Esa nota dió vueltas en mi cabeza por todo el día, ¿Qué querrá decir? ¿Sus demonios? ¿Un infierno más grande? Eso es hablar en claves, claves que no entiendo.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de un celular, mi celular, un mensaje había llegado, lo tome en manos y leí.
*Dakota: ¿Quieres tomar un helado? Estoy aburrida.
Sonreí.
*Irina Kempis: sí me encantaría.
*Dakota: Bien, en la plazoleta del pueblo yaya!.
Después de una larga ducha con agua caliente me vestí con lo primero que encontré, tomé un bolso un poco de plata, el celular y sin falta tomé mi gabardina marrón claro, ya que hacía mucho frío.
Pedí un taxi y en minutos ya me encontraba sentada con Dakota.
—Solo a ti se te puede ocurrir tomar un helado en pleno invierno. —Le dije asustandola desde atrás
—Llegaste, al fin ya pensaba que me habías dejado varada.
—Nunca, ¿vamos? Muero por un helado de chocolate con almendras y vainilla. —Ya pude sentir ese sabor tan rico en mi boca.
Caminamos hasta la heladería más cercana y pedimos nuestros helados.
—Ahora cuéntame ¿Cómo fue?, ¿Qué tal? ¿Cómo es?. —Tantas preguntas y tan pocas respuestas.
—Fue rápido como te dije ni siquiera le pude dar las gracias, me sentí nerviosa pero lo pude manejar, creó, él es...es no sé cómo explicarlo, es algo inefable… él es raro y misterioso tiene un aura que transmite seguridad, y ni te digo de sus ojos son tan lindos de color miel que jamás había visto incluso puedo decir que se les cambia a un color como avellana ayer en la cafetería los tenía así, son cambiantes, no sé si me entiendes, pero son hermosos, pero eso no es lo mejor, sus labios, son tan carnosos y rosados, son hermosos.
—Y todo eso con una sola mirada, ¡Wau! Me retracto, estás loca por ese chico. —En sus labios se instaló una sonrisa picara eso significa que viene un comentario fuera de lugar. —Ya pronto me contarás cómo besa y que hace con esa boquita. —Elevó sus cejas de forma divertida. Toda la sangre se fue a mis mejillas, como se le ocurría decir esas barbaries.
—¡Dakota! Hay gente te pueden escuchar. — Dije riendo, siempre tan inoportuna. —Pero si, sueño con que algún día lo bese. —Reí más fuerte por lo tonta y aniñada que debo sonar. —Ya basta de mi, dime tú ¿Qué pasó con Bryan?.
—Ese idiota. —Puso los ojos en blanco. —Lo encontré en una fiesta besando y tocando a una rubia, por poco y no tienen sexo en plena fiesta, un asco, pero bien por mi por no quedarme con tal idiota. —Se escogió de hombros.
—Eso no me lo esperaba, él parecía un buen chico. —Hice una mueca.
—¡Bueno sus huevos!, o sí eso era lo único que sí tenía de bueno, pero al fin resultó ser uno más del montón, espero a tí nunca te toquen de esos, son los peores.
—Ya encontrarás a alguien,cuando te conocí pensé que tú y Carlos tenían algo.
—Oh no! Carlos es como un hermano para mí nos criamos juntos éramos vecinos llevo conmigo el recuerdo cuando lo ví por primera vez, su familia lo había adoptado de México y traído a este pueblo, estaba asustado y temblaba él no estaba acostumbrado a este clima tan frío. —Sus ojos brillaron al recordar esa escena en su cabeza.
—Me imagino un Carlos en versión pequeño, con sus ojitos marrones grandes y sus largas pestañas, todo un dibujito animado. —Ambas largamos una estruendosa carcajada.
Todo el tiempo nos la pasamos riendo y compartiendo un buen rato entre amigas, después de tomar el helado dimos unas vueltas en la plaza para “supuestamente” adelgazar pero ambas sabíamos que eso no iba a pasar si después de cada vuelta nos sentamos y seguíamos conversando.
Al oscurecerse el cielo decidimos dar por terminada la salida, volviendo cada una por dónde vino, mientras caminaba puede visualizar un auto negro como el de Raimond, pero cada vez que me acercaba pude notar que estaba vacío, ni modo, seguí caminando escuchando como una canción que no reconocí era cada vez más fuerte, debe ser una fiesta, es sábado lo más seguro es que sea eso, no recuerdo la última vez que fui a una. Al notar de dónde provenía todo el alboroto quedé impresionada eso no tenía nada de parecido a un baile ni mucho menos a una disco, era un callejón con puertas en los costados y basureros, en una de las puertas la que parecía de metal se encontraba un chico y un señor robusto y alto, el chico le pasó algo al grandote y este lo dejo pasar.
¿Qué le dió? ¿La entrada?.
Observe un poco más aquel horrible lugar y de una puerta salió otro chico no lo pude ver bien estaba un poco lejos, pero ese cabello desordenado me es familiar, se giró solo un poco y pude observarlo mejor, Raimond.
¿Qué hace aquí? ¿Qué hago yo aquí?.
En diferencia al otro chico él entró sin darle nada al grandote, también me fijé en que no estaba vestido como para asistir a una fiesta, eso aumentaba más mis dudas, sin pensarlo dos veces crucé la calle y me adentre al callejón, mi corazón latía fuerte estos lugares no me gustan y son muy inseguros pero el que no arriesga no gana y si quiero saber más de él, algo me dice que debo entrar. Saco de mi bolso unos cuantos billetes para ver si así me dejara pasar el robusto, se los tendí y él los contó no era mucho pero igual se movió a su derecha y pase.