Jeremiah
—¿Puede repetirme su nombre, doctor? —mi único propósito es cerciorarme de que estoy en el lugar indicado, con el hombre correcto.
—Claro que sí, señor Janssen, es Julian Rogers —contesta observándome con incredulidad—. ¿Es usted, cierto? —cuestiona y asiento satisfecho de que me conozca, más estoy seguro de que no es porque Irene haya decidido hablarle sobre mi— Uno de los fundadores de Janssen Security and Technology Company, es una maldita leyenda —Me extiende su mano y no dudo en aceptar su gesto.
Detallo su altura y su porte, desde mi posición en la camilla, podría decir que son idénticos a los míos. Por lo que me dijo Gianna, es una gran persona y no cabe duda que agradezco que se haya tenido el valor de encargarse de Irene y Jr. mientras me encontraba ausente; sin embargo, eso no evita que no lo quiera cerca.
—Estuve en la más reciente conferencia de tecnología que ofreció su hermano, Jay, fue fantástica, todo un placer de conocer todo lo que implementaran en el estudio de las prótesis sensoriales —parlotea y simplemente lo analizo, necesito alejarlo—. Este diseño es similar al de una de las becadas de hace siete años —indica aquello de lo que ya me encontraba enterado.
Cuando lo supe, me asombré, dado que en el momento en que decidí regresar a la empresa y conoció a Jay, se pusieron en mi contra: planeaban que me deshiciera de mi prótesis vieja.
—La doctora Eaton —pronuncia el apellido de la única mujer que consiguió que me reuniera con mi familia, luego de un buen tiempo lejos—, para ella es la nueva tecnología —Me recuerda y aunque duela, tomé la mejor decisión—. Debería conocer…
—Julian —La puerta se abre sin previo aviso y la voz de la mujer a la que aún amo, llega a mis oídos—, creo que podremos ir a almor… —Se detiene en el instante en que sus ojos se posan en los míos.
—Irene, te presento al señor Janssen —sonrío y la mueca en su rostro, la furia en su mirada, es idéntica a la del día en que terminó con su rostro entre mis piernas, mismo en que nos conocimos y la guerra de la que lamentablemente salí victorioso, inició.
—¿Qué haces aquí? —camina de inmediato hasta donde nos encontramos.
—¿Se conocen? —Se nota la confusión en él a causa de la actitud tan agresiva que la pelinegra ha adoptado.
—Llama a seguridad para que saquen a este idiota de aquí—indica y su amigo continúa sin poder comprender el enojo de Irene—. Creí que lo habías entendido, pero aparecerte en mi trabajo, Jeremiah, es algo a lo cual no tienes derecho —Le permito hablar, luego, cuando estemos a solas, llegará mi turno.
—¿Qué sucede, Irene? —La observa a ella y luego regresa su mirada a mi.
—Es el padre de Junior. —revela y permanezco en silencio.
—¿Junior. es hijo de quien financia nuestras investigaciones? —pregunta y la confusión se apodera de Irene.
—Dime que es mentira —No puede concebir lo que escucha, solo me quedo allí viendo como aquella llama reaparece en su mirada. No sé si tengo tendencias masoquistas, pero la extrañaba—. Nos dejas solos —Le pide a su “novio” o lo que sea que se considere.
—Irene —se opone a su decisión.
—Luego te explico, necesito aclarar un par de asuntos con este señor —se cruza de brazos, me observa como el enemigo, cuando lo único que pretendo es que recuperemos lo que perdimos, aquello que me atreví a negarle a Jr.
—De acuerdo —no dice más e intenta marcharse, sin embargo, Irene lo detiene y sin importarle que me encuentre presente, se atreve a besarlo. No consigo evitar que mi rostro se deforme al presenciar esta situación, puesto que el único que tiene permitido besarla, soy yo.
—Estoy bien —sonríe antes de permitirle marcharse.
Lo observo salir y a ella darse vuelta, permitiéndome contemplar como en una nueva oportunidad sus ojos se llenan de furia, de odio, no obstante por más fuertes que puedan ser esos sentimientos, logro percibir que aún me ama.
—¿Qué hiciste? —cuestiona de brazos cruzados.
—Nada —contesto deseando no solo abrazarla, sino besarle y demostrarle al tal Julian que lo que siente por mí es mucho más fuerte que lo que sucede en estos momentos entre ellos.
—¿Crees que soy estúpida, Jeremiah? ¿Desde hace cuánto sabías sobre esto? —busca una explicación, sé muy bien lo que piensa, pero nunca interferí en la decisión de quienes ganaron las becas.
—Desde el principio, no te aceptaría en mi casa sin saber quién eras, menos lo que pretendías —confieso, aunque no la acepté, Gianna prácticamente no me dejó escapatoria—. Por otro lado, cuando regresé a la empresa, Fabianna me enseñó el proyecto con el que decidiste postularte; sin embargo, puedes preguntarle a tu “novio” y coincidirá con mi versión, puesto que ellos se encargaron de seleccionarlos luego de evaluarlos —No evito demostrar la amargura que me provoca el saber y presenciar que otros labios distintos a los míos, la besan, se funden con los suyos.
—¿Qué más? —Su mirada se frunce aún más.
—No hay más, Irene, eso fue lo que sucedió
—Jeremiah, júrame que lo que tuvimos no influyó, que no estuviste involucrado y que por ti me dieron la beca —insiste, no puedo culparla, ya que esto la hace dudar de sus capacidades—. Dímelo —ruega y tomo las muletas, las uso para acercarme con rapidez en el instante que intenta huir por culpa de nuestra proximidad.
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Editado: 01.04.2024