Después de cenar, Carrie y yo fuimos directamente a su habitación. La cena transcurrió en silencio por parte de la señora Sara, se mostró pensativa y preocupada durante toda la ocasión; nisiquiera notó los cometarios de su hija, que no guardó silencio ni teniendo comida en la boca. Cuando nos retiramos de la mesa la madre de mi amiga permanecía sentada en una butaca, en la misma posición durante más de media hora; no había comido casi nada y solo movía su tenedor sobre la vajilla. En todo el tiempo conociendola, nunca antes la había visto así, y eso me preocupaba. No quería armarme películas en la cabeza, pero su actitud dejaba mucho qué pensar, ¿qué podría causar ese condición tan anormal en ella? ¿qué?... Por más qué pensaba no se me ocurría nada lógico... o tal vez sí, pero me daba miedo pensar en ello.
Al final, la noche no fue tan pésima como creímos que sería; vimos la serie que habíamos querido ver y la señora Sara ni se asomó por la habitación de su hija en toda la noche, lo cual hizo que nuestro desconcierto fuera en aumento; definitivamente algo malo estaba ocurriendo. Despertamos, al igual que el día anterior, a la hora del almuerzo. Bajamos a la cocina pensando qué habría qué comer, pero solo hayamos todo reluciente y nada con qué saciar nuestra hambre; Carrie no creía qué su madre estuviera dormida así qué fue hasta su habitación, mientras yo revisaba el refrigerador. No nos quedó más opción qué preparar nosotras el almuerzo, no había rastro de la señora Sara por ningún rincón de la casa y supimos qué había salido.
Siendo domingo, debíamos terminar todo lo pendiente para el lunes en la escuela, por lo qué terminando de almorzar lavamos lo usado y le dejamos impecable su cocina a la estricta madre de mi amiga, para proceder a realizar las tareas. Leyendo para realizar un ensayo qué debía entregar en la clase de literatura, no pude evitar pensar en el chico nuevo. Daniel me agrada más qué cualquier otro chico que haya conocido; pero a quién no le agradaría sí tiene tan buenos modales y están diferente al resto; centrado e inteligente.
《¿Tendrá WhatsApp?, Debí pedírselo...》
Menos mal qué Carrie no puede saber lo qué pienso...
¡¿Qué me pasa?!
Jamás le he pedido su número a un chico y no empezaré ahora. Cuándo el desee qué yo tenga su número, él me lo dará. Punto.
-No puede ser... -escucho decir a mi amiga con la mirada sobre la pantalla de su móvil. Su cara es de fastidio.
-¿No piensas contestar? -pregunto, y el aparato repite su periódico sonido vibrante.
-No tengo la más mínima intención de hacerlo -dice con desdén y me muestra el número de quien llama, número que no conozco y por mi expresión ella se da cuenta y me aclara.
-Es Michael...
-Oh -es todo lo qué digo.
-¿Qué rayos quiere ese imbécil? -pregunta mi amiga con enfado y lanza el móvil sobre el sofá del rincón. Aúnque no sé lo que está sintiendo, estoy segura qué a mí tampoco me gustaría recibir una llamada del chico qué vi besándose con otra, a días de haber terminado conmigo; no es qué deba quedarse solo toda la vida, pero canalla, sé más condescendiente.
-¿Crees qué él merece qué aún te pongas mal por su causa? -le digo con sutileza-. Yo creo qué no lo merece, creo qué no merece nada de ti y qué eres lo suficientemente valiente para demostrarle a ese idiota qué no puede irse y querer volver cuando le plazca.
Ella sonríe tímida y me lanza una almohada a la cara.
-¿De donde te salen tantas palabras, Carliti? -me vuelve a llamar por ese ridículo nombrecito.
Ahora soy yo quien le impacta una almohada en el rostro. Ella ríe ampliamente.
-Duele, Carlye -dice y es muy probable qué a otra persona le resultara contradictorio qué este diciendo qué le duele y qué al mismo tiempo esté sonriendo, pero no a mí; sé qué está loca-. Pero ese pedazo de tonto no me verá sufrir, no le daré ese privilegio.
Le brindó una mirada de apoyo y ella me devuelve una sonrisa de chica mala.
《Esa es mi chica》
Escuchamos ruido en la planta baja, y Carrie va hasta allá, solo para confirmar que se trataba de su madre. Me faltaba poco para terminar con las tareas, a Carrie le faltaba más, por estar entretenida riéndose con memes en Facebook. Esta niña no piensa madurar.
