Cuando el auto se detuvo frente a la casa de los Martins, Abigail no tardó en despedirse rápidamente y acelerar sus pasos hacia la casa. Aquello le pareció divertido a Cooper, y tanto como Martins trató de cubrir su sonrojo, él escondió su sonrisa todo el camino.
Solo Ben los veía y estaba confundido por ambas reacciones. Así que antes de bajar, se acercó a Alan curioso.
-¿Por qué Abigail estaba roja?
-Porque le dije que me sentía muy cómodo a su lado.
-¿Solo eso?
Cooper se rió ante el desconcierto de Ben y revolvió su cabello.
-Sí, Ben solo eso.
-¿Y por qué te reías?
-Por su sonrojo.
Ben puso los ojos en blanco y negó antes de bajar del auto, pero escuchó la risa de Alan y luego al pasar por el cuarto de su hermana las maldiciones que solo ella podría soltar. Entró a su habitación y una vez cerrada la puerta murmuró:
-Están locos…
Pero sonrió, todavía recordaba como esos locos se amaban.
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