A lo largo de seis siglos, han mantenido su lealtad al pacto establecido. Sin embargo, la dictadura impuesta por el hechicero Baroh en Spacros sigue vigente, siendo reconocida por todos los habitantes de estas tierras. A medida que la lucha contra el tiránico rey se acerca a su punto culminante con una rebelión inminente.
Todo cambia cuando el Oráculo de Nielas predice la llegada cercana de un elegido, destinado a poner fin al reinado de Baroh. La vidente asegura que este evento está por cumplirse, pero su suerte da un giro inesperado al descubrir una página perdida del legendario pergamino, otorgándole una ventaja crucial.
En la oscura sala de Baroh, el malvado líder examina la página del pergamino con la mirada fija, murmurando palabras que llevan consigo el peso de la profecía: "La revelación mágica podría cambiar mi destino". La promesa de criaturas poderosas a su disposición enciende su ambición, confiado en que ningún elegido podrá interponerse en su camino.
Pocos días después, recibe un mensaje desde Völcran, y sus pensamientos se ven perturbados ante la posibilidad de que este nuevo desarrollo esté vinculado con las sombras de la profecía del Oráculo.
Con firmeza, proclama: "La marca en la hija del hechicero Draghal es la señal que esperábamos. ¡Preparad mis fuerzas, nos dirigimos a Völcran para asegurarnos de que esta profecía no se cumpla!"
Motivados por la orden, los consejeros responden rápidamente para seguir el plan del hechicero. Mientras tanto, Baroh convoca bestias carnívoras que obedecen sus órdenes.
Las bestias carnívoras, desatando su furia, derriban la barrera mágica que protege la frontera de Völcran, sembrando caos y destrucción en su camino.
En los informes de los puestos de protección en Völcran, las noticias sobre la amenaza se escuchaban con gravedad. Advertían que las hordas de abominaciones avanzaban sin piedad hacia el palacio, amenazando con destrucción. Las criaturas se multiplicaban, obligando a los sobrevivientes a huir: algunos en busca de refugio en los bosques, otros hacia las montañas en busca de seguridad.
En una región cercana se alzaba la imponente residencia de Draghal, una fortificación en un promontorio rocoso. Considerada inexpugnable por la magia del hechicero que protegía su acceso, la vasta mesa en su interior servía como centro estratégico. Hoy, generales y Draghal coordinan su estrategia frente a la amenaza de un monstruoso ejército.
Al amanecer, una visión desoladora se cierne sobre la fortaleza de Draghal. El valiente rey hechicero y sus generales observan el avance decidido del ejército enemigo. La abrumadora cantidad de soldados y monstruos inquieta incluso a los más valientes, desafiando la supuesta inexpugnabilidad del promontorio.
En la fortaleza, arqueros con flechas afiladas se preparan para el enfrentamiento, reflejando tensión en sus rostros. Cada flecha debe ser certera y letal. Mientras tanto, guerreros armados con escudos y espadas se mantienen alerta en lo alto, confiando en su valentía y habilidad para enfrentar lo imposible. En este momento crítico, no hay espacio para dudas ni para considerar las consecuencias.
Las órdenes eran simples y precisas: resistir y luchar hasta el último aliento. Ha llegado el momento del contraataque. Los arqueros disparan sus flechas con destreza y rapidez, hiriendo a muchos de los miles de engendros en su camino hacia la fortaleza. A pesar de parecer frágil, la fortaleza no se romperá fácilmente.
─ ¡Arqueros, mantengan sus posiciones! Cada flecha cuenta, no dejen escapar a ningún engendro ─grita el rey.
─ ¡Con escudos en alto, soldados! ─ urge el capitán de escuadra. ─ No retrocederemos, resistiremos hasta el final.
Rey Draghal (serio) ─ Si fallamos aquí, todo estará perdido. Lucharemos por nuestras vidas y por el reino. No permitiremos que esta horda destruya lo que amamos.
La valentía de los guerreros era igual a la ferocidad de los engendros, cuya resistencia no mostraba signos de ceder. El destino de la fortaleza estaba en juego, pero rendirse no era una opción. Aunque la batalla aún no llegaba a su fin, todos sentían que se acercaba. La incertidumbre estaba en el aire, con la pregunta persistente sobre si podrían resistir el último embate y obtener la victoria o caer ante la oscuridad que acechaba.
De los miles de soldados que comenzaron la batalla, solo doscientos sobrevivientes resistían después del último ataque. En un giro inesperado, algunas criaturas intentaron trepar desde distintos puntos, buscando debilidades en las defensas. Por un instante, parecía que podrían tener éxito.
─ ¡Nos están superando! ─ se queja un guerrero herido.
─ ¡Mantened la línea, soldados! No permitiremos que encuentren un resquicio en nuestras defensas ─ grita el segundo al mando.
─ ¡Aguantaremos, no hay otra opción! ¡Protegeremos esta fortaleza con nuestras vidas! ─ dice un guerrero de la fortaleza, decidido.
Rey Draghal, evaluando la situación:
─ ¡Concentrad el fuego en las criaturas que intentan escalar! No podemos dejar que lleguen a la cima.
Un grito lejano ─ ¡Por el reino! ¡No cederemos ante la oscuridad!
El rey, entre sus hombres, avanza hacia el castillo, donde los gritos de la horda se desvanecen. En un pasillo, se encuentra con su leal consejero, informándole sobre refuerzos: un grupo de magos respondió al llamado desesperado. En la contienda, rey y magos despliegan sus poderes para contener el avance enemigo, aunque causan escasas bajas. La batalla se torna más feroz y sangrienta.