Ahí estaba él sentado con su mirada perdida en aquel libro, me pregunté, ¿Qué tan interesante será lo que Lee?. Los días pasaban y él todas las mañanas al salir el sol ya se encontraba allí con la vista fija en cada página, algunas veces volvía atrás a releer supongo algo importante y otras veces llevaba junto a él un marcador verde que deduje sería para recalcar sus frases favoritas de aquel nuevo libro que pasaba por sus manos.
-Deberías dejar de mirarle todos los días que viene, pareces una acosadora. -Observe a Dakota y enarqué una ceja.
-No soy una acosadora, solo me parece un chico raro. -Me encogí de hombros. -Ya no es "normal" ver a alguien sentado leyendo casi todos los días de su vida me preguntó si hará algo más.
-Claro, cuando tú te creas tus propias palabras de "no soy una acosadora". -Dijo imitando mi voz. -Solo tal vez me lo creeré yo.
-No hablo así. -cruce mis brazos a la altura de mi pecho.
-No, tú hablas con voz de ratita, dejando tu voz de lado te doy un consejo de amiga a amiga. -Tomo una profunda respiración. -Deberías hablarle antes de que otra lo caze primero, digo porque como lo miras todos los días y tus ojitos lo admiran con un brillo bastante peculiar se nota que te atrae.
-No es fácil decir y hacer. -Suspire, si todo fuera fácil cualquiera lo haría, pensé.
-Mira ya se va, pero por favor se disimu... -Me gire rápidamente antes de que ya no pudiera verlo más y tendría que esperar al otro día. -Para que te digo.
Se levantó, acomodo su asiento y se puso su gorra junto con una chaqueta, dejo algo de dinero en la mesa y así sin más se fue con su libro en manos.
Nunca tuve la oportunidad de tenerlo cerca y en parte lo agradezco o creo que caería frente a él, siempre me pregunté cómo sería ver sus ojos de cerca o cómo sería su voz, pues verlo de lejos solo me deja apreciarlo un poco, lo que se de él es que es alto, muy alto, y tiene una espalda ancha junto con sus hombros, pero no tiene un cuerpo exuberante como los modelos de Calvin Klein.
-Se fue tu amor pero no te preocupes que ya vendrá de nuevo. -Habló Carlos el chico latino del local de al lado. -Deberías hablarle y ya dejarlo de acosar.
-Por dios ¡No lo acosó!, Porque dicen eso.
-¡Porque eso haces! -Gritaron ambos.
-¡Ya!, Está bien puede que lo haga pero no es nada malo, solo me atrae su rareza.
-Hasta que lo aceptas, ya era hora niña. -Dijo Dona una señora mayor que por cierto es mi jefa.
-¿Es que acaso todos se pusieron en plan molestemos a Irina?. -pregunte exaltada.
-No pero eres muy obvia me sorprende que el chico no sé de cuenta o tal vez ya sabe pero no quiere decir nada, quien sabe, cambiando de tema ya deberíamos de cerrar es tarde y parece que se avecina una tormenta.
-Si es cierto, vi en el pronóstico que es un tormenta eléctrica lo mejor sería cerrar hasta mañana. -Intervino Dakota.
~•~
Caminaba por las desoladas calles con temor a que pronto llovería y todavía me faltaba demasiado para llegar a casa, cada relámpago y trueno solo me asustaban más, y mi deseo de llegar sana y salva a mi hogar era cada vez más fuerte.
Se escuchó un fuerte estruendo y las gotas empezaron a caer de manera rápida y precipitada, las pocas luces que alumbraban se apagaron debió ser un rayo o alguna chispa de alto voltaje que calló quien sabe donde, Dios, y a mí que me dan miedo las tormentas, mi pesadilla se volvió realidad.
Seguí caminando a paso apresurado tapándome con la sudadera lo que más podía ya que el frío del invierno y el estar mojada no eran buena combinación, podría morir de hipotermia ahora mismo.
Un auto redujo la velocidad para seguirme cuanto iba caminando, no quería dar la vuelta ya suficiente tenía con la tormenta y ahora ¡esto! No quiero que esté sea mi fin podía ser un secuestrador o violador o ambos juntos, Dios mío, aumente mis pasos y mantuve mi vista al frente sin querer ver el auto que me persigue.
-¿Necesitas que te acerque?. -me preguntó una voz bastante ronca.
-No, puedo caminar. -Respondí de manera rápida.
-Si sigues así dudo que llegues del todo bien.
-¿Disculpa?. -Me gire para enfrentar al dueño de esa voz, no puede ser, es él, el chico de la librería.
-Mira solo trato de ser bueno y evitar que cualquiera de esos depravados sexuales de la esquina te sigan viendo cómo otra víctima. -Mire donde apuntaba y efectivamente allí, en aquel bar de mala muerte habían cinco hombres mirándome fijo, uno de ellos me lanzo un beso y no pude evitar hacer una mueca de asco. -Creo que si fuera tú pensaría dos veces antes de seguir caminando y no subir al auto.
Pensándolo bien prefiero una muerte con el chico al que "acosó" que en manos de esos viejos verdes.
-Esta bien tienes razón. - Me abrió la puerta y entré, se sintió como si estuviera en la boca del lobo, mis emociones me estaban jugando una mala pasada, lo más curioso es que sin conocer lo más mínimo de el las maripositas en mi estomago hacían revuelo.