Las luces de las casas se encendían poco a poco. Mientras que el anochecer ya llegaba entre el susurro de la tranquilidad y el ruido del aire mezclándose con los pocos autos que había en las calles.
Abdón vivía al otro lado del estado de Morbesk, en el pueblo de Idmaun, y desconocía por completo lo que sucedía en otras partes del país y del mundo, debido a que los canales de televisión no estaban informando nada, y el internet últimamente estaba yendo lento.
Desde la hora que terminaron de almorzar, Abdón se comunicó con Dalton y Johan por medio del grupo. Dalton le contestó luego de unos minutos, pero Johan no se conectaba hasta ese rato. Aquello les preocupó, trataron de llamar al teléfono de su casa, pero nadie respondía. Dalton opinó que tal vez hayan tenido problemas con la conexión, debido a que en varias partes las redes estaban fallando. Por lo que se tranquilizaron, y decidieron probar si las redes en los videojuegos estaban igual. Así que decidieron meterse a jugar CounterStrike G.O., pero el internet estaba igual, no cargaba nada, y los servidores estaban caídos.
—Es curioso— escribió Dalton
— ¿Por qué lo dices?—preguntó Abdón
—Porque hasta ahora podemos conversar por aquí
—Es verdad…
Abdón miró por la ventana de su cuarto, se preguntaba por qué estaba pasado todo eso.
—Tal vez estas redes y la conexión de la empresa aún está funcionando— escribió Dalton.
—Si…—respondió Abdón, mostrándose pensativo en su mensaje.
— ¿Una videollamada?—preguntó Dalton
—Está bien, pero…
—Pero qué
— ¿Funcionará?
—Probemos—escribió Dalton e inició la llamada.
La videollamada captó, pero con algo de lentitud. Pero aquello importó poco, por lo que decidieron hacer las tareas del colegio. Sin embargo, más que eso hablaban de muchas cosas. Como lo sucedido aquella mañana al ingresar al colegio. Cuando Dalton subía las escaleras y su profesora de Matemáticas estaba frente a él.
—Le vi lo que tenía adentro, y era rojo. — dijo mientras se reía a carcajadas.
—Oh que cosas miras— dijo Abdón burlándose
—Miro cosas que quiero y debemos ver los hombres— añadió Dalton
—Bueno… pero la verdad es que la profesora Lisa es muy extraña.
— ¿Extraña?—preguntó Dalton en voz alta
—Shhh, cállate— habló Abdón mirando hacia la puerta de su cuarto
—Okey—susurró Dalton
—Tampoco susurres, solo habla en voz baja
—Está bien, pero cuenta
Entonces Abdón comenzó a contar la vez que la profesora Lisa, durante el receso, entró al salón de tercero de secundaria, mientras Damián, el profesor de Francés, estaba allí. Damián era un tipo apuesto y muy joven, mientras que Lisa era veinte años mayor que él, pero aun así, era una mujer que atraía a casi todos en el colegio. Abdón se había dirigido a los baños, y al salir, pasó por la ventana de tercero que daba con el campo de Futbol. Entonces Abdón había oído algo raro y giró. Las cortinas estaban cerradas, pero por una pequeña abertura podía ver lo que había dentro. Y observó, con mucha cautela, como la profesora tocaba el miembro de Damián, este estaba muy erecto, y luego Lisa comenzó a chuparle. Abdón se sintió un poco incómodo, pero a decir verdad, el morbo lo tenía también un poco excitado. Entonces la profesora se tocó entre sus piernas, debajo de la falda, y se sentó sobre la gran erección del profesor. Abdón tuvo que retirarse, debido a que sus amigos lo llamaban, pero no llego a contarles por la sensación incómoda que sentía.
—Y una mierda— exclamó Dalton con una sonrisa de sarcasmo, —Era una perra después de todo.
— ¿Por qué perra?— preguntó Abdón
—Porque primero nos desaprobaba mucho, era muy pesada con las pruebas, y segundo, porque no creía que de verdad era así.
—Bueno… que puedo decirte, los adultos a veces son raros—dijo Abdón
—Nosotros también los seremos— agregó Dalton
—Pero aún no lo somos
—Buen punto Abdoncito—dijo Dalton mofándose
Pasaron lo que quedaba de la tarde conversando y contándose experiencias, a pesar que de vez en cuando la conexión se perdía. Ellos ignoraban por completo lo que sucedía al otro lado del estado, en las ciudades, donde comenzaron a haber saqueos y enfrentamientos campales de personas con los policías, y a veces de personas con aquellos seres infectados.
Llegado las 7 de la noche, Abdón preguntó a Dalton: — ¿Por qué Johan aún no nos ha escrito?
Dalton se quedó en silencio y agregó: — Es verdad…
— Es demasiado tiempo. — dijo Abdón con un tono bajo en su voz.
—Intentaré a llamarle por el teléfono de mi casa— habló Dalton— Espérame un momento, ya regreso. — dijo, mientras se levantó de la cama colocando su celular sobre su cama.
—Está bien— agregó Abdón
— ¡Pero no cuelgues!— exclamó Abdón alejándose de su cuarto.
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Editado: 28.04.2021