—¿Qué? ¿Por qué no me llamaste inmediatamente? ¿No fue eso en lo que quedamos?
Escucho la voz de una Sarah enojada mientras muevo mi batido de fresas.
Han pasado unos días desde lo del taxiboy, en ese momento, a pesar de que las cosas no salieron como esperábamos, no quise contarle nada a mi amiga sobre lo que había pasado, le dije que todo estaba bien, que tenía mucho trabajo que revisar y que cuando me liberara un poco le invitaría un helado para contarle los detalles.
Eso fue lo que dije, pero la verdad es que, quería superarlo solo.
—Estoy bien, pude manejarlo. Lo prometo.
Realmente fueron unos días difíciles, en más de una ocasión creí que no podría soportar tanto, pero de alguna manera pude y eso me ayudó. A veces necesitamos un momento a solas para llorar y sacar todo eso que nos hiere una y otra vez.
Hoy siento algo diferente en mi persona, no puedo decir con exactitud de qué se trata, solo sé que la carga se siente menos pesada.
—Igual debiste llamarme, no tienes que pasar por esos momentos solo, al menos no mientras me tengas a mí.
—Ya no te preocupes, mejor alégrate de que no tendrás que pagarme los mil dólares.
—Acabas de decir que no funcionó.
—Así es, pero…, el chico no me cobró.
Sarah me miró extrañada: —¿Por qué?
—Por lástima, supongo.
—No creo, más bien pienso que fue porque…
Ring… ring… ring
Nos interrumpió el sonido de mi teléfono.
“Es mi superior”.
Le informo a mi amiga a través de una mímica.
“¿Hola?”
“Charlie, ¿cómo has estado?”
“Todo bien, ¿y usted?”
“Que bueno escuchar eso, yo ando bien también”.
“¿Pasó algo?”
Quise saber, ya que no creo que el saber cómo estoy sea el único fin de esta llamada.
“Hay algo que debemos discutir”.
“Oh, claro. ¿Qué pasa?”
“Es sobre un proyecto, pero me temo que tiene que ser personalmente. ¿Puedes venir mañana a primera hora a la empresa?
“Ahí estaré”.
—¿Todo bien? —preguntó mi amiga inmediatamente después de que terminé mi llamada.
—Sí, era para avisarme sobre un nuevo proyecto.
—Oh, excelente, ¿de qué se trata?
—No me adelantó nada, dijo que tiene que ser personalmente. Mañana tengo que ir a primera hora a la empresa.
—Uff.
—Cambiando de tema —volvió a pronunciar Sarah—, ¿tu mamá ya sabe lo de Alex?
Escuchar eso me hizo sentir un frío en el estómago y un nudo en mi garganta, haciendo que se me dificultara tragar mi batido.
Hace días que no mencionaba el nombre de Alex y ahora que vuelvo a escucharlo, me doy cuenta de que la herida sigue intacta.
—No.
No sé cómo le diré eso a mi madre, ya estaba ilusionada con la idea de que finalmente le presentaría a alguien. Seguramente ya lo presumió con toda la familia. Qué horror.
—Mientras hablabas con tu jefe por teléfono, se me ocurrió algo.
Mi rostro debió expresar algo de lo que sentí, porque inmediatamente mi amiga cambió de tema.
—¿Qué cosa?
—Creo que deberías programar otra sesión con Steve…
—¡No! Definitivamente no.
—Escúchame primero. Se me ocurrió que tal vez puedas explicarle tu situación y pedirle ayuda.
Le hice un gesto indicando que no entendí lo que quiso decir, por lo que ella continuó: —A ver, solicitamos una sesión, pero en lugar del sexo, la vas a usar para hablar. Le contarás tu problema y ve si puede ayudarte, claramente le vamos a pagar por el servicio.
—¿Vamos?
—Sí, vamos. Si aceptas y él también, me comprometo a cubrir los gastos.
Eso sí me interesó.
—¿Lo harías?
—Cualquier cosa por ti.
Sé que si ella estuviera en mi lugar, yo habría hecho lo mismo.
—Awww, si no fuera gay, seguro que ya estaría enamorado de ti —dije sarcásticamente.
—Si no fueras gay, seguro que ya habría comenzado a coquetearte.
Ambos nos reímos de nuestros comentarios.
—Por cierto, después de esto debo pasar por el supermercado, como mañana tengo que ir a la oficina, sé que no me dará tiempo, ¿vienes conmigo?
—Tú ve, yo esperaré a alguien aquí.
—Uy, ¿a tu chico misterioso?
—¿No tenías que ir al supermercado? —arqueó una ceja.
—La próxima vez no podrás evadirme, te sacaré cada detalle de ese fulano —dije mientras le agitaba mi dedo índice.
—Sí, sí, sí. Ya vete.
Tomé mis llaves y conduje en mi auto hasta el supermercado.
“¿Jack?”
Escuchar esa voz al otro lado del pasillo hizo que me detuviera. Sé que la conozco, pero no logro recordar de dónde. Así que me dispongo a escuchar con atención la conversación.
“Steve, ¿qué haces por aquí?”
Respondió la otra persona.
«Claro, ahora ya sé por qué me pareció tan familiar esa voz».
“Pues comprando, ¿qué más se puede hacer en un supermercado?”
“Papá, mamá no quiere comprarme el hermoso oso que dije que quería”.
Una voz infantil se les unió.
«¿Steve tiene hijos?»
«¿Y esposa?»
Intenté separar un poco los productos de mi pasillo para ver del otro lado.
“Ya le dije que tiene muchos juguetes en casa”.
Llegó quien supongo que es la esposa, pero ¿de cuál de los dos?
“Oh, tienes esposa…, y hasta una hija”.
Pronunció Steve un poco incómodo.
Ahora ya sé que esta no es su familia. Me siento más aliviado ahora.
“¿Eres amigo de mi esposo?”
Preguntó la mujer a Steve.
“Es un conocido del gimnasio”.
Respondió el esposo antes de que Steve pudiera responder.
El rostro del taxiboy lucía como si fuera a matar a alguien en los próximos minutos.
“Sí, nos conocemos del gimnasio. Hermosa familia, por cierto”.
Respondió Steve entre los dientes. Mientras devolvía a su lugar las cosas que había tomado para comprar.
Dicha esa última frase, se marchó con mucha brusquedad.
Yo con mi torpeza, derrumbé casi todos los productos de mi lado, haciendo que las personas del otro lado pudieran verme. Rápidamente coloqué una caja de cereal en mi rostro para que en caso de que Steve me recordara, no lograra reconocerme.
«¿Me vio?»
No creo, además, con todos los hombres con los que se acuesta, más guapos que yo sin dudas. Estoy seguro de que yo sería el último del que recordaría el rostro.
Consciente de esto, desactivé mi modo paranoia y comencé a organizar el desastre que había hecho. Tomé los productos que necesitaba y volví a casa.
“Olvidé preguntar para cuándo quieres agendar la sesión”.
“Déjame ver de qué va mi reunión mañana en la empresa, luego vemos”.
Necesito tiempo para prepararme mentalmente y poder mirar a la cara a este chico después de lo que pasó aquella vez, más lo de hoy.