Tergiversado (en edición)

Una cita.

Hace un hermoso día. La temperatura es de veintisiete grados, y eso es muy elevado tomando en cuenta que apenas son las nueve de la mañana; se espera que a medida que avance el día se eleve a unos treinta tres. Pero no es para sorprenderse, es verano y el verano es sinónimo de calor, playa y ropa ligera.

Playa, ¿cuándo fue la última vez que estuve en una?

No lo recuerdo.

Ahora que mi madre está de tan buen humor debería convencerla (o al menos hacer el intento) de que vayamos. No es que ame bañarme en agua salada ni quemarme con el candente sol, pero sí me gusta observar el mar y escuchar el ir y venir de la marea. Lo considero relajante.

Podríamos invitar a Carrie y Sara a venir con nosotras.

--¿A qué hora te levantaste? --mi madre mira sorprendida el desayuno que preparé. Hay frutas, quesadillas, jugo de naranjas y café caliente.

--¡Buenos días, dormilona!

--¿Quesadillas? --pregunta con el ceño fruncido-- ¿Cuándo aprendiste a prepararlas?

--Te he visto haciéndo quesadillas toda la vida, algo se me quedó --ella siguió mirándome con ojos achinados--. Y también busqué uno que otro vídeo tutorial en YouTube --agregué sonriendo con inocencia.

--Me imaginaba que algo así había ocurrido --afirmó satisfecha.

--¿Vas a desayunar o seguirás haciéndo preguntas?

Se acercó más y retiró uno de los banquillos de la isla para sentarse.

--¿Qué garantía tengo de que no terminaré hospitalizada por intoxicación alimentaria? --indagó mientras examinaba cada uno de los platos.

--¡¿En serio, madre?! --exclamo ofendida-- ¿podrías al menos probar antes de comenzar a despotricar? ¿O vas a negar que todo luce delicioso?

--No, no lo negaré --reconoció-- se ve bien y también huele bien.

--¿Entonces qué esperas para probar? --la animé.

Ella sonrió de lado antes de tomar una quesadilla y llevarla hasta su boca.

No fue nada difícil salir de la cama temprano, hoy tengo el mejor de los ánimos y quise aprovecharlo para hacerle a mi madre un desayuno decente. Se me ocurrió anoche después que vi lo mucho que se esforzó porque todo quedara perfecto. Y así fue. No podría haber sido mejor.

--Esto sabe realmente bien --admitió con ojos muy abiertos--. Desde ahora tú prepararas las quesadillas.

--Me halagas --digo sonriente-- pero sé lo mucho que amas prepararlas y nunca te quitaría ese momento de plenitud y felicidad, madre.

--Sí, claro, fingiré que te creo --respondió ella medio sonriente.

--Se enfriará todo --dije de buen humor y fingiendo no haber escuchado.

--¿Ya elegiste lo que usarás esta noche?

Fue evidente que la pregunta me tomó por sorpresa, el hecho de que casi me atraganto es prueba de ello. Pero, no es para menos. Aún no me adapto del todo a que mi madre se tome tan bien que esté saliendo con un chico.

Soy tan rara que hasta las cosas buenas me resultan incómodas en un principio, mas estoy segura que pronto me sentiré completamente cómoda con esto.

--Sí, ya lo escogí --respondo, al tiempo que me esfuerzo por no parecer demasiado emocionada.

Mi madre me mira divertida.

--¿Qué?

--No, nada.

Nos miramos fijamente durante unos segundos; ella me observa con los ojos achinados y yo solo le sostengo la mirada.

--¡Ay, ya, mamá! --dije rindiéndome-- deja de verme de esa manera.

--¿De qué manera? --indagó con fingida inocencia.

Inhalo profundamente y decido no alarmarme por algo tan simple.

--Está bien, no arruinarás mi apetito.

Mamá me mira con el ceño fruncido y estalla en carcajadas. Ahora soy yo quién la mira extrañada, ¿qué le causa tanta gracia?

