Tergiversado (en edición)

Densa calma.

Intensa y fuerte, es la lluvia que golpea la ventana de mi habitación. La temperatura ha descendido considerablemente, y cada minuto que pasa, mis deseos de quedarme debajo de las sábanas aumentan.

Consciente de que por más que lo anhele no puedo quedarme acostada, me deslizo de entre las cobijas con exagerada lentitud, me calzo mis pantuflas de Hello Kitty y me asomo por la ventana. Afuera caen perros y gatos. La lluvia no parece tener intención de cesar. Generalmente me agradan los días lluviosos, excepto cuando tengo que ir a clases en uno, no es agradable. Me gusta más la idea de quedarme en casa, tomar chocolate caliente y pasarme todo el día en la cama. Eso sí que es tentador.

Pero esa no es mi realidad.

Me ato el cabello antes de dirigirme al cuarto de baño. Sin duda usaré agua caliente esta mañana.

Quince minutos más tarde ya estoy de regreso en la habitación. La lluvia continúa estrepitosamente. Las gotas golpean particularmente fuerte sobre la ventana. Me da la impresión de que está cayendo granizo. Me acerco un poco hasta la ventana para comprobar mi suposición. Sí, está cayendo granizo.

Anoche me costó más de lo habitual poder conciliar el sueño. Aunque intento no pensar demasiado en ello, no puedo evitar que pensamientos asalten mi cabeza y me provoquen miedo. Alguien nos vigila. Y me atormenta no saber con qué frecuencia lo hace, si sabe toda nuestra rutina, qué tanto sabrá de nuestras vidas... o qué demonios quiere.

Termino de arreglarme. Me pongo un abrigo bastante calientito y después, sobre mi hombro pongo mi mochila. Salgo con rumbo a la cocina.

Además de los secretos de mi madre y el tema del acosador, también estuve pensando en Daniel. Me quedé con la duda de por qué no me respondió, y me asusta pensar en que tal vez dije algo que le molestó. Espero que no haya sido eso. Espero que se haya quedado sin batería o qué su data se haya terminado.

Sentada y con una taza de chocolate entre mis manos aguardaba a que mi madre bajara. La lluvia no tenía intención de menguar, por lo que, mi madre ya había llamado a Sara para informarle que no debía esperarme, ya que ella misma se encargaría de dejarme en la escuela. No era una buena idea caminar hasta casa de mi amiga con un paraguas, aunque está relativamente cerca.

El desayuno transcurrió con normalidad, algo frío sí, lo cual no sé si se sea el clima el principal motivo, dados los últimos acontecimientos apostaría que no tiene nada que ver la temperatura con lo distantes que estuvimos mi madre y yo mientras comíamos. Después del acostumbrado "Buenos días", solo volvimos a hablar en otra ocasión cuando me dijo que iría por algo que se le olvidó en su habitación y que tan pronto bajara nos iríamos. No era agradable sentir una distancia abismal entre ambas , aún estando a escasos metros, pero, ¿qué podía hacer? Ambas tenemos nuestro carácter y al parecer ninguna quiere bajar sus defensas para poder llegar a un consenso.

--¿Estás lista? --escuché decir a mí madre tras mi espalda--. Ya es hora, toma el paraguas. --había proseguido sin esperar una respuesta por mi parte.

Mi madre ya estaba en el auto cuando con paraguas en mano me dirigí hasta allá, tratando de no resbalar en el corto trayecto. Un fuerte viento sopló haciendo que casi saliera volando el paraguas de entre mis manos, por suerte ya había llegado hasta mi destino y me apresuré a entrar al cálido y reconfortable interior del auto.

El recorrido hasta el Instituto tardó más de lo normal, los días lluviosos no son parte de la rutina de los pobladores de esta ciudad y es que tal parece que a todos se nos pegó la sábana. Llegué con treinta minutos de retraso, lo cual no significó un problema, y es que no pasaron quince segundos para percatarme de que literalmente, toda la escuela estaba llegando tarde, incluyendo los maestros. Esto último implicaría un cambio en los horarios, disminuyendo el tiempo para cada clase, y no es que no me gusta estudiar, aclaro, soy muy dedicada y disfruto de aprender pero, hoy no estoy muy de ánimos.

Mamá y yo nos despedimos, cómo es costumbre nos abrazamos y besamos y nos deseamos un buen día, antes de de ir cada cual a su labor.

