El día siguiente no fue mejor para nadie, Chaeyoung se levantó con el dolor explotando por todo su cuerpo, se alteró al ver la cama vacía y con suma tortura se levantó para trastabillar hacía la sala donde Sana parecía tejer algo, esperen ¿Sana tejiendo? — ¡Chaeyoung, no! — gritó Momo saliendo de la nada, tenía un extraño vestido azul casi transparente y el moño recogido en una coleta.
— ¿Mina? — susurró con debilidad.
— ¡Minaaa! — gritó Sana tan alto como para que las hojitas del techo se sacudieran, la japonesa apareció con el rostro lleno de hollín y un moño desordenado.
— ¡¿Qué?! ¡Chaeyoung! — gritó la chica al ver a su pequeña levantada apoyándose con dolor de la pared — ¿Estás bien? ¿Te duele? — preguntó con ansiedad, llenando a su novia de hollín.
— Mina, estás ensuciando a Chaeyoung — se burló Momo.
La japonesa la ignoró — no te vi, me asusté — susurró, el dolor no le permitía hablar.
— ¡Awww!
— Cállense — gruñó — bebé, son pasadas del mediodía. Hay mucho que hacer y debes descansar, mira no aguantas el dolor.
— Vaya Chae, no sabía que tu mamá se había venido con nosotras — su burló Jeong, tenía una pañoleta cogiéndole el cabello y los pantalones remangados.
— Tengo una sensación de volver en el tiempo al verlas que me está mareando.
— Lo sé, me pasó igual. Teníamos razón al decir que habíamos estado aquí antes — suspiró. Al levantarse, ver a las chicas cambiadas con ropa tan antigua le hizo tener visiones hasta dolerle la cabeza e incluso al verse ella misma junto a Chaeyoung.
— Chaeyoung, deberías estar descansando — regañó Jihyo, tenía un largo vestido blanco y una corona de rosas en su cabeza. Sintió que vomitaría.
— Tu-tu cabeza — Masculló caminando al sofá con dificultad.
— Oh ¿Te gusta? La conseguí en un armario — Jihyo sonrió tocando con delicadeza las rosas naturales pero intactas, pero Chaeyoung no entendía porque verla con esa cosa la debilitaba aún más, todo se volvió oscuro, desmayándose en los brazos de Mina para su fortuna estaba en el orillo del sofá.
— ¡Regresé! — una taiwanesa cayó del hueco con un quejido y una enorme sonrisa, llena de rasguños y suciedad — traje conejo — lo lanzo en la mesa, espantando a las demás.
— ¡Tzuyu!
Su expresión traviesa se borró al ver a Jihyo — ¡Quítate eso! — gritó preocupada.
— ¡Es mío! — se quejó haciendo un puchero.
— No entiendes, esa corona tiene magia negra. Estas debilitando a Chaeyoung y llenando tu cuerpo con energía maligna. Jihyo, quítatelo — suplicó tratando de acercarse.
— ¡No! — rugió con voz más grave. Una onda de energía blanca lanzo a Tzuyu haciendo que chocara su espalda con el árbol.
— ¡Amor! — gritó Sana corriendo hacia la menor.
Mina sintió escalofríos al ver los ojos de Jihyo tornarse rojos poco a poco — ¡Basta! — Nayeon le quitó la corona a Jihyo quien cayó desmayada, esta no tuvo tanta suerte dándose de bruces contra el suelo.
— La llevaré a la habitación — Momo tomó a la chica entre sus brazos, sacudió un poco la cabeza.
— ¿Pasa algo? — preguntó Dahyun quien estaba al lado de Nayeon.
Momo levantó la cabeza, estaba llorando — Momo ¿qué sucede? — preguntó Nayeon, se acercó un poco, pero esta retrocedió. Vio a Mina quien la miraba del mismo modo, su vista se posó en Tzuyu.
— He tenido un recuerdo o quizás sea mi imaginación, dime que no morirá — su voz era quebrada ¿recuerdo? se preguntó Nayeon sin entender. Lo peor era que la chica no respondía — ¡Dímelo!
— Tzuyu — advirtió Mina.
— Lo siento — murmuró, el resto de todas se contrajo — después de cada ritual, podemos vivir normalmente, pero lo cierto, es que una de nosotras siempre muere — Momo soltó un fuerte sollozo — desde el inicio, Jihyo se sacrificó debido a su responsabilidad como nuestra líder. Muere desde entonces unos después del ritual, sola una vez sobrevivió.
— ¡¿Cómo hacemos para que sobreviva?! ¡Haré lo que sea! — gritó de manera desgarradora.
Chou cerró los ojos con fuerza — debe morir Chaeyoung.
— ¡¿Qué?! — gritó Mina abrazando a la pequeña con fuerza.
Momo negó — encontraré otra solución, aunque deba morir por ellas — caminó con la vista baja saliendo de la sala.
Sana y Dahyun la veían con decepción, Jeong, Nayeon con algo parecido al odio mientras Mina la veía con un profundo dolor — ¿Qué más ocultas? — escupió Dahyun saliendo de la sala, la pelirosa la miró negando saliendo tras Dahyun.
— Terminaremos de cocinar — dijo Nayeon seguida de Jeongyeon.
— Lo siento, Tzuy. Sé que no es tu culpa — dijo sincera.
—No dejaré que mueran, buscaré la manera. Si alguien debe morir, me corresponde la responsabilidad — se acercó dándole un beso a ambas en la frente — llevaré esto a la cocina y trataré de conseguir la ayuda de aquellas dos.
La japonesa tomó su mano — buscaremos una solución sin muertes — apretó su mano, tratando de confiar en sus palabras. Sin embargo, sabía que la magia tenía su coste.