--Mamá, ¿estás bien? --cuestiono al cabo de unos segundos en que no ha parado de reír, pero cada vez que intenta hablar un nuevo ataque de risa la invade.

No logro entender qué le resulta tan gracioso, pero ya no diré nada y me limitaré a terminar con lo que queda de mi desayuno.

--Es que... tú actitud... la forma en que tomaste aire y seguiste comiendo con tanta tranquilidad cuándo parecía que empezarías una discusión --volvió a reír-- no sé, me pareció gracioso.

--Estás de muy buen humor hoy --comento un tanto sorprendida-- eso es bueno.

--¡Esto de verdad está bueno! --dijo con evidente emoción.

--Me alegra que lo estés disfrutando --digo satisfecha--. Yo ya estoy llena, y ahora iré a limpiar mi habitación.

--Me parece una excelente idea --comentó mirándome--. Aunque realmente no hay mucha suciedad allí, pero sí hay ropa tirada por todas partes --dicho esto rodó los ojos, mientras que yo la observo con sorpresa.

--¿Estuviste husmeando en mi habitación?

--Por supuesto que no, solo fui a revisar que todo estuviera en orden --aseguró con simpleza.

--Es lo mismo, mamá --hablo con voz calmada y sin estar enojada.

--¿Ahora me impedirás que entre a una habitación de mi propia casa? --indagó con una expresión dramática en su cara.

Suspiré al tiempo que cerraba mis ojos unos instantes.

--No, madre. No he dicho eso.

--Eso pensé --dijo mientras sonreía con la boca cerrada--. ¿Segura que ya estás satisfecha?

--Sí, ya lo estoy --afirmo y noto que está más relajada que de costumbre--. ¿Pasa algo, mamá?

Levantó la vista y me miró con ojos muy abiertos, como si mi pregunta le causó una gran impresión.

--De hecho, sí sucede algo --afirmó con obviedad.

--¿En serio? ¿Por qué no me lo has dicho? --indago interesada.

--Porque tú ya lo sabes.

--Mamá, ¿de qué es...? --detuve la pregunta antes de terminarla, definitivamente no podía con tanto--. Está bien, subiré ahora a mi cuarto. Buen provecho, mamá.

La vi observarme como si me hubiera vuelto loca antes de darle la espalda y empezar a andar. Y antes de salir de la cocina escuché una risa ahogada. Se está burlando de mí.

Tan pronto abro la puerta escucho mi celular vibrar sobre la mesita de noche dónde lo había dejado cargando.

La idea de que Daniel era quien llamaba atravesó mis pensamientos antes de haber visto la pantalla del móvil, para comprobar que en efecto, es él.

--¿Te desperté?

Su voz dulce y salpicada de preocupación movió algo dentro de mí, como era usual que ocurriera, aunque no estoy segura de qué es lo que tiembla en mi interior cuándo lo escucho o cuándo él está cerca, pero es una sensación electrizante que me recorre por entera y me hace sonreír sin que lo quiera.

--No lo hiciste --respondo risueña.

--No quise llamarte cuándo me levanté porque era muy temprano y creí que no estarías despierta --le escuché decir.

--¿Por qué te levantaste tan temprano un sábado? --indago curiosa.

--Mi tío me pidió que le ayudara con algunas cosas, ya sabes que está herido en una rodilla --suspiró con cansancio y escucharlo hizo que mi corazón se estruje.

--¿Y qué tal le van los calmantes?

--Lo he visto tomárselo, pero no creo que eso sea suficiente --soltó aire ruidosamente por la nariz-- él necesita ir a un hospital, pero no hay forma humana en que pueda convencerlo de ir hasta allí.

Siento pena por Daniel y por su tío. Ha de ser frustrante encontrarse en esa situación.

--Oye, ¿qué tal si llamas a emergencias y le explicas a alguien lo que ocurre? Tal vez envíen paramédicos que puedan revisar su rodilla.

--Mmmm... esa es una buena idea, y podría resultar si estuviéramos hablando de otra persona, menos ermitaño y raro que mi tío --dijo tratando de parecer relajado.

