★Narrador★
Tomó aire antes de levantarse, se sentía satisfecho por lo que había pasado entre ellos dos. No se sentía enamorado, él mantenía la idea de que todo algún día acabará y que posiblemente le afectaría bastante, porque ahora solo la desea a ella.
Adam tenía en cuenta que una vez que terminara ese pacto, todo dará un giro, todo menos él. No está listo para cambiar.
Al darse un baño y vestirse a su manera: con botas, esta vez de color marrón, pantalón jean negro y chaleco de cuero llevando debajo una franela blanca para su combinación. Sale de la habitación dejando a Sasha en la cama aún dormida.
—Deben ser las 11— susurra mientras pasa por el pasillo.
Tiene que estar a las 1:00 en el McDonald, pero quiere llegar mucho más temprano que Discor porque sabe muy bien que él puede ser muy tramposo. No quiere confiar.
—¿A dónde vas? ¿Por qué hay prisa? ¿Y dónde está Sasha?
Le pregunta Verónica al salir de la habitación de su ex esposo. Es muy normal en ellos que se busquen para complacerse, aunque ahora Verónica tiene una nueva pareja.
Adam se lo encontró súper raro porque para él ellos no se soportaban. Pensó que tal vez estén arreglando su relación o algo por el estilo, pero no le puso tanta importancia. No los quería tener en la cabeza por culpa de sus errores.
Verónica su madre y Alfonso su padre, son dos personas tan iguales que hasta el propio Adam se confundía de a quién salió en realidad, a quién se parece más.
Ellos son dos almas gemelas y han procreado a un demonio que se disfraza para engañar a los demás.
—Iré a ver a un amigo, dile a Sasha cuando despierte que cancelé el vuelo.
Le dice eso y se va sin mirar atrás, no quería pasar tantas palabras con ella y tampoco quería llegar tarde.
Ambroce uno de sus colegas, estaciona su auto en frente de la mansión y Adam no lo piensa dos veces para entrar.
—Todo está listo— Ambroce suele ser algo nervioso, es un maldito en casi todas las ocasiones—, envíe a 12 hombres al McDonald para lo que sea— por eso no se puede alterar porque luego actúa ciegamente y puede que dañe los planes.
Es de confiar, pero a la vez no lo es, puede que lo provoque cualquier cosa y dañe todo.
Minutos después, Ambroce estaciona el auto a unos pasos del McDonald. Los dos salen de prisa y entran al lugar; el olor a papas fritas inunda sus fosas nasales, el lugar está tranquilo, hay unas doces o quince personas y ninguna de ellas es Discor.
Han llegado justo a tiempo.
—La mesa de la ventana, tengo planes— dice Ambroce dirigiéndose a la mesa bacía.
—Espero que sean buenos.
—No te preocupes, lo tengo todo bajo control.
****
La habitación estaba al borde de un silencio intenso cuando Sasha se despertó y no encontró a Adam a su lado, pensó que se había ido a bañar, pero al entrar al baño se dio cuenta de que no era así. Aún se metía en la cabeza de que posiblemente esté desayunando con sus padres, así que se dio un baño y se vistió adecuadamente para el viaje de esta tarde.
Se puso totalmente hermosa, combinando el Azul de su ropa con el rubio de su cabello. Quería sorprender a cada hombre que la mirase, se echó perfume olor a chicle para que se encantarán al pasarles por el lado.
Quería provocar y darle a entender a Adam que él debería de sentirse suertudo por tener un poco de su tiempo.
Aunque él no siente eso.
Al salir y dirigirse al comedor, se da cuenta de que es la única que comerá en la mesa, puesto a que todos ya comieron.
No hay nadie en la mesa.
—Oh, ya despertaste querida— dice Verónica acercándose a ella y levantándole la cara con sus delicadas manos—, te vez hermosa.
—Gracias— le responde Sasha con una verdadera sonrisa.
Se sintió halagada.
—Bueno, como vez, siento que tengas que comer sola, Alfonso y yo ni siquiera comimos juntos— le comenta Verónica.
Alfonso se aparece saliendo del pasillo por donde se encuentra la vinera y en sus manos trae su vino favorito y una enorme sonrisa.
—Me iré a trabajar, pero antes quería darte esto. Es uno de mis favoritos, espero que te guste.
Alfonso le pasa el vino a Sasha y ella lo recibe muy contenta, es un lindo regalo para ella. Ellos realmente le caen bien.
—Claro que me gustará, muchas gracias.
Está más que contenta, pero algo la tiene desesperada y es que no sabe, ni se imagina en donde está Adam.
—Eso es bueno— le responde Alfonso.
—Bueno, yo ya me tengo que ir, fue un placer conocerte y de verdad te agradezco que hallas podido traer a mi pequeño. Ahora estoy feliz gracias a ti.
Verónica realmente se sentía feliz, pero se iba con un vacío al saber que su hijo aún no aceptaba lo que pasó entre Alfonso y ella. Siente que los odia, pero le da gusto de saber que su hijo sigue con vida y que se encuentra al lado de una grandiosa mujer.
—Fue un placer.
Sasha le da un abrazo el cual es respondido por ella, Alfonso también se despide de ella con un apretón de mano. Él también se sentía feliz y más, con la noche que le había dado Verónica.
Solo ellos se pueden entender.
—Espero volverlos a ver.
—Nosotros igual— les responde Verónica a unos pasos de entrar a su auto— ¡y por cierto, me gusta tu perfume!
Muy alagada Sasha entra de vuelta a la mansión y pensando en qué parará Adam, el timbre resuena en todo el lugar y con el pensamiento de que de seguro se le olvidó algo a uno de los padres de Adam, se da vuelta y abre la puerta.
Pero lamentablemente no son ningunos de ellos sino una de las chicas con las que Adam ha estado. Una pelinegra llamada Sonia.
Sasha abre la puerta y le dedica una sonrisa.
—Hola, ¿qué desea? —le pregunta Sasha. Se siente curiosa.
—Amm, ¿eres una nueva sirvienta?