Caminando hacia las instalaciones del Instituto me detengo en seco al sentir que algo me falta, entonces comienzo a enumerar mentalmente todo lo que necesitaba traer hoy y mi cerebro me confirma que todas esas cosas están en mi mochila, pero no se va la sensación de que algo me falta. Continúo insistiendo en mis adentros, tratando de recordar si dejé algún libro, cuaderno o apunte sobre la cama, y no. Recordaba perfectamente el momento en que había puesto todo eso la mochila. Entonces caí en cuentas. Lo que me hace falta es Ca...

--Hola. --me saluda Carrie al llegar a mí lado, sin intención de ocultar el desánimo que carga.

--Hola. --respondí, con un poquito más de entusiasmo que mi amiga.

Continuamos la travesía por los pasillos, con intención de llegar a nuestra primera clase. Y tengo que admitir que después de ver la cara que traían algunos de mis compañeros, Carrie no aparentaba tan desanimada, hasta parecía alegre, en comparación.

--¿Sabes? --dice Carrie de forma repentina y le dirijo una mirada instando a que continúe--. No quiero estar aquí. Nisiquiera quería levantarme --afirma, y su expresión facial me recuerda a algún asesino serial que ha sido capturado y condenado a pena de muerte.

--Sip, te creo. --digo, sintiendo que compartimos el mismo dolor.

Al llegar al salón este estaba prácticamente vacío. La maestra entró justo detrás de nosotras e inició la clase con los escasos diez alumnos que hasta ese momento habían llegado. Unos más se agregaron después de un largo rato. Y afuera seguía desparramandose el cielo.



Las primeras horas de clase pasaron increíblemente lentas. Los días lluviosos suelen ser tan pesados para mí, que hasta caminar me cuesta un gran esfuerzo. Rogaba por que la hora de salida se apresurara y poder estar pronto en casa. Pero, no. Ahí estaba yo apenas almorzando, quedando todavía una eternidad para poder marcharme.

Hasta ese momento no había recordado mencionarle a Carrie que la próxima vez que le dé a alguna persona mi número telefónico, le agradeceré que al menos me informe que lo hizo.

--Anoche me escribió Daniel --le digo, con mi mirada acusadora sobre si.

--¡Eso está genial! --afirmó mirándome, mientras hacía bailar sus cejas--. Por cierto, no hemos visto al chico misterio hoy. --siguió hablando mi amiga, ignorando por completo la mirada de reproche que le estaba dedicando.

--Tal vez llegó muy tarde y decidió no ir a la primera clase del día, ya sabes que vive en una zona boscosa y puede ser que esos caminos no estén del todo bien. --Carrie mueve su cabeza indicando que está de acuerdo con mi teoría--. Pero ese no es el punto. --digo, y cambio mi expresión a una más sería--. Pudiste haberte tomado la delicadeza de decirme que le habías dado mi número. --le reprocho y ella abre sus ojos con asombro. De forma exagerada, cabe mencionar.

--Creí que te agradaba. --dijo en su defensa--. Es más, hasta habría puesto mi lindo cuello en una guillotina en defensa de ello.

--Sí me agrada. --afirmo. Pasando por alto su absurda exageración--. Pero de haberlo sabido no me habría imaginado que quien me escribió a las diez de la noche, de un número que no tengo registrado era un psicópata, y podría haber pensado que era él.

--Si, bueno. Viéndolo de esa manera tienes razón. --reconoció Carrie--. Mala mía. --dijo, levantando su mano izquierda.

--Se supone que debes levantar la mano derecha ---le informo a mí despistada amiga.

---Soy de las personas que cree que la intención es lo que cuenta, ¿sabes? --dice con fingida expresión de ofendida.

Yo solo rio.

--Pero, ¿te dijo para qué lo quería cuando te lo pidió? --pregunto, regresando a la tangente.

--Sí. Dijo algo sobre un análisis de las obras de un autor ruso que no sé pronunciar su nombre. --dijo, terminando su última porción de brócoli--. ¿No lo mencionó cuando hablaron?

--No. No dijo nada sobre eso --digo, pareciéndome todo más extraño.

--Entonces solo quería que le diera tú número e inventó esa mentira para conseguirlo -- tras decir esto rueda los ojos y dice--: ¡Hombres!

