Una pequeña brújula
Supongo que el sushi y yo no somos compatibles.
Al menos eso asocio cuando me encuentro corriendo hacia el baño y empiezo a vomitar luego de haber incluso escupido la comida en una servilleta.
¡Sabe horrible!
¡Jamás podría comerlo de nuevo!
Mis papilas gustativas han sido arruinadas en menos de un segundo. Ni siquiera pude masticar más de dos veces, porque ya lo saboreé y pedí una servilleta de inmediato.
¿Por qué sabe tan mal? Ni siquiera la salsa que Alan dijo que le haría saber bien pude soportarla, al contrario, me supo desagradable por igual.
Unos golpecitos son dados a la puerta cuando me estoy ahogando con agua.
—¿Estás bien?
—Soy un número negativo ahora mismo.
Una risa leve se escucha del otro lado y al abrir la puerta me topo con Alan arrimado a la pared, al verme salir se acerca y con su mano acaricia mi mejilla.
—No sabía que lo detestarías tanto.
—Yo tampoco, creí que me gustaría, pero no, no sabe bien. ¿Cómo puede gustarte el sushi?
—Sabe bien.
Hago una mueca y niego.
—No concuerdo contigo.
Jamás volvería a comer sushi en mi vida.
Comerlo era uno de los errores que jamás volvería a cometer en la vida.
—¿Sigues con hambre? —niego —Pediré algo para llevar.
Río. Hombre precavido.
—¿Y el sushi?
—También lo llevaré —le miro mal y él sonríe —Yo lo comeré.
—A dos metros de distancia de mí por favor.
Con ese trato hecho procedimos a volver a la compañía, al entrar saludo a todos y no pierdo el tiempo cuando Alan es llevado a una junta por Linda, que después de varios años ha sido ascendida y ahora no es solo una universitaria sexy, sino que sale en cada revista con el hijo de True or False… al menos esas son sus palabras, para mí Linda ahora si tiene una pinta de linda y es más educada, lo último no podía ser comentado ya que era verdad y estaba saliendo con Dan.
Recuerdo que me sentí estupefacta cuando lo primero que vi una mañana fue que el mismo Dan que estaba actuando como guardia y portero de la empresa era el hijo de un CEO de una cadena de revistas.
Me conforté cuando supe que no era la única que no sabía de ello.
Linda al verme aprovecha para saludarme cortamente y no se olvide de mandar un beso volado a Dan, quien suspira y algo avergonzado hace como que lo toma.
Lo miro de manera inconsciente y él colorado masculla.
—No digas nada al respecto.
—No lo iba a hacer… bueno, tal vez sí, es muy raro —río levemente y luego me pongo seria al ver que él se queda en silencio —¡Quiero decir yo…! Ah, la verdad es lindo verlos, nunca los imaginé juntos, pero no ahora no se ven mal, ¡no quise decir que antes sí! Solo… solo estoy balbuceando ¿verdad?
—Sí, como siempre.
—Eso fue grosero.
—Puede —sonríe levemente —Pero eso también significa que me he acostumbrado a tus balbuceos y no me lo tomo a mal. Pese a que metas la pata muchas veces.
—Tú si que sabes como hacerme sentir peor.
Suelta una risa.
—No soy Ismael.
—Cierto, él solo delira por Sara y no hace nada al respecto.
Una risa brota de Dan y niega viéndome.
—Y lo acabas de hacer de nuevo.
Mis mejillas adquieren color al notar ese detalle.
—Suficiente, me iré, creo que escucho a Katy llamarme.
—Tu sentido de la audición debe ser muy bueno.
—Y tu piedad muy escasa porque veo que no serás bueno y me dejarás huir.
—¿Estarías huyendo? —pregunta claramente divertido mientras finge sorpresa —Bueno, solo por hoy seré bueno y te dejaré ir.
—¿Seguro?
—Sí, tengo que ser condescendiente con quien odia el sushi como yo.
—¿Cómo sabes que no me gustó el sushi? —recuerdo a Alan y ruedo los ojos —Olvídalo, ya no preguntaré. Por cierto… —sonrío maliciosa y tal y como lo hizo Linda, le lanzó un beso de manera estruendosa y me río al ver su cara desconcertada —¡Atrápalo Dan!
Empiezo a reírme mientras corro hacia el ascensor y puedo verlo maldecir avergonzado. Mientras, mi abdomen no aguanta más y estoy adolorida, pero sigo riendo.
Ver su cara valió cada maldito segundo.
Al bajar del ascensor voy hacia el estudio fotográfico y aprovecho para ver de lejos a Katy trabajando, su concentración, como conversa con el resto y asiente cuando este conforme, es algo que siempre me ha gustado ver, tal vez se deba a la seguridad que muestra.
Cuando dice que inicia un descanso golpeo la puerta un poco y entro, ella al verme sonríe y dejando de ver la cámara, se arrima y pregunta.
—¿Qué tal el sushi? —al ver mi cara distorsionada se ríe —Parece que no te gustó.
—Horrible. ¡Jamás me dijeron que eso sabía así! En especial los pequeños granitos que tenía rodeándolo.
—Oh, tal vez saboreaste los huevos de pescado y no te gustó.
Empalidezco al oír eso.
—Pescado ¿qué?
Siento que mi comida vuelve a subir por mi esófago. Quiero vomitar de nuevo. Es más, podía oír al baño llamarme.
» ¡No! No continúes, no creo poder soportarlo.
—Creí que sabías lo que tenía en sushi.
—No le dije por ese motivo, lo odió sin saber que consumía —dice Alan a mi espalda entrando recién y con la mirada todavía en los documentos, la alza y al ver mi expresión sonríe —Lo siento cariño.
No creo que lo sientas.
Ahora lo quería a tres metros de distancia.
Es entonces cuando llega, un olor conocido por dejarle un trauma a mi sistema, volteo la cabeza y veo a una persona ingiriendo sushi con esa salsa, la que huele horrible. Siento la bilis en mi garganta y antes de darme cuenta salgo corriendo del set hacia el baño, una vez ahí vacío mi estómago de nuevo y maldigo sintiendo en cada arcada el sabor del sushi. Pese a que no lo había ingerido, el sabor se colaba como recuerdo y era como si lo tuviera en la punta de la lengua.