Tyra Lodbrok
Me quedo recargada sobre el viejo challenger de Shawn, frente a su casa mientras saco el humo del cigarro por mi boca. Su hogar es el típico de cuento de hadas, techo de doble agua, paredes exteriores de color amarillo, dos ventanas al frente, una a cada lado de la puerta, un pórtico acogedor con unas pequeñas sillas blancas de mimbre y un jardín bastante amplio con juguetes regados por todos lados. Es de esos lugares donde nada podría salir mal.
—¿Estás segura de que es buena idea?
Pregunta Björn, el hijo mayor de Ragnar, mi hermano; parece nervioso, se seca el sudor de sus manos contra su pantalón de mezclilla, cuando lo volteo a ver puedo notar el parecido con su padre, ojos enormes y azules, cabello rubio, tan dorado como el sol y una piel nívea, blanca y tal vez en algún momento fue tersa, ahora está llena de cicatrices y marcas de guerra.
—Dijiste que la querías conocer…
—Lo sé, pero… ahora tengo miedo, no sé cómo lo vayan a tomar, tampoco quisiera traerle problemas, sabes lo peligroso que es esto.
—Björn… admiro tu fuerza de voluntad, amas a tu hija sobre todas las cosas y pese a tu necesidad de estar con ella, piensas primero en su seguridad, los sacrificios que has hecho son inmensos, espero que algún día, cuando se entere, los valore y no te juzgue…
—Si es que un día se entera… tal vez lo mejor sea que nos vayamos— se dispone a dar media vuelta cuando lo tomo del brazo.
—No hemos llegado hasta aquí por nada, Shawn y Zenya son buenas personas, tienen un corazón noble… créeme… todo estará bien— su mirada aún tiene dudas, pero sé que en el fondo se muere por estrechar a su hija entre sus brazos —anda… ¿no quieres conocerla?—, le doy una palmada en el brazo para después emprender el camino hacia la puerta de madera blanca.
Björn sin volver a repelar me sigue de cerca, es un hombre muy alto, incluso más alto que Ragnar, no sé de donde lo heredó, me saca como dos cabezas de altura y es corpulento, no tiene ni un gramo de grasa, es todo músculo, Björn Ironside… el hijo más temido de Ragnar Lodbrok… nervioso y ansioso por conocer a su pequeña, ¿hay algo más enternecedor?
Toco un par de veces a la puerta y espero pacientemente hasta que Zenya se asoma y nos ve de pies a cabeza, parece intimidada por la presencia de Björn, aun así nos ofrece su mejor sonrisa y nos invita a pasar.
—Tyra… ¿qué te trae por aquí?
—Te presento a Björn Ragnarsson…— levanto una mano y la pongo sobre el pecho de mi sobrino, por la mirada de Zenya comprendo que sabe quién es; palidece y su rostro se vuelve una máscara trágica.
—¿Viene… por ella?—, juraría que sus ojos quieren comenzar a llorar.
—Sí… bueno… no exactamente yo…— Björn no sabe cómo expresarse, él solo sabe usar hachas y portar escudos, pero como orador es un asco.
—Solo quiere verla… solo quiere… conocerla— intervengo antes de que se hagan malas interpretaciones. Zenya suspira aliviada, pone la mano en su pecho y sonríe.
—Lo siento… es que… esa niña se ha vuelto mi adoración, la amo como si fuera mi propia hija, Shawn la quiere tanto, no podríamos alejarnos de ella después de tantos años de tenerla, me… romperían el corazón.
—Descuida… no vine a eso, yo solo… solo quiero verla, quiero… escucharla… yo…— siento tanta ternura por Björn y su paternidad frustrada.
—¡Claro!... después de todo, usted es el padre… tiene derecho a conocerla— le sonríe con ternura Zenya, lo toma de la mano y en silencio lo conduce por el pasillo central hacia las escaleras.
En la planta alta se encuentra la habitación de la niña, Zenya abre la puerta lentamente dejando al descubierto a la criatura que está brincando en su cama mientras ondea una espada de madera y una pistola de plástico. En cuanto se siente descubierta se deja caer y esconde su rostro en las almohadas.
—¿Simone?, ¿qué haces?—, se acerca Zenya y se sienta en la cama mientras acaricia la cabellera dorada de la pequeña.
—Juego— dice ahogando su voz contra la almohada.
—Hay visitas— cuando Zenya dice eso, la niña levanta el rostro hacia nosotros con atención, la primera a la que ve es a mí, vuelve a pegar un brinco, dejando atrás sus armas para acercarse a la orilla de la cama con emoción.
—¡Tyra!—, grita alegre y me inspira a acercarme para estrecharla con cariño.
—¿Cómo está mi princesa guerrera?—, le digo al oído mientras la abrazo con fuerza, sus pies cuelgan sin poder alcanzar el piso y sus brazos se ajustan alrededor de mi cuello.
—¡Volviste!—, me dice emocionada, no puedo evitar sentirme halagada por verla tan alegre de verme.
—Así es… y traje a un amigo— giro hacia Björn que ha estado viendo todo en silencio, fascinado.
Dejo a la niña en el piso y esta no le quita la mirada de encima, pareciera que muy en el fondo, por lo menos en su inconsciente, sabe quién es él. Sin miedo da paso tras paso, se ve tan pequeña y frágil frente a él, le llega apenas a la cintura. Björn se hinca y aun así, sigue siendo más grande que ella.
—Hola— le dice con temor, con voz baja, apuesto que su corazón va a mil por hora.
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Editado: 07.01.2022