--Ya estás sacando conclusiones precipitadas. --dije, sin querer evidenciar que me agradaba imaginar a Daniel mintiendo para conseguir mi número. Y tras pensar esto mi consciencia me advierte estar perdiendo la cordura--. Lo digo por que sí tanto interés hubiera tenido, habría respondido los últimos mensajes que le envíe.

--Bueno, eso sí está un poquito raro. --Carrie estaba terminado con su almuerzo, mientras que yo apenas había probado bocado--. Pero tampoco es para que te estreses pensando en ello.

--No lo hago. --mentí--. Solo me pareció extraño que después de ser él quién inició la conversación, simplemente dejara de escribir sin decir nada.

--Entonces, pregúntale qué sucedió y así ya no tendrás la duda. -- Carrie se puso de pie sin apartar la vista a algo o alguien detrás de mí espalda--. Justo ahora está caminando en esta dirección.

Y algo ocurrió dentro de mí, por primera vez la presencia de un chico me había puesto nerviosa, y nisiquiera se había acercado completamente.

--Hola, Carrie. --saluda al llegar a mi amiga que aún permanecía parada con la bandeja en la que habían estado sus alimentos en sus manos.

--Hola, Daniel Misterio. --responde ella, y me causa gracia su peculiar tono de voz.

--Oye, no entiendo a qué viene ese apodo. --comentó él sonriendo--. ¿Qué tengo de misterioso?

--¿Hablas en serio? --respondió Carrie con una expresión de asombro sobre su cara--. Escucha, sí hubiera alguien que personificara los enigmas, ese serías tú, créeme. --dicho esto marchó a depositar la bandeja a su respectivo lugar.

--Hola. --me saludó al fin, tomando asiento frente a mi.

--Hola. --respondí. Preguntándome por qué estaba sonriendo como idiota, aunque él también estaba sonriendo, pero no como idiota.

--¿Tú sabes porqué tú amiga me apodó de esa forma?

--No lo tengo muy claro, la verdad. --Y no miento. No conozco las razones de mí amiga para llamarlo así, aunque a mí también me parece enigmático. Decido omitir este último detalle--. No le prestes mucha atención, está loca. --Daniel se carcajea, y yo pienso que sí la susodicha me escucha hablar así sobre ella probablemente me golpearia. Entonces la busco con la vista y la ubíco de espaldas, charlando con un chico que no es nada más ni nada menos que su ex. Por la cara de él da la impresión de que no es una agradable conversación la que se desenvuelve entre ellos.

--Quiero explicarte lo que sucedió anoche... --la voz del chico frente a mí hacen que deje de lado mi entromición en los asuntos de mí mejor amiga y el innombrable, y le dedique atención a sus palabras--. Probablemente pensaste que soy un imbécil por iniciar una charla y luego, simplemente no contestarte... --está nervioso. No saber cómo continuar explicándose y que haya pasado una mano por su nuca tres veces, es clara evidencia de eso--. Yo, es decir, la intensidad de la señal no es muy fuerte en la zona en la que vivo y entonces el mal tiempo empeoró todo. --él me observa, buscando en mi cara algún indicio de si entendí su disculpa o si estoy tan confundida como aparenta estar él.

--Descuida, entiendo perfectamente. --y entonces su rostro se relajó. Hasta creería que estuvo conteniendo la respiración, pero puede ser solo mi imaginación--. Tampoco creí que eras un imbécil.

Él suelta un suspiro de aparente alivio.

--Me alegra escuchar eso. --dijo él, muy sonriente. ¡¿Qué digo?! Este chico parece tener la sonrisa tatuada, siempre está mostrando su bonita dentadura--. ¿Y qué tal te sientes, respecto a ese asunto que me comentaste?

Su pregunta me toma desprevenida. No creí que recordara ese tema y que me haya prestado tanta atención cuando hablamos me alegra.

--Pues, hoy estoy más tranquila que ayer respecto a eso. --respondo amablemente--. Gracias por preocuparte.

--Por nada. --su expresión al decir esto es tan dulce que tengo que luchar internamente conmigo misma para no halarle los cachetes--. Para eso están... --Daniel pausa brevemente su discurso debido a la estrepitosa entrada de cierta chica pelinegra, y es que creo que no había nadie en aquel comedor que no estuviera mirando en su dirección.

Hecha una furia pasa por nuestro lado Dianne, la novia de Michael, el ex de Carrie. Y no transcurre un minuto cuándo llega esta última a la mesa con una expresión burlezca en su rostro. Lo siguiente que ocurre es que resuena por todo el lugar el estrepitoso impacto de una bandeja de metal sobre el piso de baldosas, producto de los manotasos que recibió Michael de parte de su novia, quien lo golpeaba y le gritaba poseída por un fuerte ataque de ira.

