—“¿Qué dices Cárter?, ¿a quién deseas contigo?” —levanto la mirada hacia Skank, no puedo percibir si esta divertido con esto, levanta sus manos hacia la luz de la luna, admirado por su fuerza y monstruosidad. Cuando regresa su atención hacia mí me siento reducida, intimidada por la inmensa mole que es, de pronto la duda me asalta, ¿en verdad podré contra él?—, “¿qué escondes entre tus manos?” —, da un par de pasos hacia mí y me abrazo con más fuerza, como si quisiera esconder mi vientre— “¿será posible?, ¿cargas algo en tu vientre, agente?, ¿estás embarazada? jajajajajaja”
De nuevo levanta su zarpa hacia mí, dispuesto a darme el siguiente golpe, me quedo congelada viendo sus garras brillando con la luz de la luna y cuando estas bajan hacia mí se detienen, algo chasquea en el aire y sujeta su mano en lo alto, es Ivar que con su látigo sale de la casa.
—¡Levántate!, ¡pelea! —, me grita, parece molesto al verme reducida ante el monstruo.
Busco mi hacha, bajo de nuevo la mirada hacia mi vientre y me doy cuenta que he dejado de sangrar, el dolor ha desaparecido, la sangre que aún está en mi mano se evapora liberando luces como luciérnagas hacia el cielo. Veo a lo lejos, detrás de la bestia a Skuld, levanta su dedo índice dándome a entender que la primera protección se ha evaporado, me da calma saber que sigue vivo dentro de mí, pero entiendo que no puedo volver a fallar.
—Terminemos con esto —tomo el hacha del piso y giro sobre mis rodillas, paso mi hacha por una de las rodillas del monstruo y corto los ligamentos haciendo que la doble y toque el piso. Un grito gutural sale de su hocico y en ese momento aparece Björn con otro látigo, toma la otra mano de Skank y la mantiene la mantiene lejos de mí.
—Querías un águila de sangre… entonces hazla, demuéstrame que tienes las agallas para castigar a tus enemigos —me dice ivar con una sonrisa.
Björn y él se colocan a cada lado de Skank manteniéndolo con las manos estiradas mientras el resto de mi gente sale de la casa. Paso por enfrente de mi víctima, veo sus ojos rojos, no parece querer detenerse, lanza otra cornada hacia mí, pero las garras de Aiden lo retienen, empuja su cabeza hacia atrás, desviándolo y entiendo que no tengo tiempo que perder. Camino detrás de Skank y giro mi hacha en la mano cortando el aire.
—Corta a cada lado de su columna, separa la carne hasta que veas sus costillas —Ivar me da indicaciones, no soy capaz de voltear a verlo, solo busco la mirada de Björn, no sé qué espero, ¿qué venga y lo haga él?, no… esto lo tengo que hacer yo, quiero que Burak vea lo que le pasó a su hermano, quiero que vea lo que soy capaz de hacer.
Me planto con ambos pies firmes sobre la tierra, Aiden toma la cabeza de Skank para evitar que se mueva, sus ojos se clavan en mí, me quieren dar confianza, no está aterrado por lo que quiero hacer. Levanto mi hacha sin perder tiempo, la luz de la luna choca contra el filo, alumbrándolo; bajo con fuerza, mi mano, la hoja se clava en su carne haciendo que se retuerza de dolor.
—No grites Skank, si lo haces nunca entrarás al Valhalla —le digo con un placer culpable de hacerlo sufrir.
Vuelvo a levantar mi hoja tantas veces son necesarias hasta hacer los dos cortes en su espalda, entre gruñidos de mi víctima, forcejeos y sangre. Cuando veo las costillas, paso mis dedos por encima de ellas, apreciando la blancura de sus huesos cubiertos de sangre.
—¡Córtalas todas! —, dice Ivar asomándose lo suficiente para ver que lo haga bien.
Las hachas no pierden su filo, cortan como si no fuera hueso, algunas astillas salen volando, la sangre salpica mi rostro y de nuevo el cuerpo de Skank se retuerce, incluso Ubbe y Sigurd se acercan para hacer presión sobre los hombros del wendigo y mantenerlo hincado. Cuando por fin logro separar las costillas vuelvo a escuchar a Ivar.
—Mete tus manos, ábrelas, exponlas como alas…
Dejo caer el hacha y veo mis pequeñas manos, ¿tendré la fuerza suficiente?, me tiemblan un poco, meto mis dedos por las hendiduras y siento el calor de su vida corriendo, evaporándose. Hago fuerza, mis brazos tiemblan, el crujir de las costillas me dicen que lo estoy logrando, aprieto los dientes y por un momento me olvido la crueldad que estoy haciendo.
—“¡Ahhhhgh!, ¡noooo!... ¡nooo!” —, escucho los gritos de Skank en mi cabeza, pero no me detengo, apoyo mi pie sobre su espalda para poder tener mejor apoyo y fuerza, con un último crujido las costillas ceden hasta exponerse a los lados como dos alas, veo su tórax por dentro.
Algo cambia, de pronto el cuerpo de Skank se reduce mientras una bruma negra sale de sus poros dejando frente a mí al hombre y no a la bestia. De nuevo veo mis manos llenas de sangre y me siento horrorizada, no es lo mismo torturar a un monstruo que a un humano.
—Detente… tu ganas —dice con un hilo de voz, colgando su cabeza hacia enfrente.
—¡No!, ¡debes de terminar! —, grita Ivar lleno de furia— saca sus pulmones… ponlos sobre sus hombros, ¡hazlo!, ¡termina lo que empezaste!
Me quedo congelada, mi piel se eriza, paso la mirada por los ojos de cada uno de mis observadores, la mayoría no parecen incómodos con lo que ven, supongo que incluso están nostálgicos, recordando viejos tiempos. Al final veo a Aiden, también como humano, viéndome con atención.
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Editado: 07.01.2022