dio el primer paso dentro, el aire se volvió gélido.
Un murmullo lo envolvió, un eco que no venía de afuera sino de su propia mente:
—¿Creíste que podías huir de mí?
Kai tragó saliva. El peso en su pecho era insoportable, pero no retrocedió.
—No esta vez —dijo en voz baja.
Y entonces, de la grieta, emergió. Una silueta oscura, informe, hecha de humo y de ojos brillantes que cambiaban de forma, buscando la más aterradora. Una carcajada reverberó en el espacio.
Liam, desde fuera, lo vio desaparecer en la negrura. El instinto le gritaba entrar tras él, pero sabía que no podía. Kai tenía que enfrentar a esa sombra solo.
—Kai... —susurró, como si sus palabras pudieran alcanzarlo.
Liam dio unos pasos atrás, intentando controlar la desesperación. Lysan apareció a su lado, su figura etérea más clara que nunca, como si supiera que ese era el momento en que más lo necesitaba.
—Si lo logra, será el alma más poderosa que obtengan —explicó con calma—. La grieta se cerrará... pero aún no es suficiente.
—¿Qué quieres decir? —Liam lo miró, con un nudo en la garganta.
—No basta con cerrar las grietas. Necesitan una nueva semilla, y alguien que pueda ser recipiente de ese poder. La magia antigua no se puede sostener en vacío... se necesita un cuerpo, un alma fuerte.
Liam apretó los dientes. El recuerdo de Kai abrazándolo, llorando, tan frágil, le atravesó el pecho. ¿Cómo podía pedírseles algo más?
—¿Y quién... quién podría soportar algo así? Apenas podemos mantenernos en pie...
Lysan guardó silencio. Esa pausa lo dijo todo: todavía no había respuesta clara.
Liam se llevó las manos al rostro, conteniendo el peso que caía sobre él. Todo estaba yendo demasiado rápido. No había tiempo de sanar, ni de entender. Solo batallas, decisiones y sacrificios.
—Necesito... necesito hablar con él —dijo al fin.
—¿Con quién? —preguntó Lysan, aunque ya conocía la respuesta.
—Con el Creador. Si existe una razón para todo esto, quiero escucharla de su propia voz.
Cerró los ojos. El mundo físico se desdibujó poco a poco, y cuando los abrió otra vez, estaba en un lugar distinto. Un espacio inmenso, blanco, sin horizonte ni suelo definido, como si flotara en la nada.
Allí estaba Él.
Una figura luminosa, sin rostro definido, pero imposible de confundir. Su presencia imponía reverencia, pero no miedo.
—Has venido a buscar respuestas, Liam —dijo la deidad, su voz resonando como un eco en su interior.
—No entiendo nada... —la voz de Liam temblaba—. Peleamos, lloramos, nos levantamos, y siempre hay algo más. ¿Qué sentido tiene? ¿Qué quieren de nosotros?
El Creador se acercó un paso.
—Los monstruos que enfrentan no nacieron del caos, sino de la traición. Fueron guardianes que cayeron en la oscuridad. Sus almas son necesarias para restaurar el equilibrio. Pero para renacer la semilla, se necesita un sacrificio mayor: un recipiente que pueda soportar no solo la fuerza, sino la pureza de la magia.
—¿Y si no existe tal persona? —preguntó Liam con angustia.
—Existe. Y pronto deberá decidir.
Un frío recorrió la espalda de Liam.
—¿Quién...?
Pero antes de que pudiera obtener respuesta, el Creador levantó una mano y la posó en su frente. Una luz cegadora lo atravesó, y sintió que sus pensamientos se fragmentaban. Todo a su alrededor se volvió borroso, como si el mundo entero se sumiera en agua.
—Tu camino aún no termina, Liam.
El joven intentó hablar, pero su cuerpo ya no respondió. En el mundo real, sus ojos se cerraron, y cayó de rodillas en trance profundo.
—¡Liam! —la voz de Nerea resonó, corriendo hacia él. Eloy también se acercó, intentando sostenerlo.
Pero Liam ya no estaba allí. Su conciencia viajaba en otro plano, atrapado entre preguntas y revelaciones.
Y mientras tanto, en el corazón de la grieta, Kai se encontraba cara a cara con su peor enemigo: la Sombra que nunca lo había dejado.
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boylove, destinos entrelazados, criaturas magicas sobrenaturales
Editado: 10.09.2025