A orillas del rio Danubio, un pequeño mercado ambulante se organiza tan solo un par de días a la semana. Gente de Budapest se congrega para comprar cuadros y pequeñas esculturas, además de baratijas como collares y aretes, pulseras de todo tipo de material; se vuelve un lugar pintoresco y agradable donde convivir con la familia y sentir la brisa húmeda del río; es el lugar perfecto para hace tratos y camuflarse con el entorno.
Camino entre los puestos, con mi gorra azul y mis lentes negros, aunque temo que tendré que quitármelos para no llamar mucho la atención ya que el cielo se está nublando, las nubes negras se posan sobre nuestras cabezas, no tarda en empezar a caer agua sobre nosotros y aun no soy capaz de encontrar a mi objetivo.
Un graznido me toma por sorpresa, un aleteo pesado, una mancha negra moviéndose por los cielos, con confianza y elegancia, posándose en el edificio más cercano. Por un breve instante el negro cuervo posa sus ojos sobre mí, es extraño, pareciera observarme en verdad. Frunzo el ceño y avanzo un par de pasos; se me olvida que hago aquí, hipnotizada por sus ojos negros y el relumbrar de sus plumas que liberan destellos azules pese a la escasa iluminación. ¿Qué haces aquí, pequeño?, como si hubiera sido capaz de escuchar mis pensamientos, ladea su cabeza hacia un lado sin dejar de prestarme atención para después volver a levantar el vuelo.
—¿Doherty?—, escucho que alguien exclama a mi lado, sorprendido y aparentemente gustoso.
Volteo lentamente y veo a un hombre maduro, con una gorra verde militar y una manzana en su mano, le da vueltas y la muerde con gusto sin quitarme esos ojos marrones de encima.
—¿Qué busca, agente?—, me pregunta con una sonrisa cínica mientras que el jugo de la manzana cae por la comisura de su boca en cada movimiento que hace para masticar.
—Baja la voz, no queremos que nadie aquí se entere de quien soy ¿no crees?—, sonrío de lado e intento mostrarme lo más agradable que puedo.
Soy la agente Sonia Doherty, pertenezco al departamento anti-narcóticos y vine por algo de información, este mercado ambulante se jacta de tener a los dealers más jugosos de la zona, pueden conseguir cualquier tipo de droga, la más actual, la más clásica, a precios accesibles y si eres nuevo te dan pruebas gratis, cuidan de su negocio con maestría, como si hubieran recibido un curso de marketing para antes de empezar a vender.
—¿Qué haces aquí?—, pregunta mi informante algo molesto.
Torstein, o así le dicen, no sé si es su nombre real o algún apodo que se inventó. Lo detuve hace años por posesión de drogas y armas, el juraba que no eran suyas, que solo era el mensajero, aseguró estar arrepentido de sus actos y aprovechando sus cinco minutos de arrepentimiento le propusimos un trato, información por libertad, él debía mantenernos al tanto de los movimientos grandes y jugosos; en un lugar como este no es difícil de que eso pase.
—Sabes a lo que vine, quiero información.
—No hay información— tuerce la boca con desagrado antes de volver a morder su manzana.
—¿Te olvidas del trato que tenemos?, sino coperas aun te aguarda tu lugar en la cárcel.
—Juegas sucio, princesa— intenta reír, pero el coraje de saber que está en mis manos termina torciendo sus labios en una mueca desagradable.
—No me digas princesa y habla.
—¿Qué quieres que te diga?
—Sabes quién es mi objetivo.
—Jajajajaja aspiras a grandeza cuando aún estás en pañales, no quiero ofenderte… pero Burak es un pez demasiado grande para ti, renacuajo— de nuevo esa sonrisa desagradable y molesta, de nuevo haciéndome sentir estúpida.
Reduzco la distancia entre los dos, lo tomo del cuello de su camiseta e intento poner mi mirada más retadora y amenazadora posible, él se mantiene en silencio, conservando la calma sin quitarme la mirada de encima.
—Sé que Burak está tramando algo, las aguas están quietas, pero ligeros movimientos me dicen que hay algo y si alguien podría ponerme en aviso, eres tú… si no quieres retomar tu juicio y terminar en una celda más oscura y jodida, más vale que me digas algo útil el día de hoy… ¿entiendes?, no vengo con mucha paciencia.
—Se nota— dice con el rostro molesto, odia que lo humille, que le demuestre que estoy por encima de él, que tengo poder sobre su vida. Ve en ambas direcciones como si temiera que alguien más nos viera o nos pudiera escuchar. —Efectivamente, Burak trama algo, pero no lo que tú piensas, no tiene nada que ver con sus negocios de lavado de dinero, drogas y muerte… no… esta vez es diferente… esta vez va por las grandes ligas— sonríe de lado y me guiña un ojo.
—¿Grandes ligas?
—Hay gente de la tuya implicada, coludida— parece que disfruta decirlo, echarme en cara que la escoria no solo es la gente que lo rodea si no también la que está cerca de mí —piensa cambiar de giro, entrar en las organizaciones y departamentos importantes, principalmente… en el área de economía, la policía…
—¿Qué?—, no puedo evitar mostrarme, no solo sorprendida, sino desconcertada.
—Así es cariño, no es novedad que Burak se lleve bien con miembros del parlamento, del departamento de justicia…
—¿Me estás diciendo que se volverá político?—, me cruzo de brazos y mi sonrisa no hace más que denotar escepticismo y burla.
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Editado: 07.01.2022