La clase de idiomas me parece una real tortura, no me puedo concentrar en nada de lo que dice la profesora; me siento ansiosa y demasiado extraña, así que pido permiso para que me dejen ir al baño.
Necesito echarme agua en la cara y pensar con claridad, salgo del salón atrayendo la atención de todos. Es frustrante siempre ser el foco de atención cuando no lo pido, me hace ser mucho más cuidadosa y precavida a la hora de realizar cualquier movimiento.
Cuando noto que los pasillos están vacíos, siento que por fin puedo sacar todo el aire que he contenido. Me dirijo a los baños lentamente, pues no me apetece entrar a clase por ahora. Cuando entro, suspiro de alivio, también está vacío.
Abro el lavamanos y me echo agua en el rostro, mojo sin querer algunos mechones de mi peluca e intento ajustarla mejor, no sé por qué, pero hoy me duele mucho la cabeza y me arden los ojos, me da ansiedad no poder quitarme esta peluca y lentes de contacto.
Cuando veo mi reflejo en el gran y ancho espejo me dan ganas de llorar, esta es la yo que es aceptada, la yo que no existe, que no es real. Leonard dice que no piense en mi futuro, pero es imposible no hacerlo. ¿Cómo no pensar en el mañana si puede ser igual al hoy? Estaré condenada por toda mi vida a fingir, no podré tener amigas reales con las cuales poder abrirme y contar mis secretos, no podré dar un paso más con ningún novio por temor a que la peluca se corra, no podré casarme... o tener una familia, porque mi madre jamás permitirá que este secreto se revele.
Salgo del baño cabizbaja y sumida en mis pensamientos. El dolor de cabeza está aumentando y empiezo a recordar cosas que no debería, como la llegada de aquel chico...
¿Por qué sentí tanta fascinación? ¿Por qué actué así?
De repente mis pensamientos son interrumpidos cuando choco con alguien y pierdo el equilibrio, en mi torpeza caigo golpeándome el culo con el piso.
— ¡Ay! —lo primero que hago es cerrar mis piernas, tengo vestido y no quiero que nadie vea más de lo que debe y tome fotos.
Una mano aparece en mi campo de visión y la agarro con firmeza, sin embargo, inmediatamente siento esa corriente invadirme por cada rincón del cuerpo y mi respiración empieza a fallar. Me levanto con rapidez y miro su rostro... es él.
Una media sonrisa aparece en su rostro junto con un hoyuelo en su mejilla.
—Hola —dice el chico, su voz tenue y gruesa, de repente empiezo a sentirme nerviosa—. ¿Estás bien? —me pregunta.
Sí, estoy bien, pero mis labios no se mueven para dar una respuesta. De repente noto que sigo agarrando la mano del chico así que la suelto con rapidez.
—Mi nombre es Stefan Walker, mucho gusto —extiende su mano nuevamente.
—Emma —le respondo en un susurro, pero no puedo devolverle el apretón y mucho menos seguir mirando su rostro, así que desvío mi mirada—. Emma Clare.
— ¿No me vas a mirar al menos?
— ¿Ah? —volteo con rapidez y nuestros ojos chocan. Gran error.
Sus ojos parecen dos túneles oscuros que pueden atrapar a cualquiera que los quede mirando, son tan hipnóticos y hermosos a la vez, pero, también hay algo de maldad en ellos, no sé porque tengo este remolino en mi cabeza, pero no me gusta.
—Lo siento —susurro.
—No debes disculparte, no conmigo —su sonrisa se extiende más y siento el esfuerzo y falsedad a leguas.
Es igual a todos. Estoy cansada de este tipo de personas, son mi pan de cada día. Intento que mi circulo de personas cercanas sea pequeño, por eso no socializo con facilidad y no dejo que más personas entren a mi vida, entre menos personas menos mentiras.
— ¿No deberías estar en clase? —su pregunta me hace fruncir el ceño.
—Tú también deberías estarlo —respondo con un poco más de brusquedad de la que pretendo. Suspiro e imito su falsa sonrisa, claro que en mi se nota más exagerada porque así quiero que lo vea.
—Emma Clare, he escuchado mucho de ti —se cruza de brazos y pasa su peso de un pie a otro.
—Espero que cosas positivas —no sé porque continuo aquí, debería despedirme e ir directo a mi clase, este chico no me da buena espina.
—Un poco de ambas.
—Entonces las malas deben ser en su mayoría falsas —me arrepiento inmediatamente de mis palabras. ¿Qué me pasa? ¿Por qué hablo tan libremente con un extraño?
—Vaya, debes estar muy segura de tu excelente comportamiento —escucho la burla en su voz y no me gusta nada.
—Debería irme a clases —señalo hacía el pasillo—. No quiero meterme en problemas.
—Yo debería hacer lo mismo, pero la verdad es que... —arruga la nariz en un gesto cómico—, me gusta meterme en problemas.
—Ah ya, súper —hago un raro gesto con mi mirada antes de darme la vuelta, eso fue muy extraño.
—Hasta pronto Emma, espero verte más seguido —escucho que dice a mi espalda, y tiemblo un poco, su voz se adquirió seriedad de repente.
Camino con rapidez de vuelta a mi clase, no sin antes pensar que tengo la piel de gallina por ese chico, es demasiado guapo y atractivo, pero también tiene un aire oscuro que no me gusta nada, además, sigo sintiendo que ya lo conozco de algo, lo cual es imposible, jamás olvido ningún rostro, y menos uno como el de él.
Las clases pasan con rapidez y gracias al cielo no me vuelvo a chocar con aquel extraño. Cuando por fin salgo del instituto siento un alivio, me despido rápidamente de mis amigas después de planear una visita que harán a mi casa esta misma tarde.
Le mando un mensaje a Leonard por el WhatsApp para que me venga a recoger y me quedo esperando en la puerta del edificio.
Logré escaparme de las preguntas incomodas de mis amigas sobre Stefan, pero sé que me tocará soportarlas más adelante. Ellas nunca se dan por vencido y menos si de chicos se trata. Pero, aunque me pregunten no sé qué responderles, solo sé su nombre y apellido, y conectando los hechos de que entró al instituto a mitad del año y que tiene el apellido del director, bueno, pues supongo que debe ser pariente de este. El director también es una persona muy reconocida, fundó hace unos años el instituto más seguro y prestigioso para personas ricas; el instituto tiene maestros de primera categoría, hay seguridad en cubierto, tiene cámaras por todos lados y está sellado para evitar que los medios lleguen a chismosear la vida de los estudiantes, y un millón de cosas más como cualidades, cosas que a mí me importan cero. Mi madre desde hace años ha querido iniciar negocios con el director Walker, sin embargo, este se opone y solo acepta sus generosas donaciones.
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Editado: 22.01.2022