Él la miró desconcertado breves segundos antes de caminar velozmente lejos de ella y su exasperante reacción.

--¡No me dejes hablando sola, Michael! --gritó una histérica Dianne, a espaldas de su novio que no parecía tener intención de regresar--. ¿No me estás escuchando? --gritó la chica fuera de sí.

Bajo la expectante mirada de todos, Michael se detuvo y pasó una mano por su cara mostrándose exhausto. Tomó aire y se giró para mirarla.

--¿Qué más tienes que decir? --pregunta con voz calmada.

Ella ríe sin humor.

--¡¿Estás loco?! --vuelve a gritar--. No pienso decir nada enfrente de todos.

Michael la mira con cara de no poder creer lo que escuchó.

--¡Pero ya lo hiciste! --dice él en tono fuerte, la observa unos segundos y se gira retomando su camino.

--¡Michael! ¡No te atrevas a dejarme aquí cómo una estúpida!

Él siguió andando hasta perderse de nuestro campo de visión, dejando a Dianne parada en medio del comedor, más roja que un pimiento y con los puños muy apretados a cada lado de su cuerpo.

Decido apartar la vista de la encolerizada Dianne y posarla sobre mi extrañamente, feliz amiga. Carrie está sentada al lado de Daniel, ambos situados frente a mí. Daniel no ha dicho ni media palabra sobre lo ocurrido, solo se limita a mirar a todos lados con extrañeza.

--¿Qué rayos fue todo eso? --pregunto, mirando a mi amiga con los ojos muy abiertos.

Ella bebe del enorme vaso que tiene en las manos atraves de una pajilla y se toma su tiempo para tragar el líquido.

--¿Eso? --pregunta divertida--. Eso, mi querida, Carley, se llama Karma.

Abro la boca para seguir interrogando a Carrie acerca de todo el espectáculo en el que, de ciert
a forma, está involucrada, pero entonces, llega hasta nosotros la protagonistas de la obra.

--¿Crees que soy tan estúpida cómo para no darme cuenta de lo qué pretendes? --Dianne está observando a Carrie expectante, y es evidente que hace un gran esfuerzo por no estallar como hace unos minutos contra su novio o su ex, ya no estoy segura de qué son esos dos.

La calma con la que Carrie continúa sorbiendo de su vaso me causa gracia.

--Dianne, después de ver cómo te enamoraste de un chico que le fue infiel a su novia contigo, no puedo seguir creyendo qué eres estúpida. --Carrie da un sorbo de su batido para luego continuar--. Ahora no tengo dudas de que eres una grandísima idiota. --Dianne abrió la boca para refutar lo que mi amiga le había dicho, mas no tuvo tiempo de articular una palabra cuando fue bombardeada nuevamente--. Y si lo que te preocupa es que tú novio te esté siendo infiel conmigo, puedes estar tranquila, yo no he caído tan bajo. Yo no soy igual que tú.

Dicho esto, Carrie desvío la mirada ignorando por completo a la chica avergonzada y llorosa. A nuestro alrededor se habían reunido números estudiantes, quienes miraban a Dianne en espera de alguna respuesta por su parte, pero eso no ocurrió. La campanilla sonó, anunciando el fin de la hora de almuerzo. Recogí mi bandeja y mi mochila, Carrie y Daniel también tomaron sus cosas. Nos dirigímos a la salida, deposité la bandeja en un zafacón Carrie hizo lo mismo con su vaso. Antes de abandonar el comedor le dirigí una última mirada a Dianne, quien seguía parada en el mismo sitio, ahora acompañada de algunas chicas. Y no pude evitar sentir lástima por ella.


●●●


Ya estaba en casa. Al fin había llegado a mi hogar, después de pasar un frío e inusual día en la escuela. Estaba bajando a la cocina, acababa de darme un delicioso baño con agua tibia y quería disfrutar de una tasa de chocolate caliente, también tenía pensado llamar a Carrie por vídeo llamada así me explicaba mejor lo acaecido en el instituto; no me dijo nada cuando veníamos de regreso pues no quería que su madre se entere del asunto y hablar con mi madre presente significaría un problema. Al parecer su nombre no había llegado a los oídos de los directores y los únicos citados a presentarse en la oficina del rector fueron Michael y Dianne. Así qué, todavía cargaba con la intriga de no saber qué le había dicho su ex y qué ocasionó que la otra reaccionara de esa forma, pero primero lo primero; primero mi chocolatito.


