Tell Me You Love Me.

Capítulo 17.

Maverick.


 

—¿Por qué tengo que ir yo a comprar esas pastillas? —Pregunto en la parte del piloto del auto.


 

Nos encontramos en una farmacia porque a la increíble Skylar se le ocurrió salir hoy mismo en busca de esas pastillas y quiere que las compre yo.


 

—Porque a ti fue que se te olvidó el bendito condón... —Me susurra entre dientes.


 

—Pero se supone que era un momento "Romántico" —Digo haciendo comillas en lo último.


 

—Romántico mis ovarios, Maverick Forbes, si salgo embarazada juro que ese niño se queda sin Padre. —Trago salida abriendo los ojos como plato, ella sabe amenazar.


 

—En las películas no usan condones y no salen embarazados.


 

Inclina la cabeza y me mira con cara de "¿En serio?"


 

—Me importa una Mierda que en las películas no salgan embarazados, soy yo la que va a aguantar el dolor, soy yo la que perderá sangre, soy yo la que te matará William si no sales ahí y me compras esas pastillas porque si salgo embarazada no sé como lo haré pero me sacaré el feto y te lo meteré por el...


 

—¡Ya, iré, iré! —Le digo cortando lo que iba a decir.


 

Suspirando salgo del auto y caminó hasta la farmacia, dijo que se llamaba pastilla del día siguiente, ¿Y si me está mintiendo para que pase vergüenza? No ella no haría eso porque se está enamorando de mí, pienso en devolverme pero si me mete el feto por el... Hago una mueca, eso debe doler.


 

Se supone que soy el Rey de la relación pero ella me mangonea como quiere. Gruño y entro a la farmacia, Carraspeo acercándome a la farmacéutica, está me sonríe amablemente.


 

—Yo... Quiero decir, mi novia necesita eso de al día siguiente que los hombres no toman. —La chica frunce el ceño tratando de no reírse.


 

—Quiere decir la pastilla del día siguiente ¿Es eso?


 

—Sí, ¿No la toman los hombres?


 

La chica me sonríe, —No, Señor, sólo las mujeres.


 

—Bueno, si necesito cinco paquetes.


 

—¿Cinco paquetes?


 

—Sí, cinco paquetes. —Aclaro.


 

Ella me mira con el ceño fruncido, —¿Es para regular el periodo?


 

—¿Periodo? ¿Regular? ¿Eso regula el periodo? —Pregunto confundido.


 

Ella se muerde el labio aguantando la risa, —Bueno, en algunas mujeres ¿Es la primera vez que compra las pastillas anticonceptivas?


 

Suspiro, —Sí, la verdad si, no sé mucho de esto.


 

—Bien.


 

—Bueno, yo me llevaré los cinco.


 

Ella asiente y va en busca de los anticonceptivos, apoyo mis manos del cristal suspirando nervioso. Deja que lleguemos al departamento, ganas de matarte no me faltan mi querido y hermoso cielo.


 

—Aquí tiene, Señor. —Me las pone en una funda y yo se las pago.


 

Salgo de ahí enojado, está no te la perdono, Skylar. Me subo en el auto y le dejo las pastillas sobre su regazo.


 

—Tardaste mucho. —Dice, le Quiero reclamar pero si sale embarazada me meterá el feto por el culo y yo no quiero eso.


 

—¿Eso regula la sangre? —Pregunto.


 

—El periodo. —Me corrige, —Y sí, en algunas mujeres, yo no necesito porque mi periodo siempre ha sido regular.


 

—No tenemos porque temer pero esas mujeres se estaban burlando de mí, no vuelvo a ir, ni que me metas el feto por el culo. —Se ríe a carcajadas, —¿Qué?


 

—El feto no se puede meter por el culo, sólo era jugando.


 

—Deja que te tomes esas pastillas, pero, ¿No tendríamos que usar más condones?


 

Ella enarca una ceja, —No querido genio, no tenemos que usar más condones, ni que fuéramos a estar más juntos.


 

—¿Cómo?


 

Ella sonríe, —Me voy a ir a ver como esta la sucursal de España.


 

—¿Cómo que te irás?


 

—Sí, necesito arreglar una que otra cosa, ya sabes, así que me tendré que ir. —Dice.


 

Hago un puchero, —Me dejarás solito, aquí, en este mundo que quiere todo contra mí.


 

—No seas ridículo y vamos al departamento que tengo que preparar una que otra cosa.


 

—¿Cuándo te vas? —Pregunto poniendo en auto en marcha.


 

—Hoy en la noche, no falta mucho, mi hermano me traerá otra maleta con ropa. No puedo perder más tiempo, regresare en una semana.


 

Gruño, —¿Una semana? ¿Por qué tanto?


 

—Es lo que dura todo el trámite.


 

—¿Y tu hermano?


 

—Va a venir conmigo, aunque tiene algunos asuntos aquí, ya sabes.


 

—Oh ya, algunos ya sé. —Se ríe.


 

Llegamos al departamento y salimos del auto, subimos a este y cierro la puerta detrás de mí, ella deja las cosas sobre la meseta y se va a la habitación, estoy muy aburrido, no podré tener nada con ella por una semana, dudo que vaya a querer tener Sexo telefónico y me tendré que quedar solito. Caminó hasta la habitación, me siento en la cama y ella pone una maleta sobre esta y tira una que otra ropa.


 

—Me dejarás, no tendrás placer por una semana. —Digo tirándome de espaldas a la cama.


 

—¿Seguro? —Levanta su mano sonriendo.


 

—La mano no vale. —Digo.


 

—Pues me las arreglo, habrá hombres y los españoles están buenísimos.


 

Me levanto de la cama y le cierro la maleta, —Quédate.


 

—Déjame empacar, Deja de comportarte como un niño.


 

Niego, —Me niego rotundamente a que vayas a España.


 

—Era en broma, no me gustan los españoles, me gustas tú, ahora déjame preparar la maleta, William.




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