Teresia

Capítulo 7

El pasto verde perfectamente arreglado tiene caminos de piedras similares a las de las calles, una es la principal y se reparte en los cuatro edificios, dos lugares más que no logro divisar, y otro que lleva a mi derecha donde hay un estacionamiento. Camino lentamente con miedo a caerme o cualquier cosa similar. Me detengo en el cruce, ¿Rojo, azul, amarillo o verde? Nadie pensó en que iba a necesitar un mapa siquiera. Decido ir al amarillo que llama más mi atención. Me voy acercando, una señora de gran tamaño aparece a lo lejos, levanta su mano y ¿Me hace una seña? Miro detrás mio, nadie. A mis costados, tampoco. Se detiene a dos metros. Veo una tarjeta prendida en su pecho, maldigo mentalmente y sonrío como si no estuviera preocupada por mi primer llegada tarde.

—Buenos días señorita Becken—La mujer sonríe de forma encantadora y hace una seña que comprendo hábilmente, sabe quien soy—Me presento, soy la directora Elmen de la sección 3, es un placer.

Lleva un conjunto de saco y pollera tubo larga, ambos en color magenta.

—Buen día—Saludo nerviosa—El placer el mío—Le tiendo la mano, la acepta y un escalofrío me recorre al sentir el frío de su piel.

—Está llegando tarde, la acompaño a su aula.

—¿Podría explicarme cómo se organizan los edificios?—Pregunto comenzando a seguirla hacia la estructura de paredes vidriadas y detalles amarillos.

—El rojo es del nivel o sección uno, el azul de la dos, amarillo tres y verde cuatro. Se reparten por edad, detrás de estos hay dos comedores y una biblioteca. Pasas eso, y están los campos y canchas, de seguro alguien se ofrece a mostrarte el lugar, todos están muy bien formados en valores.

—¿Una misma clase comparte el mismo horario o es distinto?—Abre la hermosa puerta de vidrio y entro.

—Mismo horario, tu curso tiene actualmente veinte alumnos.

El interior es simple en decoración pero muy elegante en la gama de colores de mi uniforme. Casilleros gris mate recubren las paredes, clavo las uñas en mis palmas, tenerlos fue un sueño frustrado en mi anterior colegio.

—Ten, está al lado de tu salón, el 4A—Me da una llave con el número 64.

Seguimos caminando por un larguísimo pasillo, me dice que cada piso tiene un baño y diversas aulas especiales. Subimos las escaleras, distingo canchas y lo que parecen gimnasios, hay árboles y campos enormes. ¿Cuánto espacio ocupará este lugar? El anterior apenas una manzana a la redonda.

En el tercer piso me lleva a través de un pasillo, para este punto ya estoy perdida, se detiene frente a una puerta con el nombre del salón.

—Bien, es aquí. ¿Prefieres presentarte sola o lo hago yo? Ya los profesores están avisados sobre una nueva alumna que vendrá hoy.

Dudo, pero prefiero elegir la que me causará menos vergüenza.

—Entro sola, gracias directora.

Sonríe profesionalmente y me desea suerte—Sé que no debería decirle esto, pero tenga cuidado.

Me habló como refiriéndose a Teresia Stemberg. La señora Elmen se marcha y me quedo unos segundos estática en la puerta. Suspiro sin poder creer lo que me dijo, y golpeo suavemente.

El ajetreo se hace escuchar dentro, comienzo a golpear mi pie rápidamente contra en piso, estoy nerviosa. Aprieto los labios y estoy a punto golpear nuevamente cuando la puerta es abierta por un hombre de mediana... Olvidenlo, debe tener mil años y nadie sabría.

—Buen día, ¿Qué se le ofrece?—La voz es áspera, parece de esos profesores que con una palabra te hacen callar.

—Hola, soy la alumna nueva—Sonrío con dulzura—Teresia Becken.

Asiente—Me avisaron de su llegada, bienvenida.

Se adentra en el salón, doy un paso y el aire cambia, es más... Helado.

Cuatro filas con asientos dobles me reciben, el lugar es pequeño y la cara seria de todos me asusta. Tiene una pared de vidrio que da miedo, no me imagino a alguien que tema a la altura aquí. Repaso los lugares libres, dos en una esquina, uno al lado de una chica rubia que ya puso una mochila para que no me siente, y otro al lado de un chico con expresión no muy amigable.

—Sientese donde guste, esto es literatura, a cargo del profesor Astudillo.

Nadie se mueve, da miedo—Gracias.

Mi voz sale en un bajo susurro que estoy segura de que todos escucharon. Sin pensarlo voy al lugar de la esquina derecha y me asiento contra la pared. Inmediatamente todos comienzan a hablar entre sí y en estos momentos desearía tener mis sentidos desarrollados para entender lo que dicen. Veo de reojo como algunos me miran, tenso en cuello al frente e intento concentrarme en lo que dice el profesor, me pide que copie lo de la pizarra. Saco mis cosas agradeciendo tener todo lo necesario, agarro un horario y completo con el nombre de la materia.

—¿Crees que sea transferida? Tiene la piel rara.

La voz viene de la chica rubia que se sentó sola, habla con otra de su costado. Su pregunta me hace pensar en lo que diré. Busco en mi mente alguna provincia que recuerde, ¿Agder era? O podría decir lo mismo que a ese chico en la iglesia.

—¿Becken terminó?

Saco mis cosas, agarro una carpeta y busco la división con esta materia. Miro al frente para ver lo que debo escribir y noto unas piernas delante mío. Mierda.

—Veo que no es muy atenta, le he preguntado si terminó, Becken.

Trago saliva, ¿Debía terminar tan rápido? Golpeo mi frente al darme cuenta de que escuché "mi apellido" pero no presté atención por la falta de costumbre.

—Si disculpe, estaba sacando mis cosas—Excuso.

—Mire, ¿Podría apurarse? Ya debo borrar—Su tono es brusco, me muerdo la lengua para no contestar.

Muevo la cabeza e intento copiar todo rápido. Más susurros sobre mí se escuchan. Genial, soy un desastre.

Termino lo que me pidió el profesor y logro tomarle ritmo a la clase, aunque no tan rápido como ellos. ¿En serio están tan avanzados?

Un timbre suena en todo el lugar, me sobresalto y entiendo que es el recreo. Guardo las cosas más lenta que los demás y espero a que se marchen para salir. Error, cuando pongo un pie fuera todos ya se están yendo. ¿A donde? No tengo idea pero los sigo. Muchos más alumnos salen de otros cursos, todos en dirección a los jardines. Juro que algunos hasta parecen robots de lo recto que caminan. Noto que solo yo llevo la mochila, estúpida que eres Tessa, olvidé que ahora tengo casillero.




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