Con Lucas llévanos un poco más de una semana de novios, pero pareciera que fuera mucho más, las cosas han ido rápido, pero no me he detenido a pensar que es lo que siento realmente.
Me gusta.
Me encanta.
Lo quiero, pero no quiero enamorarme, tengo miedo de hacerlo.
Siento que si entrego todo de mi cómo lo hice un día, me volverá a pasar lo mismo. Lucas parece ser el novio perfecto, pero el que fue mejor amigo también lo parecía, a veces te traicionan personas que jamás pensaste que lo harían, el día que mi historia acabó con él, también acabó con la que era mi mejor amiga.
Tengo miedo y mucho.
No sólo de enamorarme, sino también de perder a Lucas, creo que debo ser sincera con él y decir lo que siento, sé que me entenderá, no tiene porque no hacerlo.
Abro la puerta del departamento sin hacer ningún ruido, no quiero que Kathe y Diego se preocupen por mí, esto sé que se solucionará. Apenas cierro la puerta ambos se aparecen en mi campo de visión, aparentemente preocupados.
— ¿Qué te pasó?— habla mi mejor amiga— pareces un fantasma.
Los chicos caminan hasta donde estoy.
— ¿Dónde está Lucas?— Pregunta Diego.
—Se enojó conmigo— les menciono sin muchas ganas de contarles, pero son nuestros amigos— debí decir lo que sentía, quizás venga luego, si quieres te quedas con nosotras hoy, para que no te pierdas al intentar regresar a casa, en caso de que no llegue— cambio de tema rápidamente.
—Por mí encantado, dormir con dos bellas damas—sonríe ampliamente— ahora cuéntame lo que pasó con mi amigo, por favor.
Kathe toma mi mano y me lleva a la cocina, nos sentamos en nuestra pequeña mesita y mi amiga me entrega un vaso con agua, Diego se siente en frente de mí y me toma la mano.
—Cuéntame.
—Me habló de que tenía miedo de lo que comenzaba a sentir por mí, yo no supe que responder, me quede callada, creo que se molestó por eso.
—Me estuvo hablando de lo que sentía, entiende que él nunca había sentido algo así por una chica, tiene miedo de perderte, no dudo que perderá completamente la cabeza por ti en unas semanas, además de que eres una mujer genial. —Me sonríe y me acaricia la mejilla. — sé sincera, di lo que sientes, el entenderá, está dispuesto a esperar, es solo que se sintió un poco dolido porque no le respondiste, lo conozco.
—Entiendo— me limito a decir al respecto —seré sincera con lo que siento, lo juro. Pero ustedes también tienen que ser sinceros—apunto a los dos y ellos se quedan mirando confundidos.
—Siempre soy sincera— Kathe menciona de forma segura, casi arrogante.
—No ahora— niego un poco.
—Lo seré, Grace, no te preocupes— dice Diego y guiña.
Ya está comenzando a anochecer y Lucas no ha llegado, ni a buscar a su amigo ni muchos menos a hablar conmigo. Estamos comiendo algo con los chicos cuando golpean la puerta de nuestra de nuestro departamento, sé que es Lucas.
Me levanto rápidamente a abrir, estoy ansiosa por verlo y explicarme, que me entienda y que todo este igual que antes, abro la puerta y me queda mirando fijamente, tiene los ojos rojos.
Sin esperar a que hable, Lucas entra a mi casa, cuando pasa a mi lado siento olor a alcohol. Bebió.
—Vine a buscarte— habla dirigiéndose a Diego.
A pesar de que expele un fuerte olor a alcohol, no está borracho, puedo notarlo en su forma de hablar.
—Me quedaré con las chicas hoy.
Lucas asiente y se dirige a la salida. Me apresuro a alcanzarlo.
— ¿Podemos hablar?— me mira levantando una ceja. — necesito decirte lo que siento, respecto a lo que hablamos hoy.
—No tengo tiempo ahora, necesito hacer el trabajo con mis compañeras.
Repentinamente comencé a sentir celos y miedo, no quiero dejar las cosas con Lucas así.
— ¿Puedes venir después?— mi voz sale calmada, pero con un poco de desesperación.
— Veré si puedo, mi tía quiere que salga con mi prima ya hija de su esposo, quiere que nos llevemos bien. — explica sin emoción.
— Bueno, entonces mañana. — ruego.
El asiente y se va.
La presión en el pecho que sentía cuando se enojó se incrementa cinco veces más. Lo perderé.
Me voy rápidamente a mi habitación, no siento ganas de llorar, pero no es que tenga ganas de reír, no quiero perderlo, eso es lo único que tengo claro en estos momentos.
(…)
Alguien golpea la puerta de mi habitación, sé que es Kathe por la sutil forma de hacerlo.
—Pasa— digo sin ánimos.
— ¿Estás bien? —Pregunta mientras entra y luego se sienta en mi cama— ¿pudiste dormir?
—Sí, estaba cansada— le digo aun acostada, arropándome un poco más.
— ¿quieres hablar un poco?
—No es necesario, estoy bien.
—Bueno— se levanta animada y yo me quedo confundida— le diré a Lucas que se vaya.