Tenebrae La Catástrofe de Tonalli

Capítulo 2. Vida

Capítulo 2. Vida

 

 

 

No había decidido que haría ese día, tampoco que hubiera mucho de donde elegir. Empezar por recalentar la cena que el mismo le había pedido a su madre. Ella siempre se molestaba cuando le preguntaba que quería para la cena, pedía algo que ameritaba comprar un mundo de ingredientes, sólo para finalmente no tomar ni un bocado. Al igual que cuando le dejaba elegir una estación de radio y se dormía. Cualquiera se molestaría por eso.

Todos los días tenía problemas para despertarse por completo, pero prefería seguir durmiendo a espabilarse de ese modo, sintiendo punzadas por todas partes. Soltó un leve gemido, al tiempo que empezaba a querer recordar. Trató de levantarse, pero no sólo fue el dolor lo que no se lo permitió, una serie de vendajes lo cubrían en el hombro y torso, eso lo mantuvo recostado. Se llevó una mano a la cabeza y supo que también tenía una venda más ahí.

— Ah. Ya despertaste, pequeño —dijo una desconocida y dulce voz.

— ¿Q-qué pa...qué pasó? —apenas podía hablar por el dolor y la presión del vendaje¾ ¿Dónde...estoy?

— Tranquilo, estas en una unidad médica militar.

— ¿Cómo? —se sorprendió tanto que se incorporó de golpe—. Ahh...

— Un minuto... ¿Qué haces?, te puedes lastimar más de lo que ya estas —esta vez dijo de forma todavía dulce, aunque sonó más como orden.

— Por favor... ¿Qué paso?... Dígame, ¿qué pasó? —la voz del joven sonaba tranquila, aunque por dentro su corazón latía fuertemente.

— Bu-bueno...

— Yo te lo diré —le interrumpió otra voz, que a Tet le resulto familiar—. No sé si me recuerde joven, soy...

— El Teniente Márquez de la Sección Beta... si no me equivoco —intentó sonar seguro. Su voz estaba temblorosa, presintiendo lo inevitable—. ¿Qué paso?

— Me temo que la cuidad de Tonalli, sufrió un ataque a gran escala.

Lo sabía, lo supo desde que no despertó en su propia casa, o lo que quedara de ella.

Ese era el momento que temió tendría que llegar tarde o temprano, desde que la Zona Beta perteneciente al Noreste de Mizu entro en estado de emergencia, pero saberlo no lo hacía menos doloroso. Y si estaban en una Unidad Médica de la milicia no dudo en que se debía a que su casa ahora eran ruinas, aquello destrozaría a su madre que había trabajado duro para tener un techo donde vivir. Aun así sabía que aunque las cosas estuvieran mal, con Tonalli o Mizu, ellos estarían bien. Siempre estaban bien.

Tet cayó en la cuenta de que algo no estaba bien, estaba más que mal, faltaba algo, alguien, y después de un minuto en que su voz se negaba a salir, preguntó;

— ¿Dónde está mi madre? —su voz estaba rara, ahogada—. ¿Dónde está?— volvió a preguntar pues no obtuvo respuesta, e ignoró el dolor y los comentarios reprobatorios de la mujer, cuando se trató de levantar—. ¿DÓNDE ESTA? —grito con lágrimas en los ojos ante el silencio del hombre.

— Nosotros... Usted es el único civil que encontramos, en la esta zona de la ciudad...vivo.

Esas palabras las conocía, no era tonto había ido a la escuela y tenía buenas Observaciones a pesar de su condición, él era listo, pero en ese momento, y por una razón desconocida, las palabras no alcanzaban a ser procesadas por su cerebro. Tardo un minuto en que una sensación extraña lo recorriera, no sabía si era miedo o dolor, sintió como si agua fría lo recorriera desde la cabeza a los pies, se sintió mareado y el sonido se alejaba de a poco. Fueron segundos, quizá minutos de tener la mente en blanco, siendo incapaz de concebir lo que aquel hombre decía. De pronto un recuerdo vino a su mente, un infantil e iluso recuerdo en forma de pregunta: <<¿Qué era la guerra?>>.

En ese momento obtuvo la respuesta que tanto había deseado conocer; era, siempre fue y sería perderlo todo.

Jamás había tenido ni pedido nada. Su padre los había abandonado desde que nació, cuando la guerra comenzó tuvo que despedirse de muchos amigos que fueron al frente a defender la Nación, había perdido muchas cosas, pero ahora le habían quitado lo más valioso que tenía, lo único que había sentido suyo, aquello que siempre pensó sería imperecedero, lo único que de verdad quería y que más amaba en el mundo, a la persona que siempre le transmitía paz y que aunque se pasara un poco, aun así era la persona más maravillosa del mundo, sin importar cuanto lo regañara o tratara de mantenerlo "seguro", siempre pudo contar con ese ser invencible... que ya no estaba más.




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