Te enseñaré a amar

Capítulo XXII

El duque de Townsville fue visto pasear por las calles de Hyde Park, esta mañana. Luego de que hace once años perdiera su cuantiosa herencia y fuera recluido de la sociedad por culpa de unos malos negocios, ahora ha regresado y se le ve que vino para quedarse pues ha vuelto tener su membresía del club White's.

 

Por otro lado, una noticia que los dejará pasmados. Nuestro querido Sebastián Rushmore se ha convertido en Duque.

 

Sí, como leyeron, nuestro antiguo mujeriego ha recibido el ducado de Rochester por ser esposo, de la última descendiente viva del predecesor y eso ha hecho que el título pasara a nuestro buen amigo.

 

Felicidades a la pareja y esperamos que su matrimonio este lleno de muchas más cosas buenas.

 

Revista de la sociedad de Londres

29 de diciembre de 1821

 

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"¿Sabes? tengo un secreto

 

Que aunque no supe de ti en mucho tiempo. Te encontré en tantos lugares.

Te vi en las rosas que crecen en Italia, te hallé en la dulce luna llena de Ámsterdam, y saboreé tus labios en las fresas frescas de Alemania. Porque todo ese tiempo intenté olvidarte. Pero no pude; porque estabas en mí;

Como la sangre que corre por mis venas,

Como el aire que me permite respirar,

Como el aliento que necesito para vivir.

 

Porque ese es mi secreto. Nunca deje de pensar en ti, porque aunque lo intenté, siempre fuiste tú"

Sebastián Rushmore

 

 

 

El despacho era el único lugar en donde Sebastián se encontraba en paz en esos momentos, luego de pasar una noche sin dormir. Todo por culpa Harmony, que ahora se encontraba a una puerta de distancia de su cama. Unos pocos metros los separaba.

 

Él no le había comentado que su cuarto tenía una conexión por aquella puerta por la cual salió. Era la mansión de antiguo conde que la perdió en un juego y él la compró porque le gustó. Lo que hacía el dinero, tener cosas que nada más se transmitían por herencia.

 

Concentrado en unos papeles, no escuchó que la puerta se abría. —Veo esto y no lo creo. —la voz de su hermano mayor irrumpió en la sala. —Ethan tienes que ver esto.

 

Su amigo y su despreciable hermano entraron al despacho. —Uno se imagina que cuando se casa por amor van a pasar por lo menos una semana encerrados en el cuarto. Pero esto es extraño. —comentó como el que no quiere la cosa, Rowling.

 

—No sé qué hacen ustedes aquí. —espetó. — ¿No tienen casa propia?

 

—Sí, pero luego decidimos salir por ahí y queríamos comprobar algo. —contestó Alejandro.

 

—Estuve a punto de no venir. A mi mujer las bodas le dan ideas en su cabeza y yo debo cumplirlas. —expuso Ethan. —No pude decir que no, mi esposa tiene artimañas para que me quede en la cama. —habló satisfecho.

 

Alejandro se lo quedó mirando por unos segundos asimilando las palabras. —Te mataré.

 

El conde lo miró tratando de entender. — ¿Y eso por qué?

 

—No me gusta que hables así de mi hermana. Ten respeto —aclaró todo el enredo que había formado.

 

Ethan rio y con muchas ganas, mientras Sebastián miraba la escena como si no estuviera allí. — ¿Verdad que molesta, Alejandro? A mí tampoco me gustaba que hablaran así de mi pequeña. Pero tú lo hacías. Y todavía lo haces.

 

—Cállate. —no tenía argumento contra lo que había dicho su amigo.

 

—A todas cuentas. ¿Qué hacen aquí? —volvió a preguntar Sebastián.



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En el texto hay: poesia, amor

Editado: 25.05.2018

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