--Vaya --esta vez soy yo quién suspira sonoramente-- lamento que sea tan complicado.

Él guarda silencio más del tiempo acostumbrado, entonces intento articular
alguna oración pero su voz me interrumpe.

--Oye, no te preocupes demasiado por eso -- me dice con una voz dulce y cantarina-- él se va a mejorar, siempre termina curando solo sus heridas.

--Oh, eso suena realmente triste --respondo sintiéndo más pena por ese pobre hombre.

--¿Qué tal ha estado tu mañana? --sé que el cambio abrupto sobre el tema de su tío es solo para que no me ponga más sensible de lo que ya estoy.

-- Bueno, preparé el desayuno y estuve comiendo muy a gusto hasta que mi madre creyó que sería divertido burlarse de mí, y bueno, ahora estoy en mi habitación.

Recojo las prendas sucias que he acumulado, sin darme cuenta en un mueble y me dirijo hasta el canasto dónde deberían haber estado siempre.

--Creo que exageras, tu mamá no se burlaria de ti.

--Créeme que lo hace --afirmo riendo irónicamente-- y le fascina.

Escucho como ríe despreocupado y las locas mariposas de mi estómago revolotean intensamente con ese simple gesto.

-- Me cuesta creer que hablamos de la misma persona.

--Disculpa --digo falsamente ofendida-- ¿te cuesta creer? Entonces te pondrás de su parte y me dejarás a mí como la mala, ¿no es así?

Daniel ríe ruidosamente lo cuál me hace abrir la boca sorprendida.

--¡¿Qué es tan gracioso?!

--Tú --respondió entre risas-- nunca te imaginé haciendo berrinches.

--Y eso, por lo visto, te causa mucha gracia --digo, tratando de entender qué tiene eso de gracioso.

--Es que suenas adorable -- afirmó estando más calmado-- ya imagino lo hermosa que luces así.

--Ajá, y piensas que creeré eso --sigo con el juego.

--Deberías creerlo, es la verdad --su voz sonó serena y confiada.

--Te creeré solo porque sí soy adorable y eso es evidente, lo de hermosa, pues, ni dudarlo.

--Uy, cuánta modestia...

Inevitablemente termino riendo tras ese comentario y su risa tampoco se hizo esperar.

--Oye --nos hemos calmado y su voz me hace regresar la atención al móvil-- ¿estás nerviosa?

No hizo falta que explicara nada, entiendo perfectamente a qué se refiere.

--No lo estaba, pero ya hiciste que me pusiera --le reclamé.

--Me agrada saber que ahora no soy el único --dijo sonando aliviado.

--¡Eres un tramposo! --lo acuso y él ríe divertido.

--No lo soy --negó.

--Sí lo eres --afirmo sonriente. Entonces tengo que mirar la pantalla de mi celular cuándo ésta se a encendido, y veo el nombre Carrie en ella--. Estoy recibiendo una llamada de Carrie justo ahora.

--Entiendo, te llamaré cuándo esté de camino a tu casa.

-- De acuerdo --respondo emocionada.

--Nos vemos a las cinco.

--Nos vemos a las cinco --repito tontamente.

Me apresuro a contestarle a Carrie una vez mi conversación con Daniel a terminado.

--Hola --respondo, aún con la respiración agitada.

--Vaya, todavía eso no es oficial y ya me olvidaste --reclamó sin alzar la voz.

--Vaya, alguien despertó dramática hoy --respondí imitando su tono.

--No soy dramática --se defendió-- ahora, escupe todo.

Comienzo a detallar cada cosa que ocurrió en la cena de anoche con Daniel y mi mamá. Intento no omitir nada porque siento que no hay detalle insignificante.

--Entonces, ¿no le preguntaste qué cómo se enteró de lo que pasó con Vanessa?

--Ahora que lo mencionas, no sé porqué no lo hice --digo sintiéndome tonta-- estába tan felíz de que él no estaba enojado, que olvidé todo lo demás.

--Sí, también estoy felíz por eso --afirmó.

