Frederick
Me siento como un barco a la deriva. Sin timón y sin capitán que dirijan el curso que debo seguir y me encuentro navegando en un mar tan potente y turbulento que tengo miedo de hundirme en él y no salir más.
Este mar donde navego se llama Bryony.
La mujer que amo.
La que he aprendido a adorar y la misma mujer que me aleja de su vida mientras yo veo a la distancia como se acaba la de ella.
Y me molesta mucho. Porque ella debería saber que si estoy aquí en esta casa, desde un principio fue por ella. A nadie engañaría diciendo que fue por el trabajo. Siempre fue por ella, porque quería conocerla, que me conociera y que pasara algo entre nosotros.
Ahora literalmente hay algo entre nosotros. Algo que nos divide y se llama tumor.
Su rechazo hacia las personas alcanzó a una ignorante Chanel. Ella aún no sabe lo que aquí se está viviendo y es mejor así.
No soportaría ver a la otra mujer más importante en mi vida sufriendo. Porque sé que mi hermana lo haría. Ella adora a Bryony tanto como yo la amo. Y no por las cosas que ha hecho por ella. Es Bry. Su esencia. Su sencillez. Toda ella se hace amar tan fácil.
Entonces pienso que es mejor que Chanel no sepa nada.
Bryony saldrá de esta porque yo no le pienso permitir abandonarme. Y luego esto pasara a ser solo una mala experiencia de la vida.
Odio la indiscreción de las personas.
Los rumores que e oído en la empresa sobre Bryony y mi nuevo puesto han sido desde los más ridículos hasta lo más ofensivos. No me siento con el derecho de reclamar. Porque yo solo estoy cubriendo un puesto. Aún estoy aprendiendo y no me siento totalmente con la capacidad para asumir el cargo que Bry puso en mis manos. Sin embargo y gracias a la ayuda de Tamara, he podido cumplir con cada cosa requerida.
Sé que me falta mucho por recorrer para ser un buen líder. Pero tampoco es que el camino sea muy largo. Nací para esto...
Fuera de la empresa puedo asegurar que no tengo control de nada.
Ni si quiera de mí mismo.
Esperar en la madrugada a que Bryony duerma y entrar en su habitación como un vil ladrón a velar sus inquietos sueños, no es fácil.
Es la única manera en la que puedo verla. Ella insiste en que me marche. Que busque lejos de ella una felicidad que asegura no puede darme.
¿Pero cómo obligó a mi corazón a dejar de amarla?
¿A mi cerebro a dejar de pensarla?
¿A mi cuerpo a dejar de desearla?
Es imposible.
Mi deseo por ella va más allá de lo físico. Porque siendo sincero ella en este momento es la definición de desastre. Pero no por eso ella me guste menos. Quisiera hacérselo entender pero no me deja.
No nos deja. María y Frank están siendo ignorados de la misma forma que yo. Pero en Frank la angustia y el desespero es más evidente. Se nota mucho que Bryony es muy importante para él.
Y entonces aquí estoy yo... en la puerta de su habitación deseando con todas mis fuerzas que abra y me sonría como siempre lo había hecho. Con ese brillo en su mirada que reflejan tantos sentimientos y que me hacían perderme en ellos cada vez que los veía. Pero en vez de eso escucho el sonido de algo quebrarse y sin importarme un pito si ella se molesta o no entro a su habitación. Su aroma ha desaparecido para ser sustituido por el olor de medicamentos. Sin embargo justo ahora eso no es de mi interés.
No lo es, cuando escucho llorar a la mujer que merece más que nadie ser feliz. No está a mí vista por lo que entro al baño sin tocar ¿para qué? No esperaría un permiso que ella no me daría.
Me detengo en la puerta cuando la veo en el piso llena de sangre, de vidrios a su alrededor y abrazada a sus rodillas. Su cuerpo tiembla a causa del llanto y mi cuerpo tiembla por la impotencia de saber que yo no puedo hacer nada para curar su mal. No tengo ese poder y solo me queda seguir aquí como un imbécil viéndola sufrir.
Sentir el calor de su piel junto a la mía se sentía tan lejano que es como vivirlo de nuevo. Las mismas emociones. Las mismas sensaciones. Su sola presencia es capaz de alimentar mi alma y sé que no necesito nada más que no sea ella en mi vida.
Siento como se esconde en mis brazos.
La entiendo.
De verdad lo hago.
Su abundante y largo cabello se ha caído a pedazos. Su piel suave se ve reseca y pálida y lo que antes era una chica delgada se ve anoréxica pero eso es algo sin importancia cuando al estar cerca de ella siento que todo tiene sentido. Que mis brazos fueron creados para protegerla y los de ella para sostenerse de mí.
Odio lo que me dice. Pero me pongo en su lugar y sé que no es fácil. Sé que tal vez ella sufra más de lo que muestra. Pero no quiero perderla. No puedo perderla.
La levanto del suelo y la llevo cargada hasta su cama. Mi corazón se acelera cuando con un simple toque me pide que me acueste con ella. Lo hago y no dejo de abrazarla. Ella sigue escondida en mi pecho pero sus manos no se alejan de mí
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Editado: 05.10.2020