Junio 21, 2021
Ha pasado una semana de la sorpresita que le di a mi padre al haber estado con Edan sexualmente.
<Dicen que la gente ya-no-virgen es más sexy>
Y sí, mis compañeras han coqueteado con Edan en frente de mi, creo que aún sabiendo que es mi novio.
Frunzo el ceño cuando las veo como garrapatas al lado de mi hombre.
Soy una muy grande celosa que podría agarrarme del cabello incluso a la más fea por coquetear con mi Edan, pero recuerdo que él es un hombre, no un chico.
Hay una verdadera diferencia entre hombres y chicos. Los chicos usan y engañan, los hombres saben lo que hacen y no hacen estupideces.
Aparte de que mi Edan me ama a mi, solo tiene ojos para mí y su pene es solo mío (eso ya sonó mal, Celia).
No hemos tenido sexo desde la última vez y me quedé con las ganas de que me toque nuevamente, de todos modos aún teníamos dos condones más.
—¡Celia! —salgo de mi mundo y volteo a ver a Lía —. ¿En qué piensas? —bufo.
—En mi hermoso novio —suspiro y las chicas hacen bulla —. Es.. asombro.
—¿Ya tuviste relaciones con él? —carraspeo y asiento, no les había contado nada, ni pensaba, pero ahora que lo dicen, pues ya qué.
—Fue tan hermoso conmigo... Lo amo.
Estos eran ya mis últimos días de preparatoria y ya me dirían si quedé en la universidad de Cambridge de teatro y cine. Esa es mi fuerte.
—No quiero dejar a Edan solo en esta preparatoria —le digo y suspiro
—Bueno, muchas chicas nuevas posiblemente se le acercaran —rasco mi cabeza, frustrada.
Eso era más que verdad, se le acercaba Amanda, esa me caía más mal que nada.
Entiendo que él trabaja en una cafetería y debe hablar con los que piden, pero unas se le acercan a pedirle su número telefónico.
Cuando se acaban las clases voy a la cafetería a buscarlo y estaba acomodando unas cosas.
Se levanta da la vuelta y me mira, con una sonrisa.
Agarra unas cosas, viene conmigo y nos damos un pequeño beso.
—¿Ya nos vamos? —pregunto yo con una sonrisa.
—No, voy a hacer algo en otro lugar, ¿Puedes llevar a mis hermanas a casa? —mi sonrisa se desvanece —. Es importante lo que haré Celia, por favor —pone la mano en mi hombro y me besa.
—Bien, espero que tu papá no esté en casa —le sonrió y él a mi —. Bueno, adiós.
Después de haberle hecho el pequeño favor a Edan dejo a sus hermanas en su departamento y les doy de comer.
Cuando estoy haciendo la comida se escucha la puerta abrirse y me llega un escalofrío por todo el cuerpo.
—¡Mis niñas! —era la voz de una señora.
—¡Mamá! —nunca había tenido la suerte de conocer a mi suegra, pero conociendo a su papá ya me bastaba.
—Mamá les trajo unos regalos —se escuchan de lejos —. Este para ti Jovanna y para tu Clarisa, mis dos amores —se escuchan besos y yo me escondo, no vaya a ser que ella esté más loca que su esposo.
—Mami, trajimos a una invitada.
Mierda, ya me delataron...
—¿Quién es ella?
—La novia de Edan.
—A ver, quiero conocerla.
Luego Jovanna aparece conmigo y me jala con su mamá, pero al principio no quise caminar hacia su lado.
—Hola —me saludó una señora castaña —. Ophelia, mucho gusto.
Bueno, loca no está.
—Hola señora, mu..mucho gusto, señor Ophelia.
—Tranquila, yo no soy como Philip —suspiro.
—Perdón, me debo ir, tengo muchos deberes por hacer, la comida ya está hecha... —me despido y corro a la puerta, no quiero que llegue su marido y me golpeé ahora sí.
En el momento que iba a abrir la puerta, escuché la voz de la señora Ophelia.
—Solo no entiendo porque elegiste a Edan y no a otro chico, Edan no es bueno en nada.
Salgo de esa casa y me meto a la mía.
Al paso de unas horas me quedé viendo la televisión y haciendo unas tareas, ya en unos días salía de vacaciones.
Tocan la puerta de casa y la abro, veo que es Edan. Lo saludo con un beso y me devuelve uno más intenso.
Nos separamos del beso y le sonrió abiertamente.
—¿Cómo estás?
—Bien —sonríe y me muestra unos papeles. Los agarro y los leo, brinco de emoción y grito.
—¿¡En serio!? —lo abrazo —. ¿Ya vas a estudiar la secundaria? —el me asiente —. Felicidades..
—Voy a superarme por ti, te lo juro —se agacha y me da un beso, realmente estaba caliente y me quitó la playera para él, se pone a jugar con mis pechos agarrando mi sostén.
—¿Quieres premio? —él solo me asiente.
Quita mi sostén y besa mis pechos.
—Espera, ¿aún quedaron condones? —asentí con la cabeza, y tenía razón, no arruinaría mi vida por un bebé, bueno tal vez sí porque es de él.