Te digo adiós

Capítulo 3

Mis ojos comenzaron a abrirse y la luz blanca que tenía justo arriba de mí me cegó por unos segundos, a mi lado había una persona que me sostenía la mano, pero no le lograba verle la cara, ya que estaba cabizbajo, intenté quitar mi mano de la suya, pero me dio un apretón y levantó la cabeza.

No podía creer lo que veía.

Era mi papá...

él estaba allí sentado con los ojos rojos, se veía que había llorado. Él me veía fijamente y sin dejar de mirarme me abrazó fuertemente, necesitaba este abrazo hace mucho tiempo, siempre lo necesité.

Juro que todavía no puedo creer que él estuviera aquí ¡mi papá está aquí!.

Las ganas de llorar llegaron a mí, me sentía feliz al verlo. Las lágrimas bajaron rápidamente por mi rostro, pero él con su dedo la limpió

— No llores princesa —murmura él con una sonrisa ladina.

Princesa... como me decía cuando pequeña.

— Papá... te extrañé demasiado, por favor no te vuelvas a ir —dije sollozando.

— Te prometo que no me iré nuevamente, tú te irás conmigo Maia —dice.

— No me puedo ir de acá papá, aquí tengo a Zoe a Clara y a mamá. No puedo irme y dejarlas —hablé rápidamente.

— Maia, solo será poco tiempo en lo que vas a rehabilitación y terapia lo necesitas. Tu mamá te hace daño y aun así tú quieres quedarte con ella, ya lo dije te irás conmigo y punto.

Yo no dije nada este era un lindo momento donde después de seis años veo a mi papá, no quiero discutir con él y pensándolo bien creo que si debería irme.

Al rato llegó una enfermera, me revisó me dijo que todo estará bien y que ya me podía ir a mi casa, en este caso me iría a la casa de Zoe, ya que papá no quiere que vuelva poner un pie en la casa de mi mamá.

***

Ya han pasado tres semanas y adivinen quien ya está en Inglaterra, sí, soy yo.

Hace ya dos semanas que llegué, estuve pasando tiempo con mi papá para ver si recuperamos el tiempo perdido. Me contó de lo bien que le ha ido, de su trabajo.

Pero... ya el tiempo en casa acabó y ahora tengo que ir a un hospital psiquiátrico donde mi papá me va a internar.

No estaba preparada, pero si así lo quería el universo así será.

Tres días antes con mi papá fuimos a comprar lo que necesitábamos, me pidieron cuadernos porque allí también iba a estudiar, lápices, bueno lo normal que te pedirían en el colegio solo que en un colegio normal no te pedirían que no lleves sacapuntas ni tijeras.

Y justo ahora estoy por entrar al hospital psiquiátrico, afuera nos estaban esperando dos enfermeras y un enfermero. Al verme sonrieron como que si estar encerrada por un año o más sea emocionante.

―Maia Cooper bienvenida al hospital real de Blethlem, aquí te ayudaremos con tu salud y adicciones, vamos a hacer todo lo posible para que tenga la atención que se merece ―habla el enfermero con una gran sonrisa en su rostro.

Yo no dije nada solo me quedé callada y di una pequeña sonrisa, estaba nerviosa, asustada y me sentía rara sin estar drogada me sentía como enferma y con muchas ganas de vomitar.

Me despedí de mi papá en la entrada, ya que le dijeron que no entrara para que la despedida no se hiciera más larga y dolorosa, porque supuestamente eso podía afectar mucho mis sesiones de terapia y me costaría mucho avanzar.

Me llevaron a mi habitación para que me pusiera cómoda y luego ir al comedor a cenar y para que me presentaran a los enfermeros, psicólogos y psiquíatras que me acompañaran en mi cambio en todo este año que pasaré aquí.

Así que hoy 22 de marzo del año 2020 yo, Maia Cooper comencé mi estadía en el hospital psiquiátrico real de Blethlem, así que a partir de hoy yo voy a mejorar, por mi bien y por el de las personas que me rodean.

Cuando llegué al comedor me sentaron en una de las mesas del final porque era la única con pocas personas, me sirvieron la comida y me dejaron ahí sentada con dos personas que tenían una cara de locos y un chico que se veía "normal".

― ¡Mira! Allí esta Bárbara, hace mucho tiempo que no la veía ―dice una de las chicas que estaba a mi lado señalando a una esquina donde no había absolutamente nada.

― ¡No! Esa es Natasha ―habla la otra chica que estaba sentada al lado de la que estaba sentada a mi lado.

Si, claramente se nota que son locos. Pero no juzgo, no juzgo.

― Tienen esquizofrenia ―habla en chico que tenía al frente, juré que era mudo― No, no soy mudo, por cierto soy Yashua un gusto.

Espera... ¿Eso lo dije o lo pensé? Olvídenlo.

— Yo soy Maia... no es un gusto tan gustoso, pero ajá —dije seria.

— Solo soy amable, aunque no lo soy con todos así que siéntete afortunada niña —dice él con una sonrisa egocéntrica.

—¿Cuánto llevas acá? —pregunté.

