Tan Lejos Ni Tan Cerca

Capítulo 5

SOPHIE

Estuve hablando un rato con Austin, y me ha agradado siendo sincera. Aunque sus preguntas son un tanto extrañas. Coloco mi respirador de oxígeno entre mis fosas nasales, y abro las persianas. Ya es de día, aproximado a las 7:45 de la mañana. Ya casi es la hora del desayuno, bueno, no tan casi, pero esta cerca. Voy a visitar a Mike a su habitación. Quiero disculparme por cómo reaccioné ayer, pero el sabe que soy muy estérica, más si se trata de su bienestar.

 

Hago mi rutina de estiramiento; estiro mi pie derecho, direccionándolo hacia delante. Estirando la parte baja de las rodillas. Alzo mi mano hasta arriba, doblando mis dedos hacia atrás, pero no tanto. Y algunos que otros, y termino.

 

Estoy tratando de hacer calentamiento todos los días para que mi cuerpo pueda moverse con más facilidad. Parece que resulta muy bien. Me siento más activa, y menos pesada. Tomo un largo suspiro antes de salir de mi habitación. Espera… Hay unos medicamentos mal colocados. Vuelvo a entrar y acomodo todo en su orden correspondiente. ¿Por qué soy tan exagerada con que todo este perfecto? Bueno, no importa.

 

Agarro la máquina de oxígeno, y la saco conmigo, abriendo la puerta. Ando un abrigo negro de lana, y unos jeans un poco ajustados. Hoy me dejé el pelo suelto, y me he dado cuenta que esta creciendo. ¿Entienden? Creciendo, ya por fin mi cabello se está regenerando. Después de tanto medicamento, que hizo que perdiera cuero cabelludo, esta volviendo de nuevo. Saben, yo pensé que me quedaría así, con el pelo llegando a mi cuello, pero creo que me equivoqué. Ya esta aproximado casi por mis hombros. Le falta poco.

 

Sonrío un poco al darme cuenta que ya me ha crecido el cabello, así que me lo decido dejar suelto para ver si Mike nota la diferencia. Abro la puerta, y salgo con la máquina de oxígeno hacia afuera. Camino en los pasillos, dando pasos que hacen eco por el hospital. Se pueden escuchar algunas risas, de médicos contando sus anécdotas o crisis existenciales a sus pacientes, por el cual, algunas seguro son muy chistosas.

 

Puedo ver a Mike, esperándome al lado de la cafetería del hospital. Esta recostado a una pared, observando las flores que hay en todo el centro del hospital. Por fin capto toda su atención, y su mirada va dirigida a mi cabello. Da una sonrisa, alzando una de sus comisuras al verme. Me acerco a Mike, viendo que ya ha notado el cambio.

 

Él se despega de la pared, y agarra un mechón de mi cabello, observándolo.

 

—Sí que te ha crecido —dice Mike, asombrado.

 

—Me he dado cuenta. —Agarro un mechón, tocándolo ligeramente.

 

—Esta aún más bonito tu cabello, Sophie —dice Mike, sonriendo.

 

—¡Gracias, Mike! —Le doy un abrazo.

 

—Por nada.

 

—Por cierto. Quiero disculparme por lo de ayer. No reaccioné bien. Sé que debería de haberte por lo menos dicho que no cierres la puerta porque siento ésa sensación de que algo te pasó. Sólo, no lo vuelvas a hacer, ¿sí?

 

—No te preocupes. Entiendo que eres un poco “sobre protectora” —dice entre comillas—. Pero haces lo correcto con ayudarnos. —Después me sonríe, dándome mucha alegría y paz.

 

—Sólo dime, si me vuelvo pesada, abandóname.

 

—A no, eso no pasará.

 

Cruzo mis brazos, observándolo. Y Mike habla.

 

—Bueno, bueno, ¿y ahora dónde quieres ir? —me pregunta, Mike.

 

—Dónde tú quieras.

 

—No sé dónde —dice, tratando de pensar.

 

—Pues yo tampoco sé, así que piensa —demando, esperando una respuesta coherente de parte de Mike.

 

Mike se agarra el mentón, poniendo una cara de decidido, pero a la vez no. Yo me mantengo en silencio, observando sus expresiones extrañas, hasta que su cara se llena de luz, sabiendo ya a dónde ir.

 

—Ya sé. Deberíamos de ir a… No, no sé. —Mike cae rendido.

 

Yo rio a carcajadas por el intento fallido de Mike. Él se enoja por no poder pensar.

 

—Quizás podríamos ir a caminar —dije.

 

—¡No! ¡Definitivamente no! No quiero volverme a quemar mis pobres piernas. ¡Casi me desmayo! —exclama, Mike.

 

Rio—Vale, vale. Entonces vayamos a por un poco de helado. Se me acaba de antojar uno —digo, riendo.

 

—¡Buena idea! Vamos. —Mike prepara su respirador para ponérselo también.

 

Por si no saben, los que padecen de bronquitis, tienen que andar con unos tubos de oxígeno como los míos. Ellos también necesitan aire artificial, por razones de que ellos producen mocos en los pulmones, y necesitan un tipo de afrovest para eliminar cada moco que se acumula en sus órganos intestinales, en especial en los pulmones.

 

Quizás hable de ella algún día en mi canal. Dedicado a la mayoría de los que contraen la enfermedad. Les deseo lo mejor a todas esas personitas que sufren una enfermedad muy compleja. Espero logren salir adelante, y no rendirse.

Mike después de colocarse su afrovest, salimos del hospital a por un helado del exterior. Acomodo un poco mi respirador artificial, y salgo con mi mochila colgante, cubriendo el tanque de oxígeno que hay dentro. Mike observa a ver si podemos encontrar un taxi, pero no vemos señales de uno.

 

Esperamos un momento, y un taxi se aproxima. Mike le da señas al taxista, y él maneja hacia nosotros. Un auto rojo, con una amarilla cosa de plástico, por arriba de él. Mike me agarra de la mano, adentrándome al vehículo. Mike le da indicaciones al helado Jr’s Ice Cream; una heladería que Mike y yo amamos ir.

 

El hombre asiente, y acelera el auto. Nos movemos por el constante movimiento que, provoca el carro. Las calles son un poco escambrosas. Tienen unos defectos como: huecos, algunas partes están rotas. Necesitaría un arreglo inmediatamente. Apoyo mi mano en el parabrisas y observo cada cosa por la ventana; autos estacionados, niños jugando afuera de sus casas. Una pareja formal.




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