—¡Charlie!
Volteo al escuchar a alguien exclamar mi nombre.
—Patrick —pronuncio con poca emoción.
—Mucho tiempo sin verte por aquí.
—Supongo.
Patrick es asistente en esta compañía, no sé de quién exactamente, para mí que le asiste a todos. No es mala persona, pero es demasiado empalagoso para mi gusto.
No me gustan las personas que hablan todo el rato, es molesto. Tampoco es de mi agrado que me estén manoseando, y Patrick, parece una persona mandada a hacer con todas las cosas que me irritan.
Aún así, trato de ser amable, no me gustaría ofender a nadie o que se sienta rechazado por mí.
—Estás más guapo, ¿te has hecho algo en el rostro?
—No me he hecho nada —respondo mientras trato de esquivar su mano que intenta tocar mi cara.
—¿Estás saliendo con alguien en este momento?
No sé cómo mi vida amorosa puede ser de su incumbencia.
—Me gustaría seguir hablando contigo, pero me están esperando en la sala de reuniones, así que, ha sido un placer verte.
Digo esto y rápidamente me dirijo hacia mi lugar de reunión.
***
La razón por la que precisaban de mi asistencia en la compañía, es porque una pareja de recién casados nos contactó para diseñar su casa y pidieron que fuera específicamente yo quien lo hiciera, así que, querían presentarme la propuesta.
La pareja reside en California, me sorprendió, ¿no hay buenos arquitectos en California? Además, no sabía que yo era tan famoso como para que alguien de otra ciudad se molestara en solicitarme, pero aparentemente los proyectos en los que he trabajado han llegado a ser bastante reconocidos.
Obviamente acepté, tendré una videoconferencia con los interesados pasado mañana para conocerlos y que me expliquen el concepto y así poder comenzar inmediatamente a trabajar en ello.
La idea me emociona bastante, hace mucho que me tienen como supervisor, por lo que no he estado diseñando últimamente.
Ahora que estoy informado acerca del proyecto, estoy consciente del tiempo libre que tengo antes de adentrarme en el mismo. Mañana es el día que me queda antes de la videoconferencia; llamaré a Sarah para que agende la cita con Steve.
¿Es una buena idea? Realmente no lo sé y no quiero pensarlo demasiado, porque sé que si lo hago, terminaré retrocediendo.
—Charlie.
Escuché que alguien pronunció mi nombre en el momento que coloqué mi mano en la puerta de mi coche.
Estaba en el parqueo de la empresa, listo para volver a casa.
Me volví para mirar a la persona que me había llamado y al ver de quien se trata no puedo evitar hacer gestos de asombro y confusión.
—¿Luke?
Luke es uno de los tantos ex que tengo, creo que fue uno de los menos pacientes, si duramos un mes, fue mucho.
—¿Tienes tiempo para un café? Me gustaría hablar contigo.
No sé cómo llegó hasta aquí y para ser honestos, mi curiosidad por saberlo es diminuta.
—Claro —respondo aturdido.
Vuelvo a ponerle seguro a mi coche y lo sigo.
El café está en frente de la compañía, por lo que no hay que caminar demasiado, solo es cruzar la calle.
—¿De qué quieres hablar?
Pregunté desde que tomamos asiento, tengo mucha curiosidad por saber que es lo que quiere decirme. Después de que decidió dejar lo que teníamos no ha había vuelto a saber de él, de hecho, de ninguno de mis ex, esto es algo que todos tienen en común.
Luke es el primero que vuelve para querer hablar, pero han pasado varios meses, así que, por más que intento descifrar lo que busca no se me ocurre nada.
—Más que querer hablar, quiero disculparme contigo Charlie.
Esto sí no lo esperaba.
—¿Disculparte?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque ahora sé que actué como un idiota contigo. Evidentemente tenías un problema, pero en lugar de tratar de ayudarte te presioné hasta llevarte al límite. Y ni siquiera me molesté en preguntar el porqué, fui un completo insensible.
Sé que está siendo sincero con sus palabras, puedo ver la expresión de lo decepcionado que está de sí mismo en su rostro.
—Está bien, no fue tu culpa.
—Tal vez no, pero tampoco es tuya y sé que hice que pareciera que sí. Lo siento mucho en verdad Charlie, ¿puedes perdonarme, por favor?
La verdad es que no siento ningún tipo de resentimiento hacia ninguno de ellos, nunca pasó por mi mente la idea de que merecía una disculpa de su parte. Siempre supe que soy el problema.
—Te disculpo. Pero tengo que confesar que estoy sintiendo algo de curiosidad, han pasado muchos meses desde eso, ¿qué te hizo volver ahora?
—Conocí a alguien y me ha hecho ver las cosas desde otra perspectiva.
Su rostro deslumbraba armonía mientras pronunciaba esta oración, claramente se trataba de alguien muy especial.
—Me da gusto por ti.
—¿Y tú? ¿Estás con alguien?
Negué con la cabeza.
«Si supiera que sigo sin superar ese problema por el que decidió alejarse».
—Ya verás, llegará alguien que verá más allá de lo que otros pueden ver y esa, esa será tu persona correcta.
—¿Te has vuelto filósofo también?
—Solo sé que no sé nada.
Ambos nos reímos.
Realmente no sabía que necesitaba esto, pero sí. Por alguna razón ahora siento como si me hubieran quitado un peso de encima.
***
Luego de mi charla con Luke y antes de volver a casa le hablé a Sarah para que agendara la cita con el taxiboy para hoy. Afortunadamente sí se pudo y el chico aceptó con bastante brevedad una sesión para las diez de la mañana.
Ahora lo estoy esperando. No sé qué ha cambiado tanto desde la última vez que lo vi, pero hoy me siento valiente, no estoy moviéndome de un lado a otro por toda la casa o temblando como la primera vez, en esta ocasión me siento tranquilo, preparado y seguro de lo que diré, solo espero seguir así cuando lo tenga en frente.
Me he propuesto no espiar por la ventana, esperaré en el sofá hasta escuchar que toque la puerta, cosa que no debe tardar en pasar porque faltan poquitos minutos para las diez y este chico es muy puntual.
Creo que lo llamé con mis pensamientos; no tardé nada en escuchar que alguien tocaba la puerta, no esperaba a nadie más, así que, definitivamente es él.
Respiro profundo y voy a abrir.
Esta vez traté de no prestarle mucha atención a su físico, ya que creo que esto fue lo que congeló mi cerebro la última vez. Simplemente le abrí y con un ademán lo invité a pasar.
Quizás esté extrañado por el cómo estoy actuando, tomando en cuenta que la otra vez él tuvo que preguntar si lo dejaría pasar o no. Hoy pareciera que los roles cambiaron, ya que quien luce exageradamente introvertido no soy yo, si no él.
—Puedes sentarte ahí.
Le indico señalando el sofá.
Él hace caso a lo que digo y toma asiento.
—¿Puedo usar las dos horas de la sesión solo para hablar?
Voy directo al grano.
—Mi tiempo ahora es tuyo, así que, supongo que sí.