El precio del amor
Abigail
—¿Puedo no volver al hotel? Necesito tiempo para no asesinar a Sara.
Cooper se rió y aceptó. Por ello agradezco cuando el auto se detiene frente a la casa de Alan y abro la puerta. Unos pasos desesperados resuenan y es el único aviso que recibo antes de ver a un maratonista de cuatro patas rubio que se lanza sobre mí.
—¡Neymar! —grito y empiezo a acariciarlo mientras el lame mis manos provocando cosquillas.
El señor viene apresurado al escucharme gritar, pero se tranquiliza al verme jugar con el can. Le aseguro que no hay problema y que puede irse. Asiente y yo cierro la puerta a mi espalda.
Tomo aire y es cuando noto que mis manos están temblando. Supongo que la adrenalina esta dejando mi cuerpo. No tengo fuerzas para moverme más, mi cuerpo esta completamente molido, por ello me encamino hacia el dormitorio que recuerdo la ultima vez, tomo la cobija que esta sobre la cama y con ella me tapo cuando me acuesto en el sofá.
Neymar se sube y ocupa el espacio en mis pies. Se siente calientito así que dejo que se quede.
Cierro lo ojos y para cuando despierto es hora de ir al trabajo. No he ido a casa, pero he estado cumpliendo con ambos trabajos. Tanto en la empresa como en la cafetería. No iba a perderlo todo por mi corazón roto.
Empiezo a doblar la cobija y entro de nuevo a la habitación. Ahora más consciente me sonrojo al recordar mi primera vez aquí, pero me obligo a ignorarlo y abrir el armario.
—En mi armario hay varias muestras de ropa que Hanna me entrega. Son todas tuyas si lo deseas. A menos que quieras pagar otro taxi e ir a tu casa así.
—No quiero comprar más ropa, esto es prueba de mis malas decisiones —señalé mi pijama a lo que él se rió —No seré terca y te tomaré la palabra.
Estaba por entrar en crisis económica, los corazones rotos por alguna razón me salían más caros de lo debido.
Efectivamente en el fondo hay unas cajas, las abro y la ropa asoma. No es de mi talla, pero es una suerte entrar en la talla media y que me quede algo grande.
Trato de acomodarla lo mejor que puedo y al verme me volteo hacia Neymar, que esta acostado sobre la cama.
—¿Se ve bien?
No dice nada, obviamente, pero sonrío y acaricio su cabeza y dejo un pequeño beso en su frente.
—Seguro que sí.
***
La música suena por la radio mientras muerdo mi labio inferior concentrándome en la decoración del pastel. El ritmo pegadizo me tiene tarareando la canción y aprovecho para sonreír cuando mis movimientos se sincronizan con la música. Alzo suave, giro lentamente y luego desciendo la mano. Me alejo para ver mi obra final y sonrió satisfecha.
—¡Uno más!
—¡A la orden! —grita Lady y toma el pastel para empezar a empaquetarlo.
Me concentro en hacer ahora la decoración con frutas a los cupcakes, así que mientras Lady canta levemente y lleva todo a la cafetería, yo acomodo las frutas en la capa.
—Veo que Lady te ha dejado solo la decoración —dice Margot mientras entra sonriendo.
—No me quejo, es divertido no lavar los utensilios.
Se ríe y temblando un poco toma un cupcake, lo prueba y enmarco una ceja sonriendo.
—¿Qué tal? ¿Te gustan?
—Lady renunciaría si digo que no.
Lady ríe y afirma que eso es verdad, nos pasa de largo y continúa atendiendo al cliente. Río junto con Margot y es algo tierno como parece de verdad encantada comiendo algo dulce.
—Siempre ame cocinar —dice dando otra mordida—ahora no puedo hacerlo, pero puedo seguir comiendo. Llevarte algo dulce al estómago sigue siendo algo agradable de hacer.
—Papá dice lo mismo.
—¿Por qué? Él puede cocinar.
—En su trabajo sí, pero Hailey y Ben le han robado la cocina en casa—río y niego —Esos dos le ponen a lavar los platos.
—Un golpe duro para Holden.
¡Definitivamente! Papá odiaba y hasta ahora odia, lavar los platos. Pero pese a ello lo hace cuando mis hermanos cocinan.
—Ese viejo también odiaba lavar los platos —sonríe levemente —pero lavaba los de Celina. ¿Puedes creerlo? ¡Ni los míos!
Sonrío algo nostálgica al ver que piensa en Don Ángel, así que solo le escucho para luego verla continuar comiendo. El reloj marca las nueve y Lady grita.
—¡Es hora Abigail!
Asiento y me saco el mandil mientras Margot niega al verla no atinar que hacer y balbucear nerviosa sobre lo increíble que será. En algún punto me contagia su emoción que cuando llega Jeremy para reemplazarnos, mi estómago se aprieta.
—Cálmate un poco Lady.
—¡No puedo abuela Margot! ¡Es que veré a un intento de famoso actuar!
—¿Y por qué te emociona un intento de famoso?
Río levemente al ver la confusión de Margot, ella no entendía a quién se refería Lady con esa expresión. Y Lady solo pudo sonrojarse para luego balbucear de nuevo, al menos hasta que la puerta sonó y entró Jeremy.
—¡Jeremy!
—¡Lady! ¿Por qué me gritas ahora?
—¡Por nada! ¡Estoy nerviosa! No te lo tomes personal.
—Es difícil luego de que lo haces siempre.
—Me das motivos siempre.
Jeremy sonríe colocándose el delantal y sin negarlo. Lo saludo y él hace lo mismo, dejo las cosas a su lado y una vez que Jeremy registra su entrada, Lady besa de manera sonora la mejilla de Margot y se despide.
Yo hago lo mismo, solo que más tranquila que ella.
***
—¿Ya llegaron? —es la pregunta de Katy a través del celular.
—¡Sí! —responde Lady por mí.
—De acuerdo, notificaré para que les dejen entrar. Por cierto…Lady, nunca dijiste que fuera tan guapo.
Lady cuelga la llamada y yo la veo pasar de blanco a rojo en menos de un segundo mientras camina hacia la entrada. Río levemente haciendo que se avergüence más.