Tear out my heart.

Capítulo 4:

El resto de la tarde pasó entre bromas y risas, ambas se veían preocupadas, pero trataban de ocultarlo. Todas podíamos notarlo, Chae y yo quedamos en ver películas mañana por la noche, nos despedimos alrededor de las siete, nos prepararíamos en la casa de Nayeon que quedaba más cerca de la casa donde seria la fiesta.

 

  • ¿Qué creen que nos mostrara Aisha? — preguntó Dahyun, cambiando radicalmente de tema.

 

  • No lo sé, probablemente algo con respecto a los rumores — obvió Jihyo retocando su labial.

 

  • Es como si no conociéramos a nuestras amigas — agregó Momo con un deje de tristeza.

 

  • Las conoces, hasta donde ellas lo permiten — dijo Sana, terminando de arreglar su trenza.

 

  • Tengo miedo — Admití derrotada, dejando de lado el maquillaje — he estado tanto tiempo enamorada de Chae, que no sé cómo pueda afectarme esto, tampoco tengo idea de lo que encontraremos, pero algo me dice que no será algo bueno.

 

Nayeon se acercó, dándole un apretón en el hombro — no creo que nuestras amigas sean malas personas, debe haber una explicación para todo, en dado caso.

 

Jeong abrazó a Mina por detrás — Estoy segura que el amor que tienes por ella, es más fuerte que cualquier cosa, Minari.

 

Asentí — Gracias chicas.

 

  • ¡Bien, es hora de irnos! — animó Sana, cortando el ambiente melancólico.

 

Decidimos ir caminando, quedaba solo a unas seis cuadras. Sana empezó a cantar psyco de su grupo favorito, todas terminamos cantando y bailando mientras caminábamos — joder, esa canción me hace sentir sensual.

 

  • Eres tan extraña, dubu.

Entramos al terreno de la mansión, sabíamos donde quedaba la piscina. Todo era una locura, debía estar al menos la mitad de la población universitaria. Sana sacó un cigarrillo, rotándolo con Momo y Dahyun, las demás fuimos a buscar las bebidas. La cerveza abundaba por todos lados, sana consiguió unas buenas latas para un rato, la ayudamos para reunirnos con las demás.

  • ¡Fancyyy, youuuuu! — canturreaba Sana, imitando la coreografía.

 

  • ¡Eh, eh, eh! — animaba Dahyun haciendo un paso ridículo.

 

  • Nos vamos quince minutos y ya están borrachas — bromeó Jeong, pasándole unas cervezas.

 

Empezamos a bromear, bailar y tratar de no emborracharnos, la música sonaba fuerte, rítmica. Nos lanzamos en la piscina, alejándonos de los chicos — ¡No lo puedo creer! — gritó Jeong sorprendida al ver a Dahyun arrinconando a Sana en la esquina de la piscina cerca de nosotras mientras le comía la boca.

 

  • ¡El saida es real, confirmado, el saida es real! — victoreo Momo, lanzando la cerveza encima de ellas.

 

Enloquecimos al ver la mano de Sana afirmando la cabeza de Dahyun — ¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo! — gritó Jihyo, uniéndose a Momo.

 

La miramos sorprendida — ¡Diosa, por el amor a ti! — gritó Nayeon entre carcajadas.

Tomo su cerveza de un trago, arrojando la lata en el cesto que estaba más cerca — ¡Anotado! — sonrió abiertamente — ¡He estado esperando que se coman la boca durante tres años!

 

Empezamos a retorcernos de la risa cuando pude ver la mirada intensa de Jeongyeon sobre la coneja — ¡Vamos, Jeong! ¡Al ataque!

 

La atrajo fuertemente hacia ella haciendo que se atragantara con la risa, Nayeon sonrió mordiendo su labio, se lanzó a su boca. Comiendo, literal — ¡Jodeeeer, está haciendo calor! — gritó Momo abrazando a Jihyo, alzándola y poniéndola en sus hombros, bailando — diablos Ji, me vas a dejar sorda con tus gritos.

 

Era cierto, sus gritos se podían oír encima de la música.

 

  • ¡Mina, estas solita! — se burló Sana entre carcajadas. Rodé los ojos, era una tradición ser el mal tercio al parecer.

 

  • ¡Oh, Chaeyoung, mi amor! ¡¿Dónde estás?! — grité de forma dramática. Haciéndolas reír

 

  • No soy Son, pero te puedo acompañar, dulzura — la sonrisa exótica de Hwasa, me tentó, pero sabía que luego no podría librarme.  

 

  • ¡Lo pensaré!

 

Me guiñó un ojo antes de seguir su camino — ¿Por no te fuiste con ella? ¡Rechazaste a Hwasa! — reprochó Momo, mirándome como si estuviera loca.

 

Bdz, mi canción favorita empezó a sonar por los altavoces. Solté un grito, cantando a todo pulmón, me recordaba a cada uno de mis sentimientos por mi pequeña y las ganas de confesarle que la amaba, por más obvia que fuera. Al terminar la canción, salimos de la piscina, al segundo apareció Aisha — ¿Listas? Debemos movernos o no lograremos pasar.

 

¿Pasar a dónde? Quise preguntar, nos secamos, pusimos nuestra vestidos o faldas, tomamos nuestras cosas y empezamos a seguir a la menor de los Chou — ¿A dónde vamos? — preguntó Jihyo, insegura. Nos empezábamos adentrar en espesos árboles.

 

  • Ocultó entre estos caminos hay una casa mucho más pequeña, pero con el espacio suficiente para unas decenas de personas — no dijo nada más.

 

Mis manos temblaban, mi garganta estaba seca. Luego de treinta minutos de caminata, apagó la linterna. La luz de una hoguera solitaria estaba frente a nosotros, nos agachamos junto con ella — ¿qué sucede? — pregunté temerosa.




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