“oye, oye”… dijo soltándose de mi
“las llaves del auto”
En ese instante yo estaba muy furioso como para darme cuenta de que en el lugar habíamos dejado las llaves del auto, y el dueño ya estaría a punto de cerrar.
No supe hacer más que estallar en risa…
Y me di finalmente cuenta de que todavía no le había preguntado su nombre…
“antes de que se acabe el dia, te quería preguntar, cómo te llamas”. Tomándola de las manos.
“yo…”
La toman por detrás con fuerza…
“verónica ese es su nombre”…
Era Erick, el tipo con el que vivía verónica…
“¿quieres que los vaya a dejar, verónica?”…
“no, está bien, yo la puedo llevar”… poniéndose en mi frente ese tipo.
“bueno adiós” me dijo ella con una sonrisa, mientras entraba al auto.
¿Por qué mi corazon late de esta manera?... solo me he sentido de esta forma una vez en mi vida, y fue… fue… no logro recordar todavía porque, o por quien fue… esta sensación en mi corazon.
Solo pude llegar a mi casa totalmente exhausto, y saludar a la foto de mi madre en la entrada había dejado el trabajo a medio hacer…
Asi que en cuanto abrí el computador, me encontré con trabajo acumulado…
Pero… pero!, por qué demonios, tengo trabajo como si no hubiera trabajado en semanas!...
Esto… es obra de mi padre, entre los dos nos repartimos el trabajo diariamente, y sin embargo, aprovecho.
Esa noche pase sin dormir…
Llegue al dia siguiente, y vi a verónica ingresar en la empresa, me pareció que mi corazon salía de mi pecho, y mis mejillas ardían en llamas, pero logre controlarme y saludarla.
Fui a la oficina y me di una gran sorpresa cuando vi, que era la secretaria personal, de mi socio… ella en general no sabía hacer nada, desde cocinar hasta encender una computadora… así que esto no me dio un buen augurio.
Pero al mismo tiempo no podía distraerme de mi trabajo así que no podía hacer más…
En la reunión que tuvimos todos, ella entro con los café, y se resbalo, regándolo todo sobre mi socio que se llamaba Eduardo y yo, el no solía ser muy tolerante, pero le dijo que no importaba, sin notar mi presencia.
En ese momento me di cuenta de que pese no sabía caminar con tacones eduado, la hizo usar tacones extremadamente altos, y sus pantalones cambiaron a faldas cortas y apretadas, dela noche a la mañana.
Tal vez ella no lo notaba, quizá por su inocencia, o su estupidez…
Pero Eduardo la comía con la mirada, y cada dia se intensificaba.
“¿quieres ir a comer?”… me dijo verónica con una sonrisa…