Te conocí en "Hilltown"

CAPÍTULO 3: Sentimientos en el aire

Llegó el Domingo 10 de octubre, estoy muy triste y confundida, ayer por la tarde salí con Jason y le conté lo sucedido, le conté que en Hilltown no hay señal, es un lugar aislado de todo el mundo. Él prometió ir a verme en vacaciones y enviarme cartas. Después de pasar una tarde maravillosa me confesó que le había gustado desde siempre pero nunca halló el valor para decírmelo, yo no supe que decir, siempre lo vi como un amigo, pero antes de que pudiera articular una palabra me dijo: "Está bien, lo entiendo, no tienes que decir nada, te esperaré y siempre estaré si me necesitas, te amo y mucho Lidia". Luego me dio un delicado beso en la mejilla, se despidió y se fue deseándome un buen viaje. Yo seguía ahí sentada en la banca procesando lo que había pasado. Luego, dieron las 7 de la noche y me di cuenta que debía volver a mi casa, no pude dormir en toda la noche.

Pero bueno, ¿aquí estamos no? Es el día y ya estoy lista para salir. Hilltown allá voy.... Salí de mi casa y me dirigí al aeropuerto. Llegué y saqué mi boleto, pero antes de ir hacia mi avión una voz familiar me detuvo...

      ¡Lidia! Espera no te vayas aún... - era Jason - déjame abrazarte una vez más.

Me dirigí lentamente hacia él, pero el corrió hacia mí y me dio un dulce abrazo mientras me besaba en la frente. Nos separamos luego de unos minutos...

      Adiós Jason, te extrañaré mucho cuídate - le dije entre lágrimas y caminé hacia el avión.

Jason me observaba a lo lejos sacudiendo la mano y con expresión triste. Subí al avión pensando en cómo cambiará mi vida desde ahora, tomé asiento y esperé pacientemente a que despegara mientras buscaba a través de la ventanilla a ese chico que siempre estuvo para mí, a ese chico que me confesó que le gusto, a mi mejor amigo en este mundo. Entonces lo vi, sonriéndome, mientras las lágrimas recorrían sus pálidas mejillas y sin darme cuenta yo también estaba llorando, y en ese instante pensé: ¿Cómo pude ser tan afortunada de tener a la mejor persona del mundo en mi vida? Y ¿así de fácil lo dejaré ir? No pude seguir viéndolo porque si no hubiera querido bajarme del avión ahí mismo, entonces me recosté contra el asiento entre lágrimas. A mi costado se sentó una señora que me ignoró por completo así que me sentía muy sola... pronto sentí que nos poníamos en marcha. Mientras nos elevábamos, veía mi gran ciudad natal, tan pequeña como la palma de mi mano y a las personas allá en tierra volviéndose hormiguitas. Después de llorar un rato sobre mi libro caí en un sueño profundo, supongo que fue porque no dormí en toda la noche, solo desperté cuando escuché una voz masculina diciendo:

      Señorita Smith...señorita Smith, despierte, hemos llegado hace ya 9 minutos.

Entonces entré en mi realidad y oh santísimos dioses de las criaturas más hermosas de este mundo, vi ante mí al aeródromo más guapo que he visto en toda mi vida y me quedé anonadada por su belleza hasta que me dijo:

      Señorita Smith, si no sale del avión vendrán los de seguridad y la llevarán afuera, y créame ellos no son nada amistosos.

      Oh... Si...si, lo siento eh... ya... ya me voy - estaba tan perdida en su rostro que cuando me paré me golpeé la cabeza en el gabinete para las mochilas, cosa que obligó a mi cuerpo a sentarse otra vez- ¡ayy!

Y lo creas o no el churrísimo aeródromo, cuyo nombre aún no conocía empezó a reír a carcajadas.

      ¡Hey! ¡No es gracioso! – dije.

      ¡Lo siento señorita Smith - dijo aclarando su voz y conteniendo la risa - es que su cara fue tan graciosa! - y volvió a reír - por cierto, me llamo Michael, un gusto.

      ¡Lo siento señorita Smith! Ja ja ja - dije en tono de burla y con voz grave para imitarlo - supongo que ya sabes mi nombre.

      Si, Lidia, la hija de los multimillonarios más famosos de nuestra ciudad. - dijo con ojos soñadores - ¿Qué hace aquí?

      Pues me mandaron a vivir con mi tía por una idea boba que tuve y pues de aquí debo tomar un bus ya que en su pueblo no hay aeropuertos.

      Oh... ya veo... la podría acompañar si quiere - me miró dulcemente y con aire coqueto.

      ¡Sí, me encantaría! Aparte que no conozco a nadie de allá, dicen que es lo contrario a la desordenada vida de la gran ciudad.

      ¡Bueno entonces vamos! – dijo alegremente.

Me levanté de mi asiento, está vez con cuidado y de repente se escuchó a los de seguridad diciendo: "Sí, dicen que hay una chica, hija de millonarios que no quiere salir del avión, debemos sacarla, ya sabes cómo son todas, unas engreídas hijas de papi y mami".

Y sin pensarlo dos veces Michael me agarró del brazo, tomó mi mochila y nos encerró en el baño.

Y si... el baño del avión, ¡ese minúsculo baño del avión!, mirándonos frente a frente y pegados como un par de imanes. En eso abrí la boca para hablar, pero Michael me susurró que no hiciera ruido, no sé por qué, pero le hice caso, fue raro. Hasta que los guardias dijeron: "No está aquí revisemos en el baño".

Entonces Michael me susurró...

      Señorita Smith, quédese aquí yo los entretengo.

Entonces salió del baño y les habló, no escuché muy bien lo que dijo, pero al poco tiempo abrió la puerta del baño y me dejó salir, los guardias ya no se encontraban ahí.

Estaba muy confundida, no sabía que estaba pasando y exigí una explicación.

      Michael, serías tan amable de explicarme ¿porque me metiste al baño si podríamos haber conversado con los guardias? - dije exagerando las palabras- ¿No es tan malo quedarse en un avión o sí? - dije con inquietud.

       Pues la verdad... no soy aeródromo...

      Jajaja si claro y yo no soy humana - dije con obvio sarcasmo - vengo de Venus.

      De verdad señorita Smith - me miró sin expresión alguna - sus padres me enviaron a protegerla durante su viaje y a vigilar que no cause escándalos.

Y pensar que me había caído bien, resulta que es otro de los innumerables empleados de mis queridísimos padres.



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En el texto hay: drogas, amor, pueblo

Editado: 08.11.2020

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