Take Me: Tómame

Capítulo 55

No sé cuántos metros me adentro sin que mis pies toquen el piso hasta que mi cuerpo choca contra el primer árbol. Caigo tragando nieve, sacudo mi cabeza y me pongo de pie con dificultad, tengo la vista nublada, todo da vueltas. Ante mí una figura imponente y oscura se acerca, sus ojos rojos parecen un par de flamas. Sé quién es.

—Aiden… —levanto las manos intentando detener su avance.

“¡¿Dónde está ella?!” —su voz retumba dentro de mi cabeza, causando eco.

—De eso quería hablar contigo… —le ofrezco una gran sonrisa, pero no creo que sea suficiente.

“Limítate a responder mis preguntas” —de nuevo su hostilidad.

—Bien… escucho —me sacudo el resto de la nieve de mis hombros.

“¿Dónde está?”

—En el antiguo teatro de Dusha.

“¿¡Qué!?, ¿por qué está ahí?”

—Porque ahí la llevaron —tuerzo los ojos como si su pregunta fuera estúpida y me arrepiento al recordar que mi cabeza está en riesgo.

“¿Quién?”

—Sigyn y Burak —la voz se me quiebra a la mitad. Puedo identificar la sorpresa y el odio en sus ojos.

“¡¿Qué?!, ¡¿por qué la tienen ellos?!” —, escucho su rugido con fuerza, descarga sus manos en el primer tronco que ve y prácticamente parte el árbol a la mitad y lo avienta muy cerca de mí, me agacho y busco protegerme con mis brazos, como si en caso de que chocara conmigo pudiera evitar daños graves, pero solo es una ilusión, de haberme querido pegar con eso, ya estaría muerto.

—Ella decidió buscar a Tin-Tin, encargarse del último hombre de Burak, entró al club nocturno donde sabía que estaría, pero fue una trampa, ahora la tienen Burak y Sigyn y están esperándonos, así que tienes dos opciones, seguir arrancando árboles o seguirme hacia la casa comunal, reunirnos con el resto de los inmortales e ir por tu mujer a ese maldito teatro, es hora de que esto termine —no sé de donde saqué la fuerza para hablar de esa forma frente al monstruo.

Un humo denso se apodera del cuerpo de Aiden, con forme se disipa de nuevo veo al hombre, parado frente a mí, con los hombros caídos y la desesperación en su mirada, no comprendo cómo se debe de sentir. Da media vuelta y quiero entender que es la señal para irnos de aquí.

 

Simone Björnsson

La cabeza me zumba, aun no abro los ojos y tallo mi rostro con ambas manos. No hay mucha luz, solo la que un foco puede brindar. Me apoyo sobre el colchón para levantarme. La habitación está en penumbra, pero alcanzo a notar que es muy elegante, las sábanas son de seda, hay un tocador de madera con detalles en oro, una pequeña mesa para el té rodeada de sillones con cojines de terciopelo rojo.

—Supongo que al haber vivido aquí tanto tiempo, sabes a quién perteneció esta habitación —de nuevo la voz de Sigyn llega a mis oídos. La busco hasta encontrarla junto a la puerta.

—Era ocupada por el líder de la bratvá cuando tenía que estar escondido aquí­ —le respondo, agito mi cabeza un poco y llego hasta el borde de la cama, apoyando mis pies en el piso.

—Tienen un gusto exquisito —camina acariciando las molduras y los detalles sobre las paredes— ¿cómo te sientes?

—Mal —contesto sin titubear— ¿qué quieres de mí, Sigyn?

—Lo primero que quiero es que dejes de llamarme Sigyn y comiences a llamarme “mamá”.

—No estuviste presente en toda mi vida y ¿planeas que te llamé así solo porque me has secuestrado? —, aprieto mi cabeza entre mis manos.

—No pude estar ahí para ti porque tu padre no lo permitió… ¿no lo entiendes?, él te alejó de mí y ahora te ha metido ideas en mi contra, no es justo.

—¿No es justo? —, me levanto tan rápido que me mareo y de nuevo regreso a la cama— ¡mataste a Zenya!, ¡ella me crío todo el tiempo que tú no estuviste!

—Ella solo fue una cómplice más… y no me arrepiento de lo que le hice —sus ojos están llenos de rabia, comienza a llegar a ese punto donde puede estallar en furia contra mí. ¿Tentaré mi destino? Se sienta a mi lado y acaricia mi cabello, acomodándolo detrás de mi oreja con ternura.

—Eres tan parecida a tu padre, tienes sus ojos, su cabello… eres una niña muy hermosa, una princesa —me mantengo en silencio mientras su mano acaricia mi mejilla— tu destino tenía que ser muy diferente…

—Sí, terminar en las fauces de Grendel, lo sé.

—¡Qué no!, ¡no sabía lo que hacía!, ¡tenía miedo de perder a mi hijo!, no sabes lo difícil que es como madre ver que tu hijo se transforma en un monstruo devorador de carne.

—A eso lo orillaste, tú fuiste quién lo propició, ¿por qué tendría que darte horror?

—¡No tenía otra opción!, era eso o perderlo para siempre —su voz se desgarra, desesperada, se levanta de la cama y comienza a caminar en círculos— no quería perder lo único que me quedaba, mi pequeño —cubre su boca ahogando un quejido—. Nunca lo entenderás.

—No, tal vez no… así como no entiendo por qué sigo viva —de nuevo me levanto, me apoyo en el respaldo del sillón para mantener la estabilidad.

—Porque eres mi hija y esta vez haré las cosas bien —responde de nuevo fría y altiva—. Esto no será fácil para ninguna de las dos, pero al final será lo mejor.




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