--" ...y en las informaciones meteorológicas, ¿qué nos espera, Jean?" --le escucho decir al presentador de noticias, dirigiéndose al reportero del tiempo, cuando termino de bajar las escaleras y voy de paso por la sala de estar, donde mamá descansa sobre un sofá envuelta en una manta. Sigo mi camino hasta la cocina, me sirvo mi chocolate y unas galletas de avena. Con todo el alboroto que se armó a la hora del almuerzo casi ni comí, por eso al llegar a casa preparé una nutritiva comida que me hizo sentir muy satisfecha, pero comeré esto y si más tarde siento hambre bebo leche. Sí, disfruto de comer, es uno de los mejores placeres de la vida para mí.

Salgo de la cocina llevando la tasa en una mano y en la otra un platillo con las galletas.

--¿Hasta cuándo estará lloviendo? --le pregunto a mi madre al pasar junto a ella.

--Por las próximas treinta y seis horas, pero con menos intensidad. --me informa ella.

Bufo resignada.

--Treinta y seis horas es una eternidad. --digo con cansancio.

Me acomodo en el sofá junto a la ventana, desde la cual se puede ver hacia la calle.

--Eso no quiere decir que lloverá durante todo ese tiempo. -- me aclara mamá y le baja el volumen al televisor antes de girarse en mi dirección--. Si no, que dentro de ese lapso pueden ocurrir aguaceros, y que ese es el tiempo estimado en que se alejaría la tormenta de nuestro cielo.

-- No es lo que me hubiera gustado escuchar pero me alienta un poquito.--procedo a morder una de las galletas.

Mamá le sube el volumen a la tele y se dispone a prestar atención a las noticias. El ambiente a estado más ligero que en la mañana, aunque las conversaciones han sido de monosílabos, no hay en el ambiente la tención que se podía palpar está mañana entre las dos. Lo bueno es que hemos avanzado, ahora almenos conozco uno de los fantasmas que la atormenta, no sé quien es, pero sé que existe, y conocer esa realidad explica muchas cosas y muchas de sus actitudes. Por ejemplo, el hecho de no permitirme ir o volver sola de la escuela y su temor de dejarme dormir sola cuando vivimos en un vecindario seguro y nuestra casa también lo es. Pero dadas las circunstancias, es completamente entendible su comportamiento.

Termino de comer y me levanto arrastrando las pantuflas hasta la cocina para dejar allí la tasa y el platillo. Lleno un vaso con agua y lo llevo conmigo hasta mi habitación pretendiendo beberlo más tarde. Busco mi celular tan pronto llego, y le marco a Carrie mientras camino al mueble cerca de la ventana. Ella tarda en responder así que decido echar un vistazo afuera, la noche está solitaria y oscura, débiles gotas de precipitan a caer del negro cielo.

--Ey, Carliti. --la voz de Carrie me hace regresar mi atención al aparato en mis manos.

--¿Dónde andabas?

Ella parece meditar en la respuesta que dará. Lleva su móvil a la altura de su abdomen y está caminando.

--Yo estaba por bajar las escaleras cuando vi que mi madre hablaba con un policía. --dice todo esto sin poner la vista sobre la pantalla y mirando a cualquier lado.

--¿Y pasó algo malo? --pregunto un tanto intrigada por su actitud.

--Pues, no lo sé... --abrió una puerta y entró a un lugar oscuro, el cual pronto fue iluminado. Era su habitación. Se tiró sobre su cama y continuó--: yo no escuché nada, me retiré cuando sentí qué no debía quedarme ahí --se detiene y mueve sus ojos como si intentara recordar alguna palabra o tratar de explicar mejor lo que quería decir, y aunque entendí lo que había dicho, le permití seguir--. Es extraño, pero tuve la sensación de que no debía bajar, y que regresar a mi habitación era lo mejor.

--¿Crees qué esté relacionado con Bramdon?

--Supongo qué sí, si no, ¿a qué vendría un policía hasta mí casa?

Si ese fuera el caso donde debía venir ese policía sería hasta mi casa y con quien debía estar hablando sería con mi mamá, pienso. Pero callo.

-- Supongo qué tienes razón. --digo finalmente, para no causarle más preocupación.

