En dos meses Su alteza real La princesa Rouses Alessandretti ha puesto al mundo de cabeza, siendo septiembre y octubre los días más movidos para la realeza italiana. Siendo la futura monarca de Italia la más fotografiada en todo el año. La princesa regresa por su corona en los medios, siendo la reina de los programas y la más fotografiada, dejando de lado a la modelo que se pensaba que lograría opacarla. La adolescente, princesa de diecisiete años, impone una nueva moda y además de ser el icono de muchas jovencitas en el mundo, esta chica rompe los estimas de la sociedad, dando paso a que millos de mujeres de diferente color, raza, altura y peso, sean parte de un mundo que solo era para mujeres perfectas.
—Aterrizaremos en Roma en unos minutos —asentí
Los periódicos hablaban de mí, desde Estados Unidos Hasta la China, era un caos
En dos meses Alessio y yo casi nos matamos, el hombre parecía más estresado de lo normal, estaba tan molesto conmigo que dejamos de hablarnos a la mitad del viaje. Según él era incapaz de cumplir las reglas, pero después de Los Ángeles se había bulto un paranoico, había más seguridad, más cámaras, más todo. A pesar de que le dije que me sentía en una cárcel, él no había cambiado nada.
Por un lado, todo esto de nuestro pleito era bueno, ya que mi abuela no le haría nada, por otro lado, no quería pelear con él, pero muy terco un dolor de cabeza. Yo decía blanco, él decía negro, yo decía sí, él decía no, yo decía frío, el caliente y así.
En este momento estaba enojado, y no sabía por qué, yo estaba harta y lo único que quería es llegar a casa y poder dormir en mi cama y no en esas incómodas camas de hotel.
En el auto que nos llevaba a casa la tensión era enorme, Alessio se había enfadado gritando a Paco y Antoni, yo no dije nada.
Cuando llegamos comenzaron a bajar las maletas, Camila tomo a Mark y Lucia tomo la bolsa y entraron. Mire a Alessio.
—¿Por qué les has gritado? —Pregunte calmada —No han hecho nada malo
—Lo han hecho, les dije que en cinco minutos bajaras, no en dos, los tiempos son importantes, te lo dije a ti también, pero eres incapaz de seguir una orden
—Sé perfectamente seguir una orden —Refute, señalándolo —Y en todo caso fue mi culpa, no suya
—Pero es su trabajo, el controlar a las niñas midas como tú
—¿Así que soy una niña mimada? —Se pasó la mano por el cabello —Y tú eres un idiota. Has incrementado la seguridad, cuando dijiste que la minorarías, está paranoico. Todo te molesta, todo te estorba
—Porque tus acciones harán que te maten, y es mi trabajo que eso no pase. Tengo una reputación que debo cuidar.
—¿Así que esto es por una puta reputación? —Cerro los ojos y se frotó la nariz, algo molesto y desesperado —El gran Alessio Caruso debe sortear un obstáculo y demostrar que puede controlar a la princesita mimada. Tu reputación y tú pueden irse al demonio. Porque estoy cansada de que a cada nada peleemos por el color de las servilletas. Necesito que la seguridad sea invisible para mí, no un recordatorio de que quiere matarme. No un recordatorio de que no puedo sacarme un moco sin que me fotografíe. Por un momento quiero sentirme normal.
—Ese es el problema Rouses —Hablo un poco más calmado —tú no eres normal. Y no es por la puta reputación, nunca dejaría que te pasara nada y lo sabes. Tu seguridad es mi prioridad y ms que solo ser trabajo es porque lo que significas para mí
—¿Y qué significo para ti Alessio? —Pregunte tomando tranquila
Se quedó callado, mirándome, mientras a que a nuestro alrededor sus hombres nos miraban entre sorprendidos y extrañados.
Me di la vuelta para entrar a la casa seguida del modesto grupo de guardaespaldas de doce hombres.
—Lo eres todo para mí —Me detuve —La razón por la que aún respiro, y no es figurativo, es literal. Me he pasado un poco, pero no voy a permitir que nadie te ponga una mano encima, espero que lo entiendas.
—Siempre has sido bueno, arruinando los momentos —Rodó los ojos —Siendo poco romántico, en eso sigues igual. Podríamos por favor que aquí en casa no me sigan —Mire a sus hombres con una sonrisa —Lo siento chicos, me caen bien, pero necesito poderme sentir un poco libre, siento que en algún momento estarán cantando en la ducha conmigo
Se rieron y yo con ellos, mire a Alessio que tenía sus manos en la cintura.
—Está bien, pero de mí no te desharás tan fácil
—Gracias, chicos, relájense, que hoy no pienso salir de casa, es más, no quiero salir de casa en una semana si es posible tanta interacción social me cansa.
—Su majestad —Sonreí ellos se dispersaron
—¿Qué quieres hacer ahora?
—Tomar un baño de espuma y meterme a mi cama, por cierto Beyno vendrá con mis amigos mañana en la tarde estaremos en el salón
—Se lo informaré a los guardias, indicare todos los nombres
—Okay
Me estaban matando los pies, tenía puestos unos tacos que era verdad que no eran tan grandes, pero estaba que me moría, me saque el uno y el orto estaba haciendo malabares hasta que Alessio se acercó y me ayudo.
—Gracias, los pies me matan, debe ser un delito, caminar en tacos, será la primera ley que imponga, se prohíbe el uso de tacones, dios como me duelen mis pobres pies
De un segundo a otro estaba en los brazos de Alessio, que comenzó a caminar conmigo hasta mi habitación, me tiro en la cama y rebote como un costal de papas.
—Qué grosero, pude haberme lastimado el cuello
—Disculpe su majestad, mi falta de tacto
—Eres un idiota Alessio Caruso
—De nuevo estamos, peleando
—Hay si, ni lo menciones, necesito dormir un poco, voy a pedir que me preparen el baño
Toque uno de los botones que casi nunca usaba y una de las mucamas apareció, le pedí que me prepara la tina, mientras desenredaba mi cabello. Me miré en el espejo, estaba largo, muy largo, necesitaba un corte de inmediato.
#1757 en Otros
#326 en Acción
#4590 en Novela romántica
mafia italiana y amor, tradicion monarquia iglesia, amor y acción.
Editado: 27.05.2024