Tengo Ganas de Amar

Capítulo 24: Enna

Capítulo 24: Enna

Tamborileo mis dedos en la pequeña mesa a mi lado, observo el lienzo en blanco sin una sola pizca de color y es que no sé qué plasmar allí, usualmente las ideas llegan a mi cabeza o solo son mis emociones las que me hacen pintar. Sin embargo, hoy no siento nada, nada más que un vacío tremendo.

No he salido de mi habitación desde que llegué a casa. Y he preferido que las cosas sean así, al menos hasta que mi mente y mi corazón procesen que Peter ha vuelto con Mary. Suspiro y paso las manos por mi rostro, debí suponer que pasaría, que yo estaba sobrando en todo esto.

Pero ustedes son almas gemelas, ustedes están destinados a estar juntos.

Tonta, mi mente es una idiota que cree en esas cosas. A estas alturas ya debería saber que las almas gemelas en realidad son solo un mito que uno mismo escribe su propio destino, que, aunque todo parezca unirnos, solo hay algo más fuerte que los lazos del alma, y es el amor.

Si Peter ama a alguien más definitivamente será más fuerte que lo que siente por mí.

Quizás algún día sepa la verdad, sepa que estábamos destinados a estar juntos y que, aunque no quisiéramos, lo que sentíamos se iba a desatar en algún momento. Lo que siento por Peter se desarrolló desde muy temprana a edad, es lógico que ni siquiera él entienda como es capaz de quererme y como nos atraemos de esta manera, mi mordida fue como un interruptor para él, para que me mirara con otros ojos, para que me quisiera.

— Enna. — escucho a Lucille llamarme desde la puerta. Suspiro y me deshago de mis pinceles. Muevo mis dedos para que la puerta se abra sola.

—¿Qué pasa?

— ¿Te encuentras bien? —inquiere.

Mi hermana, como siempre tan quisquillosa y atenta a los detalles, debo tener cuidado con ella, si es que no quiero que descubra lo que en verdad siento.

— Si, ¿Por qué no lo estaría? — frunzo el ceño y doy media vuelta hacia el armario para guardar mis implementos.

— Isa preparó la comida, y papá pregunta por ti, quiere que todos estemos abajo.

— ¿Peter ya llegó? — ¡Joder Enna! Deja de ser tan obvia. — Digo, faltaría él también.

— No te preocupes por él. — le quita importancia.

Mientras nos dirigimos hacia el comedor le quito el teléfono a Lucille y ella intenta detenerme, sonrío al ver la sarta de tonterías que hablan entre esos dos, algunas son notas de libros, otros emoticones tremendamente ridículos pero tiernos. Veo algunas fotos del tal Damien y debo admitir que es guapo, aunque no es exactamente mi tipo de hombre, se trata de un atractivo moreno de ojos grises oscuros se le ve coqueto y sensual, y me resulta extrañamente familiar.

— Enna no te atrevas.

— Solo me reenviare la foto para tener con que torturarte. — sonrío satisfecha y divertida ante esa situación.

— Basta Enna no hagas eso. — gruñe.

Justo en ese momento escuchamos la puerta abrirse, es aterrador la manera en que mi cuerpo reacciona a la cercanía de Peter como si supiera exactamente cuándo se encuentra en este lugar. Noto que sus ojos buscan los míos, y aunque lo veo al entrar rápidamente desvío mi mirada.

Él saluda amenamente a todos y me apresuro a meterme a la cocina fingiendo algún tipo de interés en la comida recién hecha. Los vellos de mi piel se erizan cuando viene a mí, a pocos metros de distancia y entiendo que es una mala idea estar aquí.

— Hey. — roza mi antebrazo y sus dedos hacen un pequeño camino hasta mi espalda baja. Me estremezco cuando su aliento roza mi oreja y su olor me invade el cuerpo. — ¿Cómo estás?

Me apresuro a alejarme de él y saco algunos platos de la alacena. — Bien, y tú. ¿Cómo estuvo tu mañana?

— Muy bien, a decir verdad. — aprieto los dientes queriendo estrangularlo, pero me siento herida, son como leves golpes dando a mi corazón.

— Que bueno. — sacudo mi cabeza enfocándome en que debo dejar las cosas como están en que no pensaré más en él.

— ¿Pasa algo? — Esta vez sujeta mi muñeca y cometo el error de mirarle a los ojos, esos preciosos ojos oscuros me observan a detalle, minuciosos y con ternura. No quiero que me vea así, no quiero que vuelva a verme.

— No. — me suelto con más brusquedad de la que pretendía. —¿Qué podría pasar?

— ¿Enna qué sucede? — Estoy a punto de explotar cuando escucho una exclamación y una risa ronca muy conocida.

No sé qué es lo que me deja petrificada, si la manera en cómo me mira Peter o saber que Brett está en casa. Escucho sus pasos y sus voces junto con los de sus padres, y por el rostro de Peter sé que no le agrada en nada tener a los Vitori aquí, en especial a Brett.

— Adrienna, Peter. — Observo a Violet entrar a la cocina y acercársenos con una sonrisa cálida. — Hace mucho que nos los veía juntos.

— Sorpresas. — hago una sonrisa forzosa.

— Peter y tú... Mírate, cada vez te pones más guapo. — Ríe con picardía, la mujer solo se volvió más guapa al convertirse en vampiro y también más agradable.

Dejo a Peter con Violet en la cocina y camino en dirección al comedor, rápidamente me encuentro con Brett, lo pillo mirándome de arriba abajo descaradamente y por el rostro de asombro que tiene no se imaginaba que estaba aquí.

En parte siento algo de culpa, por como he tratado a Brett todo este tiempo, siempre mandándolo al diablo, y sin darme la oportunidad de conocerlo de verdad. No podía tomar en serio a Brett cuando siempre fue solo un cuerpo, tanto para mí como yo para él, ambos éramos muy buenos en la cama, y aunque al principio si me gustaba, luego todo se volvió más amargo.

— Miren a quien tenemos, la preciosa Adrienna Hunter. — Gian Vitori toma mi mano y deja un casual y sensual beso sobre mi mano. Solía ponerme colorada cuando era más chica, y es que este hombre es la seducción en persona.

— Tu no cambias nada Vitori.

— Es parte del encanto Vitori. — me guiña un ojo y yo río.

— Mas te vale que alejes tus ojos y manos de mi hija. — gruñe Lucian entrando al comedor junto con Lucille y Margaret.




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