El camino fue largo, todas se rotaron para conducir. Menos Jihyo y Chaeyoung, todas durmieron la mayor parte del tiempo, pero en los pensamientos de Son, solo podía permanecer la angustia de como podrían lastimar a sus amigas y su ahora novia, Mina. Sonrió con agonía, su madre siempre le decía que el amor se revela en los tiempos más hostiles y tenía razón. El trío le causaba curiosidad, hasta morbo en su aspecto. Esos pensamientos pecaminosos, se regañó a si misma pero no podía evitarlo. Las practicas sexuales, grupales eran algo común en su comunidad. Se preguntó si Mina sería virgen, con ese cuerpo, jamás.
Todas bajaron, mirando el auto con recelo — ¿Ahora qué hacemos con él?
La pelirosa asintió — ¿Por qué debemos untarnos menta? — interrogó Mina, recelosa.
Todas asintieron sin decir ni una palabra más, siguieron a Sana. Dejando atrás a Chou — ¿Tú sabías de todo esto? — interrogó Nayeon, recelosa hacía Sana.
Nayeon asintió, confiada. Dahyun soltó un gruñido mirando de reojo a Sana quien suspiró, pero lo dejo pasar. Llegaron hacía un montón de arbustos, arrancó un montón de ramas y hojas — no dejen ni un solo lugar al descubierto.
Quince minutos después cuando terminaban, la menor de sus amigas se acercó. Pudieron diferenciar su olor a menta fuerte — ¿Listas? — todas asintieron — Jihyo y Mina, irán al frente conmigo. El poder de Jihyo puede ayudarnos a identificar el sello, al igual que las visiones de Mina, el camino. Se orientarme en el bosque, así que iremos adelante.
Al ver que todas estaban de acuerdo, empezaron a caminar colina arriba. Chaeyoung estaba cansada por la herida, terminando en la espalda de Mina quien apenas soportaba su propio peso, pero no dejaría a su novia agonizando. Pasaron cuatro horas caminando, escalando, golpeándose — ¡Esto es inútil! ¡No vamos a ningún lado! — se quejó Momo, escupiendo las hojas de la rama que la había golpeado hace poco.
Jihyo le lanzó una severa mirada haciendo que la japonesa guardara silencio, paso una hora más hasta que las chicas por fin pudieron sentir algo — estamos cerca — afirmó la muchacha de ojos grandes. Mina dobló hacía la derecha, sintiendo como sus piernas le temblaban, pero resistía. Sus visiones le hacían doler la cabeza, perdiendo así su energía, pero faltaba poco.
Asintió.
Mina apretó su hombro con una leve sonrisa — créeme, podrás-.
La castaña entrecerró los ojos, mirando con sospecha a sus amigas. Rodeó un poco el árbol, quedando un poco más cerca de Chou, quien la veía con intensidad. Tomó posición con una profunda respiración, soltó la flecha quien movió su cabello con elegancia, dando justo en el blanco. Justo como en la visión de Mina. Las miró sorprendida — ¡Pude hacerlo!
La tierra se movió bajó sus pies, haciéndolas caer. Una gran rama salió de la tierra, tomándolas a todas quienes soltaron un grito aterrorizado mientras esta las halaba bajo tierra. Aterrizaron en un duro piso, el polvo las hizo toser tratando de buscar oxígeno — que carajos…— el insulto de Momo las hizo abrir los ojos.
Estaban bajo tierra, Mina reconoció la sala por la visión que tuvo en el cuarto extraño de la cabaña — llegamos.
Todas se levantaron con lentitud, ayudando a la herida a levantarse poco a poco — creo que esto necesita una profunda limpieza — se quejó Jihyo al ver la suciedad.
El susurro de una voz atrajo a Jihyo, quien se levantó hipnotizada hasta el centro de la sala. Quitó el trapo viejo haciéndolas toser para encontrarse con una esfera que le enseñaba la parte superior, donde habían estado.