Sacudo la cabeza y trato de enfocarlo, a tiempo me doy cuenta cuando el banco cae hacia mí, me hago a un lado dejando que impacte contra la barra y le doy un codazo en la cara a Sitriuc, arrojándolo hacia un lado para después golpear su costado repetidas veces con mi puño, en ese momento me toma por el cabello arrojándome de nuevo contra la barra con tanta fuerza que termino resbalando por encima y cayendo entre las botellas.
—¡Vamos!, ¡eres una rusalka!, ¡pelea! —, me grita, alentándome a salir—. Deja de esconderte por primera vez en tu vida —sus palabras me hieren, tomo las botellas que quedan a la mano y me asomo por encima de la barra.
—Yo no me escondo, nunca lo hago —le arrojo la primera botella, haciendo que choque contra su pecho— y sí, soy una rusalka —arrojo la siguiente botella, no hace nada por quitarse, permitiendo que estas se rompan contra su pecho— soy una valquiria —arrojo una más— soy la hija de Björn Ironside —vuelvo a arrojar otra, su sonrisa se hace cada vez más grande— soy Simone Björnsson y no eres el primer monstruo que destruyo.
Saco de mi pantalón el revólver y apunto, la confianza vive en sus ojos antes de que jale el gatillo, no teme por el impacto. La bala choca contra su cuerpo y una chispa se enciende, detona y el alcohol que lo cubre lo envuelve en fuego, levanta sus brazos viendo las llamas en su carne crepitante. Brinco por encima de la barra y me acerco apuntándole.
—¿Crees que es suficiente? —, extiende los brazos mostrándome con orgullo las llamas que lo envuelven. Levanta su pierna y patea mi mano tirando mi revólver al piso. Cuando regreso la mirada, saca una daga de su pantalón y la encaja por debajo de mi esternón, el dolor me hace inclinarme hacia delante— no podemos continuar de esta forma —acaricia mi cabello, acomodándolo detrás de mis orejas mientras el fuego se adhiere a mi piel.
Con ambas manos en el mango de la daga, la saco de mi carne mientras que él me abraza, envolviéndonos en el mismo fuego, mi carne duele, arde, mi cabello se consume, siento como mis parpados y labios se retraen, se achicharran.
—Jamás podrás detenerme —me dice al oído.
—Eso crees tú —clavo su propia daga en su pecho, justo a la altura de su corazón.
La sorpresa lo hace retroceder, alejando su cuerpo del mío; acorto de nuevo la distancia y tomo el puñal con una mano girándolo, haciendo que sus costillas se abran y su corazón gire dentro de su pecho. Sus ojos me ven con sorpresa y horror, retrocede hasta chocar con la pared y empieza a deslizarse hacia el piso mientras las llamas parecieran querer entrar en su tórax.
—Esto se acabó —mi cuerpo pierde el calor, el fuego se consume y mi carne comienza a regenerarse lentamente, el cabello brota dejando caer los últimos mechones chamuscados.
Meto mi mano por ese pequeño espacio entre sus costillas al mismo tiempo que saco la daga, siento su corazón palpitando, como tener a un pajarillo atrapado entre mis dedos, y con la fuerza suficiente lo arranco de su pecho, retrocediendo lo suficiente para que sus venas y arterias se desgarren y permitan sacar el órgano. Ante sus ojos sorprendidos me planto frente a él, en una mano sostengo su corazón, en la otra su daga.
—Has causado demasiado daño, demasiado dolor —volteo hacia la mesa que sostiene a Dusha y un rayo me parte por la mitad: no respira, sus ojos permanecen abiertos viendo al vacío y Annika la sostiene con tristeza, su mirada me lo dice todo, ha muerto— me has causado demasiadas perdidas —retrocedo mientras se arrastra por el piso, intentando sujetarse de mis tobillos—. ¡Quiero a Dusha de regreso! —, le grito como si pudiera cumplir mi petición, pero solo encuentro desesperación en su rostro.
—No es imposible— una voz nueva llega a mis oídos, la serenidad se apodera de mi mente, volteo hasta encontrarme con Skuld, se mantiene en la barra viéndome con las manos en su regazo.
—¿Skuld? —, ¿ella fue quien habló?, jamás había escuchado su voz, creo que es la primera vez que habla.
—Esto es lo que tiene que pasar —me ofrece sus manos. Mi mirada se posa de nuevo en el corazón de Siggtrygg, latiendo suavemente, cansado.
—Una vida por otra —este es mi tercer regalo de parte de las nornas. Le entrego el corazón a Skuld.
—¡Nooo! —, grita Sitriuc vomitando sangre sobre mis zapatos. De un tirón me quito sus manos de mis tobillos— no es suficiente para detenerme —hace su mejor esfuerzo para levantarse, pero de pronto una mano se extiende hacia él, se trata de Verdandi, parece detenerlo con su simple voluntad, ¿es posible?, sus ojos relumbran así como la banda tatuada en su rostro.
—Esto es lo que tiene que pasar —repite Verdandi sin quitarle la mirada de encima a Sitriuc.
Giro hacia Dusha, Urd ya está con ella haciendo a un lado a Annilka, quitando del pecho de mi abuela ese abanico tan poderoso y letal mientras que Skuld se acerca y de sus manos, donde pende el corazón de Sitriuc, una luz cegadora nace, parece cálida. Coloca sus manos encima de la herida y las abre solo un poco, es como si su seidr hubiera convertido el corazón de Sitriuc en luz líquida que resbala entrando poco a poco en el tórax de Dusha.
Me acerco más para poder ver lo que ocurre, la luz entra y la piel comienza a recuperar color, el brillo de sus ojos regresa, volteo hacia Sitriuc y por el contrario, este se apaga, su piel adquiere un color gris, levanta su mirada, desconcertado, no comprende lo que ocurre, extiende su mano hacia mí, suplicante por que haga algo, pero solo veo cómo se consume, su piel se agrieta y comienza a caer a pedazos volviéndose polvo.
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Editado: 07.01.2022