Capítulo II: La casa de Abigail

Al día siguiente, todos hablaban sin parar del rechazo a la propuesta hecha por Ethan. Era el chisme de la semana. Todos hablan de lo lamentable del caso, sin darse cuenta que todo era escuchado por el protagonista de la historia que contaban con insistencia. Incluso, personas que no conocía fueron a él diciéndole lo apenados que estaban ante lo que le paso.

Ante eso, Ethan estaba furioso. ¿Por qué la necesidad de restregarle en la cara lo que paso? Ya suficiente tiene con las llamadas y mensajes ignorados de Abigail. La noche anterior, pensó que eso era muy rápido y asusto a Abigail con la propuesta. Repaso todos los meses juntos de forma dolorosa, tratando de encontrar algún error, un indicio de que Abigail no quería casarse o estar con él. ¿A lo mejor Ella no quería aquello? Era lógico, sus padres no tuvieron un buen matrimonio, lo había dicho muchas veces. También contaba que le daba una sensación de malestar al hablar del matrimonio.

Ethan se maldijo, ¿Enserio se había olvidado de algo tan importante, como era que Abigail no le gustaba la palabra “matrimonio”? Sintió la necesidad entonces de disculparse al ser tan imprudente y no haber esperado más.

Se alegro de tener ese día libre.

Camino, o, mejor dicho; corrió todo lo que faltaba para llegar a la casa de Abigail. Llego con la respiración agitada y entre cortada. Tomo bocadas de aire, y sintió su pulso acelerarse. ¿Abigail le quería ver? ¿Terminarían por esto? Se sentía aturdido con tantas preguntas que el mismo se hacía. Sus manos nuevamente temblorosas tocaron el timbre.

Espero, y nada.

Toco otra vez, nuevamente el mismo resultado; nadie salía. Lo intento algunas veces, pensando que quizás Abigail estaba durmiendo y no escuchaba el timbre sonar. Algo extraño, ya que aparte de que Abigail tenía sueño ligero, el timbre sonaba hasta china.       

Ya preocupado, Tomo la perilla y la giro, encontrándose con que la puerta estaba abierta.

—¿Abi? —Le pregunto al aire. Nadie respondió, solo el silencio estaba allí.

Camino por el lugar, conociendo a la perfección cada rincón. Se encamino a la habitación de su novia con la piel de gallina, ¿Por qué estaba sola la casa? Abigail no tenia trabajo hoy, al igual que El, No tendría sentido que no estuviera, más sabiendo que la chica casi nunca salía. Llego a la puerta donde estaba un bonito letrero donde decía; “Abigail” con una letra cursiva.  Abrió la puerta y frunció el ceño al darse cuenta que esta también estaba abierta. La chica nunca dejaba nada abierto en su casa, teniendo la paranoia de que alguien entraría a su casa cualquier día. Por eso también, es que no salía.

—Cariño, si esto es una broma, no me esta gustando nada —Dijo Ethan apunto de entrar. No le gustaba esto, sentía algo en el pecho, el presentimiento de que algo va mal. Con lentitud abrió la puerta, dejando ver la habitación de su novia.

La cama estaba deshecha, ropa tirada por el suelo, los zapatos en lugares aleatorios, objetos tirados. Y una foto rota en el suelo. La ventana abierta, Los muebles estaban ligeramente movidos. La televisión en el suelo, rota también. Y lo mas que lo asusto, es la sangre que estaba en forma de mano que se arrastraba hacia abajo en una de las paredes. ¿Era el, o en la almohada había un agujero de bala?

—¿Qué rayos? —Pregunto con ahora la preocupación a mil. Se acerco a la foto, dándose cuenta que era una foto de El y Ella juntos, en un Zoológico, y en los hombros de Abigail estaba una serpiente gigante de color blanco, como el color de cabello de la chica. Lo que lo perturbo, fue que había una mancha de sangre gigante en su cara, como tachándolo. Sus manos temblaron tanto, que dejó caer nuevamente el cuadro. Estaba preocupado, asustado y su cuerpo temblaba sin parar.

Con la respiración agitada, sin creerse lo que estaba viendo, marco al 911.

—Esta hablando con el 911, ¿en que lo podemos ayudar? —Dijeron tan rápido como marco el número. Se quedo mudo un rato, sin saber explicar, mirando perdido toda la habitación— ¿Hola?