Frederick
Viernes hoy sólo trabajó en la Euphoria, tengo toda la mañana y parte de la tarde libre y lo aprovecharé para dormir, Chanel no está en casa y yo de verdad lo necesito.
No sé cuánto tiempo paso dormido, siento que casi nada cuando me despierto, pero me siento extraño.
Esta no es mi casa y la habitación en donde estoy no es la mía, no entiendo como de la nada me despierto en mi habitación de cuando era apenas un pequeño, veo dos camas pequeñas en muy mal estado, en una está una niña como de cinco años y en la otra un niño de trece años.
Oigo unos pasos acercarse y volteo hacia la puerta que fue abierta bruscamente, haciendo que dos pequeños niños se despierten asustados, es ahí donde me doy cuenta de que esos niños somos Chanel y yo, es extraño todo esto, me estoy viendo a mí mismo muchos años más joven, pero mi yo joven no me ve a mí, poco después entran una señora y un señor, que reconozco como mis padres, jamás olvidaría sus rostros, enojados y con odio hacia nosotros...
Ella camina rápidamente hacia la cama de Chanel —Párate de es cama maldita mocosa— grita asustándola, Morgan como se llama mi madre, al ver que Chanel no reacciona la agarra por sus cabellos para bajarla ella misma haciéndola llorar —ya es hora de que salgas a buscar algo de dinero a la calle para comer o ¿es que te piensas pasar todo el día durmiendo?
Veo el dolor, la rabia y la desesperación en mi yo más joven, el intenta acercarse a la mujer para que suelte a su hermana, pero Kendal mi padre se lo impide
— ¡no le hagas daño bruja!— grito mi yo joven enfurecido —ella no tiene que trabajar para mantenerte, puedes hacerlo tú sola— siguió gritando, ganándose así una patada en el estómago que lo dejo sin aire por parte de papá, su dolor iba en aumento al ver como maltrataban a su hermana, y él no podía hacer nada para defenderla, Kendal se lo impedía manteniéndolo en el piso.
al ver que los golpes para su hermana no cesaban empezó a retorcerse para así escapar de su padre —¡déjala!— grito al borde del llanto —no le pegues más a ella.... pégame a mí—suplico ya con la voz rota, su madre soltó a Chanel y en cámara lenta vio como ella cayó desmayada en el suelo, inconsciente por tanto golpe que recibió, se arrastró hasta a ella llorando —¡Chanel!— susurro con miedo al ver que ella no se movía —hermanita... despierta por favor— a estas alturas su llanto ya era incontrolable, odiaba a sus padres, odiaba su vida, pero por ella aguantaría lo que fuera —te prometo que te sacaré de aquí mi niña hermosa y ya nadie nunca volverán hacerte daño, eso te lo juro.
Despierto bruscamente, mi corazón latiendo a mil por hora, mi cuerpo cubierto de sudor, tenía mucho que no soñaba con esos recuerdos, tengo en mi mente grabado cada insulto, cada golpe, cada abuso que tuvimos que soportar por ellos, por su maldita adicción a la coca, suspiro para drenar la sensación de miedo que se me atraviesa en la garganta, veo fijamente el techo, en busca de alguna respuesta al ¿porque mis padres tuvieron que ser así? ¿Porque no pudimos tener una infancia normal?
Por pura coincidencia volteo hacia el lado derecho de mi cama, lo que veo me entristece, Chanel con lágrimas en sus ojos, palmeo el lado derecho en mi cama y ella sin dudarlo se acuesta y se aferra a mi llorando desconsoladamente, ella sufre las mismas pesadillas que yo, por eso no puedo mentirle, mucho menos pedirle que se tranquilice cuando ni yo mismo podía hacerlo. La mantengo abrazada a mí hasta que se calma, no sé qué hora es y debo trabajar.
Le pregunto la hora —son las dos de la tarde— responde con su voz ronca por el llanto —llegue hace rato, solo pasaba a ver si estabas despierto pero me di cuenta que estabas teniendo una pesadilla y en vez de ayudarte a salir de ella me bloquee.
Suspiro —Tranquila enana, no tenemos por qué seguir teniendo miedo, ellos no nos encontraran, de hacerlo ya puedo defenderte como no pude en aquel entonces— besó su frente y con eso terminamos el mal episodio del día.
Lo que me resta de horas antes de ir a trabajar se lo dedico únicamente a ella.
[...]
Acabó de llegar al trabajo y lo primero que veo o mejor dicho al primero que vea es Liam.
Parecemos una pareja de maricones trabajando juntos en todos lados —hey— me saluda — ¿Sabes? me arrepiento de tener novia. ¡Extraño mi soltería! Dios tienes que ver las mujeres que han venido hoy— dice entre ligón y dramático.
Palmeo su espalda —no te preocupes Mc'Klein, que yo ligó por ti— me reí de la cara que puso, antes de enseriarse con su chica, ambos teníamos una limpia competencia entre nosotros a ver quién de los dos atendían a las mujeres más bellas.
Una hora después, estoy arreglando unas copas hasta que Liam llega por detrás de mí tocando mi hombro —Mira la hermosura que acaba de Llegar— volteo y la veo —por hoy me declaro soltero— dice haciendo ademán de acercarse a la chica, cuando la distingo bien, me doy cuenta de que es la hija de la Señora Lacey.
Bryony.
No pienso perder esta oportunidad estoy seguro de que en el restaurante no podre acercarme a ella.
Lo agarro por el brazo, y lo pongo detrás de mí — ¡lo lamento amigo! pero a esa chica la atiendo yo.
#31892 en Novela romántica
#5306 en Chick lit
amorpasiondesenfrenoycelos, protectorchoferescolta, enfermedadesaccidentesasesinatos
Editado: 05.10.2020