--Bueno, sé qué no llamas para saber quién vino o no a mi casa. --dice Carrie, cambiando el tono de voz por uno más relajado--. ¿No es así, Carliti?

Yo río.

--¡Basta! --digo, aún riendo--. Me haces sentir cómo la más chismosa de las chismosas.

--No, cómo crees... No eres la más. Estás en segundo lugar.

--Ja, ja,ja. Muy graciosa.

--Sí, sí. Lo sé. ¡Soy genial! --se mofa--. Pero ese tampoco es el tema de conversación.

--¿Te molestaría ir al punto? --sugiero y aparto la cortina de la ventana para mirar hacia afuera, solo para no ver las expresiones fingidas de grandeza que hace Carrie.

--Sucede qué, estaba yo regresando a nuestra mesa cuando fui interceptada por él...

--Sí, los alcancé a ver.

--Bueno, supuestamente tenía algo importante que decirme, ya sabes lo típico, qué debíamos ir a otro lugar más íntimo y esas babosadas... me negué rotundamente, pero el muy idiota me tomó del brazo y justo en ese momento llegó su novia.


Auch.

--¿Qué ocurrió entonces? --pregunto interesada.

--Sí ves cómo eres una chismosa de lo peor.

--¡Continúa! --le grito.

--¡Ay! --se queja--. Ya continúo. --toma aire--. Cómo te imaginarás, a su novia no le pareció nada bonito ver a su novio agarrando a su ex por un brazo. --suelta una risita irónica--. Ella le pidió que me soltara y él no estaba de acuerdo con eso, me safé de su estúpido agarre y me fui dejándolos a ellos que resolvieran su problema o bien, qué se aventaran sus almuerzos. Evidentemente prefirieron la segunda opción.

Ambas nos carcajeamos tras ese comentario.

--Eres realmente cruel. --dice Carrie con lágrimas en sus ojos.

--¿Disculpa? --respondo, fingiendo estar ofendida.

--Estás muriendo de risa por las desventuras de tu prójimo, eso no está bien, pequeña Carley.

--¿Y a ti desde cuándo te importa el prójimo? -- le cuestiono.

--A mí no, tontita. --responde mi amiga--. Pero tú eres un alma noble y pura, recuérdalo.

--Sé que lo soy. --respondo. Entonces siento la extraña sensación de estar siendo observada y por instinto giro hacia la ventana a mi derecha. Observo todo lo que mi vista puede alcanzar, y no logró ver a nadie allá afuera. Regreso la vista a la pantalla y me encuentro a Carrie mirándome extrañada.

--¿Sucede algo? --cuestiona con el ceño fruncido.

--No, no pasa nada. --le tranquilizo y trato de creer mis propias palabras.

--¿Segura? Te cambió la cara repentinamente.

--Sí, estoy bien. Creí haber visto algo afuera, pero era un gato solamente.

--Mmmm... ya veo.

-- Te digo que no pasa nada. --le repito.

--Está bien, te creo. --afirma--. Bajaré a buscar con qué alimentarme. Ya te conté todo el chisme, imagino estarás satisfecha.

--¡Cómo eres de busca pleito! --le regaño--. Anda a cenar, roba novios.

Me mira abriendo mucho los ojos.

--¡Ay, Carley! Esta no se la cobran mis hijos.

--¡Adiós! --le digo, batiendo una mano frente a la pantalla para luego colgar.

Cerré las cortinas y bajé hasta la sala. Encontré a mi madre sentada en el mueble junto a la ventana con un libro en su regazo. Me acerqué y ella me invitó a sentarme a su lado.

--En los días lluviosos suelo recordarlo más. --confiesa--. Él estaría aquí, junto a la ventana observando la lluvia, le encantaba ver como las gotas que en un principio parecen inofensivas terminan empapando todo.

Eso era algo que desconocía. Cómo casi todo acerca de mi padre. Pero ahora agradezco saberlo. Desde ahora siempre que vea llover lo recordaré a él, pues dicen qué quienes se van quedan inmortalizados en las cosas que disfrutaban mientras vivían.

Abrazo a mi madre en un intento por transmitirle mi apoyo y amor. Ella me recibe y me envuelve con fuerza. Mientras afuera continúa llorando el cielo, en el interior de nuestra casa comienzan a nublarse dos pares de ojos.


 



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En el texto hay: misterio romance familia amistad

Editado: 18.08.2024

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