Teorema De Amor

ROJO

De nuevo empezaba las clases en la Universidad de Río Cuarto. Me había reinscrito a la Licenciatura en Física, debía empezarla desde el inicio. Ese día era lunes y como apuntaba en el horario de asignaturas a esta hora me toca la clase de Calculo. Una clase que por nada del universo puedo faltar, por su alto contenido teórico que no vale nada en el aprendizaje si no se lleva inmediatamente a la práctica.

Voy llegando al aula asignada cuando voy apreciando mediante me acerco la gente aglomerada en la puerta, mis compañeros, la mayoría cursando la materia para la carrera de Matemática.

¿Les he contado que Flor estudiaba matemática? Pues si, cuando la vi la última vez iba entre 2do y 3er año del profesorado. Ya para estas fechas asumo que ha terminado satisfactoriamente la carrera y se le podría llamar Profesora González. A fin de cuentas, no creo cruzármela nunca por la universidad. Y no porque no quiera, lo siguiente. La extraño como no se puede decir, pero llevo extrañándola y reprochándome el no estar aún juntas desde agosto del 2016. En fin, tengo que continuar con mi vida y de una vez terminar esta carrera que por como la voy haciendo me llevare la vida en ello.

Saludo a mis compañeros, lo que conozco desde el año en que comencé a estudiar aquí. Y nos envolvemos en las conversaciones típicas de: ¿Cuánto tiempo? ¿Qué has estado haciendo? En lo que termino contando brevemente de mi viaje que realice por Sudamérica. La conversación se corta hasta ahí, ha llegado el profesor “Leo”.

Nos agrupamos los recursantes en una zona para seguir con la línea de conversación y hacer de la clase. Fede ha traído el mate, apenas vi esto me senté a su lado, como para estar cerca del agua estimulante. Saco el cuadernillo que lo tengo nuevo, impoluto, ni si quiera mi nombre le he puesto aún. Me acomodo en el pupitre y me pongo a ver que en el grupo que estoy hay una persona que no reconozco de nada, es de Sampacho, entonces se le reconoce ipso facto como el objeto directo de las bromas, (el hecho es que no atina a ser un tipo forro como lo somos nosotros en Rio Cuarto) pero por ser mucho más discreto que todos los demás componentes del grupo.

De momento se abre la puerta y no entra nadie, se nota que se va cerrando lentamente, pero al segundo se abre con todo y aparece una persona cargando una pila de libros, tanto así que no se le ve el rostro. Se balancea un poco hasta que llega a la mesa, me da la espalda y noto que es una joven menudita, pero alta… solo unos centímetros más que yo. Miro mi cuaderno, anoto algo de la pizarra, siento que los ojos de Camila me están haciendo una lobotomía entonces con la mirada le interrogo, para que ella me responda:

-Esa no es tu ex? - sus palabras fueron suficientes como para detener mi corazón antes de mirar a la persona a la que se refería. Florencia… me acomode los lentes sobre la nariz, afirmativamente era ella. Ha de haber venido para traer los libros; asumo justificando su presencia en el aula; pero la conjetura se va al suelo cuando Leo la presenta como la Ayudante de clase de Análisis Matemático. Mi mano izquierda frenéticamente golpea con el lápiz una hoja en blanco, la boca se me ha secado y el órgano que se encarga de llevar toda la sangre al cuerpo estaba trabajando el triple de jornadas.

Sofía cómo es posible que te hayas metido en semejante lio? Pero si habíamos calculado que para este año ella iba a estar fuera de la universidad. Si pero también pudiste haber tenido en cuenta que ella hace el profesorado y que podría postularse como ayudante para alguna materia que te tocara. Realmente nunca aprecie todas las probabilidades, la cantidad innumerables de realidades que iban a escapar de mi control. También asumiste que todas y cada una de tus necias decisiones iban a tener como resultado alejarte de ella. Pero no, ya ves que si bien esto puede ser la broma más perfecta de destino también puede ser una oportunidad. Ok… quiero vomitar. No Sofía cálmate empieza a contar 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, … así, así, relájate, no pasa nada.

-Sofí estas bien?- me pregunta Giu, cuando me volteo a verla noto una expresión rara. Seguro que divague un rato y no es la primera vez que me llama.

-Si, si… ¿Fede me pasas un mate?

­-Si patroncita- me da gracia esos lenguajes tan rústicos que tiene Federico.

En eso Eber llama a Florencia por una duda de la práctica que nos acaban de entregar. De reojo la observo acercarse y mi cuerpo se pone rígido, pero con la mente en estado de aceleración irremediable quiero montarme una escenita en donde parezco concentrada y totalmente distraída de ella. Vuelvo una pierna sobre la otra y como algo natural descanso una mano en esta, mientras con la otra sostengo el bolígrafo sobre el cuaderno. Miro hacia adelante, donde el profesor hace sus explicaciones y demuestra “algo que se me escapa por completo de la comprensión”. La siento detrás de mí, huelo su perfume con vehemencia, necesito meterme su perfume en la bitácora de mi memoria otra vez como si fuese posible que se me escape algún recuerdo suyo.

¿Qué debo hacer? ¿Saludarla? No es lo más prudente, después de lo que nos dijo: no hay sitio en el mundo en que te puedas esconder de mi maldad. Como si fuera una declaración lo que anuncio en aquel entonces siento que no se ha corrido mucho de la realidad, efectivamente no hubo lugar en el mundo en que ya sea su maldad o su misma esencia no me persiguiera. ¿Aun seguirá sintiendo ese horrible odio por mí?



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En el texto hay: lgtb

Editado: 29.03.2018

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