— Dos días apenas. Solo te diré que a veces la comida suele ser una mierda —responde él.

En el momento que iba a responder nos trajeron el postre. Por mí me levantaba a buscarlo, pero según somos capaces de volvernos locos y suicidarnos en frente de los cocineros ¿Quién haría eso? Bueno, yo no o eso creo.

La comida de hoy era pollo al horno con arroz y ensalada, no se veía tan bien, pero tampoco tan mal. Pues si se podía comer.

Comencé a comer tranquilamente, aclaro que fui obligada a acabar mi plato de comida.

Yashua me sacaba conversación de vez en cuando, parecía buena persona... pero el miedo en volver a confiar en alguien no me deja aceptar que puede ser buena persona.

Lacena ha terminado y la hora de volver a nuestras habitaciones ha comenzado, iba camino a mi habitación detrás de unos de las personas que también están internadas.

Me adentre a mi habitación, me cambie de ropa por mi pijama que me dieron acá y me acosté a pensar en cosas de la vida.

Estaba sumergida en mis pensamientos que no había escuchado cuando sé abrió la puerta y una personita entro a mi habitación.

― Oye tonta no eres tan linda como para quedarme toda la noche viéndote la cara ―dice Yashua sentándose en mi cama.

― Se que no soy linda, no me lo tienes que recordar todo el tiempo...―murmuré casi en un susurro.

No sé si lo diría en broma o lo dijo de verdad, pero esos comentarios me hacen sentir mal.

― Hey...no sé si te lo habrás tomado en serio, pero es broma ―aclaró él.

― ¿Qué te hace creer que me lo he tomado en serio?―pregunte irónicamente.

― No nada, oye... ya todos se han ido a sus habitaciones ¿no quieres ir ala terraza? ―pregunta él.

Yo solo asentí y luego salimos de mi habitación sigilosamente para no hacer ruido, pasamos por muchos pasillos hasta llegar a unas escaleras que nos llevarían a la terraza.

Subimos las escaleras y llegamos a la terraza donde había algunas sillas donde nosotros nos sentamos, me imagino que a lo mejor los enfermeros vendrán acá algunas veces para despejarse de tanto trabajo y tomar un descanso

― Desde que llegué a este lugar subo para acá, es un lugar muy lindo en donde puedo ver algunas partes de la ciudad y me gusta, me relaja ―habla Yashua acabando con el silencio ― ¿Por qué estás acá?.

― Porque según mi papá necesito ayuda, ¿y tú? ―respondí para no dar detalles.

― Por lo mismo que tú ―respondió él dándome una pequeña sonrisa.

― ¿Tu papá también te ha obligado a venir para acá? ―pregunte con curiosidad.

― No... yo también estoy acá porque tengo depresión, adicción a las drogas y porque tuve un intento de suicidio hace poco ―habla él con un tono triste.

― Oh... lo siento, pero ¿Cómo sabes que yo también intente suicidarme y que me drogo? ―pregunté

― Es que cuando llegue no tenía nada que hacer y estaba en la sesión con la psicóloga, ella tenía unos papeles en la mesa y en un momento que se distrajo yo de chismoso los leí, y así es como logré saber gran parte de tu vida ―murmura él nerviosamente.

Yo no dije nada solo solté una risa muy fuerte al ver su cara, estaba nervioso y me dio risa. Wow... en este momento me he reído como no me reí en mucho tiempo. Y eso solo significa una cosa, y es que me está empezando a caer bien.

― Oye, creo que ya debemos irnos ―dice él interrumpiendo mis pensamientos.

― Bueno.

Murmuré para luego comenzar a caminar a las escaleras.

No nos tomo mucho tiempo en llegar a nuestras habitaciones, que por cierto ahora me di cuenta de que mi habitación está justo al frente de la de él.

― Hasta luego Maia... buenas noches.

Dice él rápidamente y entra a su habitación antes de que yo pudiera responder, así que no tuve de otra, y yo también me adentré a mi habitación.

No tenía sueño, no podía dormir. Me sentía mal, tenía fiebre y estaba sudando frío, tenía demasiadas náuseas.

En un momento la voz de mi mamá llegó a mi cabeza, me decía de todo, ella me decía que era un inútil, me decía que no sirvo para nada. Y lo sé, yo lo sé perfectamente.

Todavía no puedo creer que mi propia mamá me hizo daño, ahora me doy cuenta de que ella no me merece, ella no merece que yo la siga queriendo, ella hizo que me odiara, ella hizo que casi me matara. Mi mamá... mi propia madre me odia, ella casi me mató, y yo no puedo seguir dejando que me haga daño, porque yo puedo lograr ser lo suficientemente fuerte como para que por mi misma pueda salir adelante. Yo no soy suficiente, estoy segura de que no lo soy, pero yo quiero ser feliz así me quede totalmente sola, yo puedo y quiero ser feliz.

Yo quiero seguir mi sueño, yo quiero lograr ser alguien en la vida y decir que yo misma estoy orgullosa de mí.

Así que a partir de mañana yo me esforzaré para ser una mejor persona, porque yo puedo.




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