-- Lo sé --afirmo-- ¿y qué tal estás?

Unos segundos de silencio transcurren seguidos de un largo suspiro.

--No dormí bien anoche --terminó respondiendo.

--¿Y eso porqué? --cuestiono con interés.

Una vez más pareció que estaba pensando en la respuesta que me daría, lo cual me resulta ciertamente extraño. Carrie no es el tipo de persona que piensa mucho antes de hablar.

--Creo que tal vez se deba a una extraña película que vi antes de acostarme.

--¿Qué película?

-- No recuerdo el nombre, pero es sobre una aplicación que te dice exactamente el día en que morirás.

--Eso no suena tan terrorífico --comento.

--Y no lo es, amenos que te diga que morirás en las próximas seis horas y que desde ese momento seas víctima de sucesos extraños y paranormales.

--Espera, ¿esa aplicación existe? --cuestiono confundida.

-- Sí --respondió-- no estarás pensando que yo descargué esa aplicación, ¿o sí?

--Pensé que lo habías hecho porque estas extraña, ¿sabes?

--Estoy bien, Carliti --afirmó para intentar tranquilizarme, sé qué algo le pasa aunque no me lo diga--. Intentaré dormir un poco.

--¿Al menos desayunaste algo? --pregunté sin ocultar mi indignación.

--Por supuesto --se apresuró a responder en tono ofendido pero sin sonar enojada-- ya te dije que estoy bien.

--Mmmm...

--Si me disculpas, tengo una siesta qué dormir.

--Yo también tengo cosas qué hacer.

--Elegir qué usarás para tu cita, lo sé --dijo en tono monótono.

--Soy alguien con ocupaciones, muy distinto a cierta personita... --continúe con el mismo hilo de comentarios odiosos.

--Sí, claro --dijo en tono sarcástico--. Hablamos más tarde --ésta vez habló con normalidad-- suerte en tu cita.

--Qué descanses --me despedí. Dejé el móvil sobre el tocador y abrí las ventanas para ventilar la habitación.

No había ropa por todas partes como había dicho mi madre. Pero no me sorprende que haya exagerado con eso.

Me tomó más de dos horas terminar con toda la limpieza. Levanté y sacudi alfombras y hasta moví algunos muebles de lugar. Llevaba mucho sin hacer una limpieza profunda y no sabía cuándo tendría ánimo otra vez así que aproveché toda esa energía que no tengo idea de dónde salió para dejar mi habitación impecable.

Cambié las cortinas de las ventanas y todas las sábanas de mi cama, puse otra alfombra en el baño dónde también dediqué tiempo a desinfectar cada rincón.

Fue casi al medio día que bajé a dejar los utensilios de limpieza y un olor delicioso inundó mis fosas nasales.

--Serviré el almuerzo --me informa mamá cuando estoy atravesado la cocina-- ¿te falta mucho?

--Me voy a dar una ducha --respondí sin dejar de caminar-- no tardaré.

Siento mi estómago vacío, como si no hubiera comido nada en todo el día. Pero estoy bañada en sudor y jamás podría sentarme a comer oliendo tan apestosa, y pensando en esto entro al baño y me desvisto con prisa. No planeo durar mucho bajo el agua, pero tan pronto abro la ducha siento lo fresca que está el agua y me relajo para disfrutar de ella.

Hoy es mi primera cita con Daniel, estoy nerviosa, ansiosa y también feliz. Pero trato de no mostrar mis emociones a flor de piel.

Después de terminar mi conversación con Carrie me quedó la sensación de que me oculta algo. Estoy segura que esa película no le provocó insomnio, si nisiquiera recuerda el nombre. Pero por otro lado pienso que ella no me ocultaria nada, no tiene por qué hacerlo, así que probablemente ya esté teniendo una impresión equivocada de la realidad.

Tardé veinte minutos debajo de la ducha, sintiéndome limpia y cómoda salí del baño. Me vestí con ropa ligera y abandoné la habitación.

