Eterna oscuridad. Así era el universo antes de que el Orh lo iluminara todo. La energía primordial brotó de la nada y se extendió por el vacío, tejiendo de colores el lienzo en blanco de la existencia. Pero el Orh no se repartió de forma uniforme. En algunos lugares era escaso y la vida no podía florecer, pero en otros era abundante y daba origen a seres complejos y conscientes. Estos seres eran el fruto de la evolución del Orh, que había transformado la materia inerte en una maravilla viviente.
Así comenzó el ciclo de la vida, compuesto por Vir y Cinis, las dos caras del Orh. Vir era la energía de la vida, y Cinis la energía de la muerte. Ambas eran parte del todo, iguales y distintas.
Vitaris era un planeta singular, con una cantidad enorme de Orh para su pequeño tamaño. Sus habitantes aprendieron a usar la energía que llevaban dentro, pero no todos nacían iguales. Algunos tenían más afinidad con Vir, la energía de la vida, y otros con Cinis, la energía de la muerte. Según su energía dominante, pertenecían a un grupo u otro que determinaba su destino: los Altans o los Sildur. Los Altans eran pacifistas por naturaleza, mientras que los Sildur eran violentos y agresivos.
A la cabeza de cada grupo había un moldeador, un ser con un dominio supremo de su energía primaria. Los moldeadores se reunían periódicamente para calmar las tensiones entre los grupos. Solían manipular a las masas con sus palabras, pero su mejor invención fueron las profecías. Según ellas, existía un ser capaz de usar toda su energía sin pérdidas. Pero lo que empezó como una hipótesis exagerada, pronto se volvió una realidad sombría.