Prólogo - Tadeo

Tadeo era el primogénito de los reyes de pueblos de ángeles y demonios. Su madre era un demonio y su padre era un ángel, y eso hacía obvio que era de ambas razas.

Tadeo era reconocido por ser el primero en compartir ellas, pero no sólo por eso, sino por su inteligencia, coraje de mil demonios, también por su belleza angelical y por su fuerza demoníaca.
Su tez pálida, cabellos negros y unos hermosos ojos verdes que hacían intimidar a todos aquéllos que los vieran. Sus rasgos provocaban que todas las jóvenes cayeran ante sus pies y que los hombres temieran de él con sólo verlo.

Siempre rechazaba todos los posibles compromisos porque decía que nadie era suficiente para él. Existían mujeres que podían tener alguna oportunidad con él, pero sólo eran para satisfacer sus deseos. No eran para algo serio.

Había un pecado capital el cual lo representaba, sólo Teresa podía disfrutar de él y otras mujeres que él deseara tener.

Era la persona con más ego de los mundos que existían, era odioso, ambicioso en todos los retos que se le atravesara y su padre, el rey, lo sabía y lo retó.