Marie
Decidí no viajar con Mason a Colombia, sino con los padres de Aura para poder terminar todo mi trabajo. Esperaba haberlo terminado la noche anterior pero era demasiado largo y aunque estuve hasta bien entrada la noche, no pude y me vi obligada a parar y seguir esta mañana. Estoy ansiosa, necesito ver a mi mejor amiga.
Cuando ella estaba en Colombia siempre nos comunicábamos por teléfono, pero esta vez se aisló de todo el mundo. No quiso saber nada de nadie en dos meses y eso es demasiado para mí. Nunca hemos permanecido tanto tiempo sin hablar la una con la otra. Por eso cuando recibí la carta de invitación a la inauguración del primer hotel a su nombre, me emocioné porque la vería, y porque ella había conseguido lo que se había propuesto. Sabía que lo haría, ella es una máquina.
Al llegar a la casa de los abuelos de Aura, la busco y la encuentro bastante rápido, como puede, empuja su silla hacía mi con mucha prisa. Me ha echado tan de menos como yo a ella. No podemos estar tanto tiempo separadas, siento que me falta algo si ella no está a mi lado.
— Marie, tengo algo para ti.
— ¿Para mí?
— Si, ven conmigo.
Intento replicar pero es imposible, cuando ella te dice que la sigas no hay contradicción que vaya a
ser escuchada. Es tozuda como ella sola.
Entramos a su cuarto, estuve aquí hace un tiempo cuando Mario fue tan imbécil como para llamarla. Aura señala su cama y obedezco, me siento y espero tranquila a que ella saque lo que sea que quiera enseñarme. Veo algo envuelto, parece una foto o un cuadro de algún tipo, puede que haya hecho alguna de esas fotos que tanto me gustan.
Rasgo el papel con delicadeza, no queriendo romper lo que sea que haya dentro. Las lágrimas comienzan a formarse en mis ojos cuando veo de que se trata. Es una representación perfecta de mi niño, una que capta toda su esencia, es hermosa.
— Siempre he pensado que la foto de tu salón no representa correctamente a Nathaniel. – me sonríe, tiene razón, aquí puedes verlo mucho mejor, mucho más como era él.
— Esto es maravilloso.
Vuelvo a mirar la pintura, con más lágrimas, es igual a la fotografía de mi salón, pero a la vez es muy distinta. Es una de las últimas fotografías que tengo de mi pequeño, tan hermoso, pequeño y con tanta vida, no sé quien sea el artista pero ha sabido retratar a la perfección a mi bebé, se ve tal cual lo recuerdo, se ve como era él cuando aún estaba con vida. A la foto le falta vida, y este cuadro la tiene por todos lados.
— Gracias Aura. – es lo único que puedo decir mientras ella aún sonríe.
— No es la única sorpresa.
— Chicas, es hora de irnos.- grita su padre desde fuera.
Me limpio las lágrimas y salimos rápido. No podemos llegar tarde a uno de los días más importantes de la vida de Aura, no, me niego a que algo así pueda pasar.
Ella me deja para ir a hablar con la prensa y yo sonrío al ver a Mason y Stella, me voy con ellos dos. Mason besa mis labios cuando llego hasta ellos.
— Mamá, el hotel es chulisimo.
— Tu tía tiene un don. – ella asiente con ilusión.
Desvío mi atención cuando Aura nos llama a todos para hablar un poco, hoy ella es el centro de atención porque ella lo ha decidido. Hoy es su día.
— Oficialmente queda inaugurado el hotel Nathan. – esta era la otra sorpresa que me tenía preparada. – Sean bienvenidos a esta velada para visitarlo.
Cuando la gente comienza a dispersarse por el hotel para poder verlo todo detalladamente, me vuelvo a acercar a ella.
— Le has puesto el apodo de mi hijo.
— Quiero que lleve el nombre de un luchador. – me sonríe.
— Te amo Aura, por hacer que mi hijo siga presente. – susurro antes de abrazarla. – Por favor, no me faltes nunca. – suplico, no sé que haría sin ella.
— Tú tampoco me faltes nunca Marie, no sé que haría sin ti.
— Te amo. – ella me sonríe,
— También te amo.
Ella se encarga de darnos el recorrido por su hotel, nos habla de los cuadros que hay colgados y cuando hizo esas fotos. Ella es maravillosa.
— Mira quien llegó. – señalo a su novio, sé que no ha dejado de buscarlo entre todas las personas.
— Asher. – sonríe como toda una enamorada.
Cuando Nathaniel murió pensé que mi vida se había acabado junto a la suya. Estoy muy agradecida de que Aura me ayudase a ver que no era así, que aún me queda mucha vida por vivir. También le estoy agradecida a Liam, fue parte del proceso. Y por supuesto, le agradezco a Mason y Stella por entrar como un torbellino a mi vida cuando yo aún no me sentía preparada para vivir feliz.
— Te amo. – le susurro a Mason.
— Te amo. – me devuelve el susurro.
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Ya solo queda el epílogo.