-¡Mamá trajo tarta! -dijo alegremente mi amiga, entrando a su habitación con un pedazo de una llamativa tarta.
-¡Se ve deliciosa! -digo emocionada, esperando qué mi buena amiga me ofrezca una porción.
-¡Lo está, créeme qué sabe a gloria! -responde ella y lame la cucharita repetidas veces.
-¡No hagas eso cochina! La tarta es de las dos y no quiero comer tú baba -le reclamo tras ver su cochinada.
-Disculpa, ¿de las dos? -pregunta mi amiga con sorpresa-. ¿Estas esperando qué te ofrezca de mi tarta?
Yo abro los ojos como platos y ella me sigue viendo con indignación.
-¿Así es como tratas a las visitas?
-¿Visitas? -pregunta, incrédula-. ¿Dónde estás visita? ¿Acaso te escondiste debajo de la cama? -ella bromea y yo la miro con desagrado.
-Lo siento, Carlye; esto sabe tan bien qué cuándo la probé hasta olvidé que te encontrabas aquí -dice Carrie a manera de disculpa-. A sí que tendrás qué mover tu trasero hasta la cocina y buscar tú propia porción -termina, y me muestra sus blancos dientes en una sonrisa para luego seguir devorando su postre.
Me disponía a ir por una porción de la suculenta tarta, cuando sonó mi celular y tuve que retroceder para buscarlo y contestar.
-Hola mamá.
-Hola cariño, ¿cómo están? -escucho decir a la dulce y hermosa voz de mi madre.
-Bien, ¿Y tú?
-Preparando el equipaje; mañana saldremos más temprano de lo previsto -me informa, y distingo en su voz una pizca de alegría.
-¿Y eso porqué? -según me había dicho regresaría después del almuerzo.
-La charla de la mañana por no se realizará; al conferencista se le presentó un inconveniente de último momento -me explicó.
-Entiendo.
-¿Y qué hacen tú y Carrie? ¿Encontraré mi casa como la dejé o debo estar preparada para algún desastre? -bromea mi madre sobre lo que implica qué mi amiga y yo pasemos solas un fin de semana, lo cual me resulta extraño ya qué me imaginaba qué ella sabía qué estábamos en casa de Sara.
-No encontrarás nada qué te provoque un infarto mamá -le calmo-. Además, estamos en casa de Carrie, pasamos la noche aquí.
-¿Ah sí? ¿Y eso por...? -no terminó la pregunta-. Cariño, estoy recibiendo una llamada de Sara.
-Hablamos luego, mamá -me despido.
Dejo el móvil sobre la cama de Carrie y retomo mi camino a la cocina. Al bajar veo a la señora Sara hablando por teléfono, de espaldas mirando por la ventana, en la pequeña sala de estar. Llego a la cocina y sobre la encimera se encuentra la redonda tarta y junto a ella, servilletas, platillos y un cuchillo. Corto un pedazo y con un dedo pruebo la crema que lo cubre. Definitivamente sabe mucho mejor de lo que se ve. Busco en un cajón una cuchara pequeña y me encamino a la habitación de mi amiga.
-Mila, estoy segura qué era él -escucho decir a la señora Sara. No acostumbro a escuchar conversaciones ajenas, pero la curiosidad me domina, así qué me quedo paralizada escuchando lo siguiente que dirá.
-Tú ya lo habías visto también, con esto confirmamos tus sospechas; Brandom está vivo y nos está vigilando -sentencia la señora Sara con preocupación, y yo estoy más confundida qué antes de escuchar eso.
-Lo primero qué debes hacer al regresar es ir con la policía, yo te puedo acompañar -la madre de mi amiga no se a enterado de mi presencia pero decido irme, con lo que he escuchado es suficiente para pedirle a mi madre una buena explicación.
Cuando me giró en dirección a las escaleras, me encuentro con una expresión de no entender nada, en el rostro de mi amiga qué está estática en un peldaño.
-¿Qué sucede, Carlye? -pregunta mi amiga mirándome a los ojos.
La situación en la que me encontraba era vergonzosa y me sentía realmente avergonzada. Pero sabía qué cuándo le explicara, mi amiga entendería perfectamente.
-Subamos para explicarte -le digo pasando por su lado, escaleras arriba.
Al llegar ella cierra la puerta tras sí y me mira con atención e intriga.
-Sé qué debes estar pensando mal de mi justo ahora -dijo con pena.
-No es así -afirma ella-. Sé qué hay una explicación. Te conozco -su mirada es más suave pero aún expectante.
