Narrado por HOLLY
–Estás despedida.
Parpadeo, atónita. Mi cabeza se queda estupefacta dándole vueltas a lo que acabo de escuchar.
–¿C-cómo dice, señor C-Cooper?–murmuro, con el corazón latiendo fuertemente en mi pecho.
Se mantiene impasible y cada segundo que pasa, o mejor dicho, cada millonésima parte de segundo que pasa, se me parte el corazón en diez mientras trato de repasar a la velocidad de la luz todo lo que viene sucediendo. Entonces la estrategia de dejarlo ganar sería la ideal para vencerlo, pero eso no es lo que él quería, él quiere que yo de pelea, ¿o qué?
–Señor, por favor–murmuro a punto de desarmarme en el lugar.
Acto seguido rompe en una risotada que hace que a medias se me venga el corazón de nuevo a su lugar.
–Tranquila, era broma, sigue con tu trabajo que vas bien. Por favor, dile a Sarah que preparemos la reunión siguiente y ten cuidado con mis camisas, no quiero que se ensucien ni se mojen con la lluvia, tómate un taxi.
De nuevo puedo respirar, pero las ganas de romper en llanto hacen que se vuelva imposible articular palabra.
Solo le dedico una débil sonrisa y salgo de ahí con un temblor en mis rodillas completamente desaforado.
Me voy hasta mi escritorio, me siento aquí buscando algo de paz. Si voy hasta Sarah para decirle dos palabras romperé a llorar porque ella es casi un ícono de protección para mí con su manera tan maternal de ser así que le escribo por el chat mientras la pantalla se va acomodando poco a poco en mi campo visual al tiempo que despejo las lágrimas que amenazan con aparecer. Le indico lo que Cooper me ha dicho y casi por sorpresa me encuentro con Chris delante de mí comiendo unos frutos secos y una sonrisa enorme en sus labios.
–Adivina quién tiene una cita esta noche.
De a poco, de a poco que no sumo dos y dos justito ahora.
–¿Qué?–murmuro intentando despejarme–. ¿Quién?
–¡Tú y yo!
–¿Cómo? Di… Disculpa… Jord… Digo, el señor Cooper me…pidió pasar de inmediato por la tintorería…
–¿Estás bien?
–Sí, claro.
Me levanto.
–Te acompaño, los trajes del señor Cooper deben de pesar media tonelada. ¿Ya viste el enorme porte que él tiene?
–No quiero…entorpecer tus tareas–le digo.
–¿Estás de broma? Esto es parte de mis tareas, además no me vendría mal oxigenar un poco los pensamientos. Vamos.
Ella me acompaña mientras salimos y me pide un Uber de camino a la salida para que vamos juntas mientras me habla sobre esta noche:
–Tenemos una reserva, de manera bimestral hay una cena o un espacio compartido para ocio y es parte de nuestra paga como horas extras. ¡Adivina quién tuvo la responsabilidad de organizar esta noche!
–Un momento, ¿cómo que nos pagan horas extras por salir de fiesta?
–No es una fiesta en sí, salimos a cenar, la pasamos bien, va rotando quien lo organiza y al fin me tocó a mí, me tenían harta las cenas en los karaokes vergonzosos donde te ponen una y otra vez All I want for Christma…–hace el gesto de cantar esa popular canción y me hace reír mientras nos subimos a la parte de atrás de un coche que ha venido por nosotras.
–¿Debemos hacerlo sí o sí?–le pregunto, con ganas de apreciar que comienza el fin de semana y necesito valorar hasta el último minuto para dormir, para descansar como lo tengo merecido.
–¿Vas a abandonar a tu amigui en esta, corazón? Creí que éramos amigas.
–Ay, no, Chris, lo siento. Es decir, sí, somos amigas, pero no quería romper tu corazón, cuenta conmigo esta noche.
Espero no dejarme el alma ni quedarme dormida en la mesa.
–Qué bueno, porque te prometí que te llevaría a un bar queer y es justito donde iremos todos.
–¿En serio? ¿Toda la oficina ahí?
–Así es, corazón. Quieren perspectivas amplias, las tendrán.
–¿Cooper incluido?
–¿Lo vas a emborrachar y te lo llevarás a la cama? Grrr, leona.
No precisamente, lo voy a emborrachar con mercurio líquido en su copa, puede ser una buena opción.
–Es que no lo veo en un lugar así, ya viste que es muy estructurado.
–Mira, los estructurados son los peores. Además nos reiremos de las princesas cuando intenten ligar con él.
–¿Las qué? Ah, las superpoderosas.
–¿Así les llamas tú?
–Je, sí… ¡No digas nada, por favor! –Lo último que deseo ahora mismo es que me tilden de acosadora laboral.
–Olvídalo, cuando quieras te comparto el nombre ficticio que me inventé para cada una de esas.
Me río con ganas, por todos los cielos, es casi catártico. Estoy realmente agradecida de que al menos ella haya llegado a mi vida en medio de este enorme desafio que el destino me tenía guardado.
–¿Lo vas a intentar?–me pregunta luego de las risas.
–¿El qué? Sí, si voy, amiga.
–No, bebita. ¿Vas a intentar ligar con Cooper?
–¿Eh? N-no, por qué lo haría… –Puaj, sería la última persona en el mundo entero con quien ligaría, ¡ni aunque me pagaran!
–A mi no me engañan, bebita. ¡Noto la tensión sexual que hay entre ustedes dos!
–¡Ay, Chris! ¡No!
–Vete con cuentos chinos a otra parte corazón.
Llegamos a la tintorería, pero creo que aún no salgo del trauma de lo que Chris acaba de mencionar.
¡Puaj, claro que no! ¡Sería definitivamente la última bebida del desierto que me bebería, además estoy completamente segura de que él opina exactamente lo mismo!
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romance y humor, amor en la oficina, millonario con chica inocente
Editado: 22.05.2024