--Creí haber escuchado que no tardarias --comentó mi madre tras mi aparición.

--El agua está increíblemente deliciosa --respondí en mi defensa.

Mamá no dijo nada y puso sobre la mesa un recipiente con pechugas de pollo al horno con un relleno de salsa de espinacas y queso cheddar.

Almorzamos en un agradable silencio. La comida estaba exquisita y ambas estábamos hambrientas por lo que durante un rato solo se escuchó el sonido de los cubiertos contra la vajilla.

--¿A qué hora vendrá Daniel a buscarte?

--A las cinco --mi madre asiente y toma su vaso de jugo.

--He pensado en hacerle una visita a su tío, con eso de que no pudo asistir a la cena por el golpe en su rodilla, me gustaría que fuéramos hasta allá.

Me sorprende que mamá esté tomando de tan buena manera mi relación con Daniel. Pero que quiera ir hasta su casa es casi increíble. Pero no muestro la impresión que me provoca su buena voluntad, sino que muevo la cabeza afirmativamente.

--Me parece una buena idea. Se lo comentaré a Daniel primero, creo que su tío es algo solitario, por lo que me ha dicho.

--Sería más cómodo para ellos mudarse más cerca del pueblo, pero si es una persona solitaria se explica que viva tan lejos de la civilización.

--Sí, eso tiene lógica --comento.

--La pregunta es, ¿por qué? --mi madre me mira como si esperara una respuesta, mientras yo la miro con el ceño fruncido-- ¿No te ha dicho Daniel el motivo por el que es así su tío?

--No, no lo ha hecho --respondo--. Tal vez es solo por que le gusta el bosque y prefiere vivir rodeado de árboles en lugar de personas.

--Siempre hay un motivo por el que una persona se aleja de sus semejantes, algo los hace desconfiar, y por efecto dejar de socializar --afirma.

>>Sí, eso lo tengo comprobado. Tú eres el vivo ejemplo, madre<<. Pienso.

-- Ya quieres hacerle una sesión al pobre hombre --digo sintiéndo pena por él.

--Me intriga un poco que alguien decida vivir así de aislado, tan lejos de hospitales, supermercados y cualquier lugar donde le puedan brindar ayuda en caso de necesitarla --explicó-- Pero tampoco pienso entrometerme más de lo debido.

--¿Más de lo debido? --pregunto con el ceño fruncido.

--Sí --respondió con calma-- más de lo debido.

Respiro hondo en señal de resignación. No podré hacer nada para evitar que mi madre logre su objetivo. De hecho, creo que fui tonta al no premeditar que algo como esto podía ocurrir. Pero, no puedo esperar que mi madre cambie radicalmente de un día para otro. Es mejor aceptar que ella no estará completamente tranquila hasta conocer al solitario tío de Daniel.


Daniel

Estoy de pie frente al espejo, observo la imagen de mí mismo, sintiéndome satisfecho del resultado. No estoy vestido de gala ni para ocasión de elegancia, porque lo que tengo pensado es algo informal, algo así como un picnic. Puse en una cesta todo lo necesario, incluyendo comida, bebidas, un mantel y un repelente contra insectos. Mi tío tiene muchos frascos de repelente, siempre lo necesitamos por vivir en un lugar húmedo y rodeado de árboles, entonces asumo que en el parque mirador hay bastantes mosquitos también.

Salgo de mi habitación y antes de salir de casa agarro la canasta de encima de la mesa de la sala. Son las 4:30. Tengo media hora para llegar a casa de Carley, y aunque no me tomaré todo ese tiempo, es mejor salir ahora pues nunca se sabe que inconveniente se pueda presentar.

Estoy en el exterior, bajo los escalones de madera para dirigirme al auto.

--¿Ya te vas?

Escucho hablar a mi tío que está sentado en un sillón viejo a un costado de la casa.

--Sí, ¿por qué? --me detengo de andar para prestarle atención--. ¿Necesitas algo?