-No tenía planeado escuchar la conversación entre tu madre y la mía -empiezo a decir con sinceridad-. Pero cuando venía de regreso escuché algo que me obligó a permanecer ahí, escuchando, -la situación me supera por mucho, por lo qué me detengo y tomo aire para luego continuar-. Tu madre le decía a la mía qué un tal Brandom está vivo y qué al parecer nos está espiando.
-No entiendo nada -dice mi amiga tan confundida como lo estoy yo.
-Yo tampoco, te juro qué todo es nuevo y desconocido para mí -los nervios me hacen caminar de un lado a otro en la habitación-. No entiendo porqué alguien nos vigilaría, como tampoco sé quien rayos es ese tal Brandom.
-¿Estas segura qué eso fue lo qué dijo mi mamá? -Carrie trata de calmarme pero estoy segura de lo qué escuché.
-Estoy segura qué esas fueron sus palabras -digo, y tomo asiento en la cama para evitar hacerle una zanja al piso-. Pero, ¿sabes qué es lo que más me desconcierta?
-¿Queda algo más desconcertante por decirme? -el rostro de Carrie denota temor.
Asiento levemente con la cabeza. -Así es; según lo que escuché decir a tu mamá, mi madre ya tenía la sospecha de estar siendo vigilada y nunca me lo dijo, ¿porqué tiene qué ser tan hermética? -digo al borde del llanto-. Soy su hija, nos tenemos la una a la otra, pero ella se empeña en mantenerme al margen -el coraje no permite que las lágrimas rueden por mis mejillas, sino qué se desvanecen en mis ojos.
-Entiendo como te sientes, pero piensa qué ella debe tener sus motivos para hacer lo que hace -Carrie me abraza, llevando mi cabeza hasta su pecho para reconfortarme-. No la juzgues hasta escuchar sus razones.
Mi amiga tiene toda la razon. Y es gracioso lo fácil qué se le da aconsejarme y ser comprensiva con mi mamá, tomando en cuenta qué se la pasa reprochando la suya y siendo todo, menos comprensiva con ella.
-¿De qué te ríes? -me pregunta, con ojos entre cerrados.-. Déjame adivinar: estás pensando en porqué no aplico mis excelentes consejos a mi propia vida -yo asiento y me atrevo a reír más abiertamente por su falta de modestia-. La respuesta es muy fácil: tú no eres yo, y tu madre no es mi madre. Parece un trabalenguas, pero es cierto -afirma Carrie, tras ver mi cara de "¿qué acabas de decir?"-. Ustedes son dulces y empalagosas, en cambio la relación entre mi madre y yo es ruda y sin mucho sentimentalismo.
-Gracias -le digo a mi amiga, en verdad me ha hecho sentir mucho mejor-.
-Nada de gracias, mensa -responde ella y me golpea en el hombro-. Eres mi hermana, Carlye -esto lo dice con una hermosa y sincera sonrisa.
-Lo sé -respondo igual de sonriente.
-Después de todo, ahora es entendible el extraño comportamiento de mi madre en el centro comercial -Carrie pasa sus dedos por su barbilla, como sí analizara algo.
-¿Crees qué tú madre vió al tal Brandom y por eso reaccionó así? -no es tan descabellado, ahora que lo pienso.
-No se me ocurre nada más para justificar su comportamiento, y después de lo que la escuchaste decirle a tu madre, es lo más lógico que se me ocurre.
-Tienes razón -afirmo-. Oye Carrie, ¿crees qué ese tal Brandom nos siguiera hasta el centro comercial? -esa inquietud se formuló en mi cabeza y aúnque sabía la respuesta, no quería ser yo quien la respondiera.
-Temo qué si, Carlye.
En ese momento sentí miedo y un escalofrío recorrer cada fibra de mi cuerpo. Tenía tantas preguntas que carecían de respuestas y una desesperación inmensa por que llegara el Lunes. Normalmente odio los Lunes, pero no ese. Enfrentaría a mi madre. Lamento tener qué ir a la escuela y no poder esperarla en casa; no tendré tranquilidad durante todo el día, las dudas son agonizantes.
Pero tengo que calmarme. Ahora es cuando más debo tener la cabeza fría; con un sujeto vigilandonos debemos estar a la expectativa en todo momento. Aunque no entiendo a qué va todo esto, por alguna extraña razón se me ocurre qué ese hombre tiene que ver con la muerte de mi padre...
Espero estar equivocada...