Los dos regalos
No era nuestra primera vez.
Sin embargo, siempre que lo hacíamos ambos actuábamos como si lo fuera.
Las emociones que sentía en ese momento nunca eran iguales a las anteriores, y siempre que nos volvíamos uno, mi cabeza se nublaba y mi corazón se aceleraba. Siempre sentí que era más fuerte que la anterior, más intenso.
Y esta vez no fue la excepción.
Los nervios se pueden leer en cada centímetro de la habitación. Y el jodido corazón no deja de latirme de manera apresurada. Incluso con una mano sobre mi pecho puedo sentirlo. Cosa que era vergonzosa.
Después de haber finalizado la recepción, nos subimos a un avión y luego de cuatro horas habíamos descendido y entrado en una pequeña isla. Ahora, en esta cabaña que grita vergonzosamente “Recién casados” me encuentro sentada sobre la cama todavía con el vestido de novia y sonrojada.
En mi mente no deja de reproducirse la voz de Katy sobre su jodido regalo, lo que me pone más nerviosa. ¡Nunca había usado esto! Y pese a que ella misma me regaló uno hacia años.
¡Dios mío! A veces me pregunto si Katy tuvo una evolución o no.
Ahora mi vestido sin la parte baja esponjosa, era solo un vestido largo y cómodo. Así que no tuve problema en dejarme caer de espaldas sobre la cama. Pero me duele hacer eso, así que me levanto como un resorte de nuevo.
Me había clavado los broches del cabello.
Mientras lidiaba contra los broches y sus tirones, Alan entró a la habitación y se acercó, deteniendo mi cruel acto.
—Déjame ayudarte con eso.
Asiento y veo como con cuidado empieza a deshacer el peinado. No es como yo, y eso me da un poco de gracia. Así que río levemente y pese a que pregunta por ello, no respondo.
—Solo…te ves guapo concentrado.
—Veo que cada vez eres más cercana a Cristina.
Río por ello. He sido atrapada.
Pasar con aquel chica directa y coqueta me estaba contagiando.
El último broche es quitado y siento como mi cabello se afloja y cae sobre mis hombros. Alan con cuidado deja el broche de mamá a un lado y besa mi mejilla.
Mis mejillas se sonrojan un poco y mi mano lo retiene cuando se va a alejar. Mis alarmas suenan en mis oídos y mientras ahogo un grito por mi acto descarado, me levanto y sin darle tiempo a procesar le robo un beso. Mis mejillas se calientan por eso y cuando me alejo bajo la mirada a mis manos.
—Yo… yo… te amo.
Y te deseo… ¿cómo demonios te digo eso sin parecer una pervertida?
Su mano acaricia suavemente mi mejilla y se acerca para besarme. Parece que él lo ha entendido, ya que su beso no es del todo suave, es demandante y me apega a su cuerpo con su brazo. Voy a colocar mis manos en su pecho, pero se aleja y deja un pequeño beso en mi frente.
—Déjame acabar de subir nuestras cosas y continuamos ¿de acuerdo niña tonta?
Asiento de manera tímida y luego de verlo salir me dejo caer en la cama de nuevo y suspiro tapándome la cara.
¿Qué demonios hice?
No tengo mucho tiempo para cuestionarme porque Alan regresa y se acuesta junto a mí, rodea mi cintura y me atrae hacia él. Sonrío levemente y empiezo a dejar besos cortos hasta que me posiciono a horcadas sobre él.
—Retomas muy rápido las cosas Martins.
Pese a que me sonrojo sonrío y beso frente.
—Te amo.
Sus brazos rodean mi cintura y una perezosa sonrisa en sus labios se forma.
—También te amo niña tonta.
Y como él lo había dicho, fui rápida para retomar las riendas y continuamos la noche. Entre besos, gemidos y palabras. Pero, sobre todo, uniendo nuestros corazones.
Y haciendo nuevas promesas.
***
Fui la primera en abrir los ojos a la mañana siguiente.
Y verlo de frente, abrazando como de costumbre la almohada y con cabello sobre la frente, me hizo sonreír.
En especial cuando mi vista fue a su mano.
¡No podía creer lo que ayer había pasado!
Todavía seguía siendo increíble, pese a que yo había hace meses gritado y aceptado su propuesta.
Miré mi mano.
Estaba casada, ahora, este sujeto era una papa casada y quien dormía a mi lado, era mi pareja, pareja de la papa casada.
Sonreí por lo cómico de ello y me acerqué hacia él, tomé su mano y la estaba entrelazando nuestros dedos cuando él se despertó.
—¿Qué haces? —pregunta con voz baja por recién despertarse.
No tengo más opción que detenerme y apretar un poco su mano mientras me encojo de hombros.
—Ahora estás casado.
—Tú también.
—Es algo vergonzoso de decirlo.
—Yo podría acostumbrarme a decirte esposa.
Siento como me gusta esa declaración, y como mis mejillas se sonrojan por ello mientras trato de aguantar mi sonrisa.
—Yo podría intentarlo… decirte de ese modo.
—Podrías empezar a practicarlo desde ahora.
—¿Ahora quién es el rápido?
Se ríe levemente y deja un beso en mi mejilla. Me acomodo mejor y voy a cerrar mis ojos de nuevo cuando la puerta es tocada. Servicio a la habitación llega y agradezco que sea Alan quien abre la puerta, así puedo ver en primera plana una imagen que muchos envidiarían tener, él trayendo el carrito de comida sin camiseta.
Y solo después de admirarlo, me levanto y camino hacia la maleta para tomar un pijama. Aprovecho que él empieza a colocar la comida en la sala para irme al baño, lavarme la cara y cambiar mi humilde atuendo de una camisa grande a una camisa con un short.
Una vez pareciendo un ser decente camino hacia la sala y me robo una rebanada de pan en cuanto lo veo. Moría de hambre, así que no me sorprende tomar otro y metérmelo a la boca.
Estoy picando poco a poco mientras veo algún programa en la televisión, cuando encuentro un dorama lo dejó sin dudarlo. Y Alan al entrar solo ve la pantalla, él sabe de mis gustos culposos, así que solo enmarca una ceja divertido y se sienta a mi lado empezando a desayunar.