Él me observa en silencio y yo lo miró intentando entender lo que me dicen sus ojos, pero es difícil interpretarlos, él no es alguien sentimental y su mirada es fría e inexpresiva la mayor parte del tiempo. Por esa razón me intriga el brillo que ahora hay en ellos.

--No hagas demasiadas tonterías por esa chica --tras decir esto agachó la mirada por un momento-- Sé que saliste la otra noche en el auto --estoy sudando frío justo ahora, ¿qué tal si me prohíbe salir por haberme escapado la otra noche?

--Tío yo...

--Tú, eres un chico que se ha enamorado por primera vez --me interrumpió-- No tienes que explicar nada, solo espero que esa chica sea lo que realmente piensas.

Me cuesta entender por qué me ha dicho esto, de verdad no lo entiendo. Y me quedo estático, mirándolo sin saber qué responder.

--Anda, vete. No debes llegar tarde a tu primera cita.

--Tienes razón --respondo sin salir completamente del trance que me han provocado sus escasas palabras-- trata de no lastimarte.

Es lo último que digo antes de caminar hasta el auto y alejarme de allí.

Él no conoce a Carley y me molesta que hable de ella como si así fuera. Pensé que me daría un consejo sobre relaciones amorosas y no que insinuaria que Carley no es una buena chica. Son estos pensamientos los que me acompañan en todo el trayecto, pero los hago a un lado cuándo estoy apunto de llegar a casa de las Jacobs. No quiero mostrar una mala cara.

Detengo el auto y me quedo por unos segundos mirándo a la nada, respirando hondo y soltando el aire lentamente. Después de repetir el mismo proceso varias veces me bajo y camino hasta la entrada. Miro mi reloj mientras espero que alguien abra la puerta.

4:50pm.

Y al subir mi cabeza, casi inmediatamente aparece frente a mí una figura delgada, de pelo rubio y ojos verdes. La señora Mila. Y me recuerdo mentalmente que me pidió llamarla Mila solamente.

--Hola, Mila --se siente tan raro escucharme diciéndole solo su nombre.

--Hola, Daniel --responde sonriente-- pasa, por favor --me invitó amablemente.

--Muchas gracias.

Me agrada mucho esta casa, todo está en su lugar y se respira un aire tan fresco, delicioso.

--Ponte cómodo --dijo y me indicó un amplio mueble. Noté como miraba la canasta cuando la coloqué en el piso--. ¿Se irán de picnic?

--Sí. Pero Carley aún no lo sabe -- respondo sonriendo.

--Ah, entiendo --responde y sonríe-- es una sorpresa.

Asiento con la cabeza.

--¿Quieres tomar algo mientras esperas? Hace rato preparé una jarra té frío --comentó cordialmente.

--No tiene que molestarse --respondí tratando de rechazar su ofrecimiento, cosa que no conseguí.

--Por supuesto que no es molestia --aseguró-- traeré un vaso para mí también, así estarás más cómodo.

No me quedó más remedio que asentir, después de todo no tenía ningún caso negarme.

Escasos minutos más tarde la veo regresar, trayendo como dijo, dos vasos en un pequeña bandeja.

--Es de manzana --dijo al tiempo que extendía un vaso hacia mí-- mi favorito.

Primero probé el contenido del vaso, me resultó agradable y refrescante, perfecto para combatir las altas temperaturas del verano.

--Está muy bueno --dije complacido.

--Sí, es muy bueno --afirmó la madre de Carley-- no estoy segura de cuántos litros preparo al día --confesó-- me gusta tanto que me estoy volviendo adicta.

Su confesión me hizo mucha gracia y ambos reímos. Nunca imaginé que me resultaría tan agradable la madre de Carley, y ahora estamos aquí riendo y conversando como si tuviésemos años de amistad. Y pensar los golpes que ha recibido de la vida, seguro llevaban muy poco tiempo de casados cuándo su esposo murió; y entonces quedó sola, con una niña que sería únicamente su responsabilidad en medio de un dolor tan desgarrador. Es bueno verla sonreír apesar de todo eso.

--¿Daniel? --ambos volteamos a ver a Carley quién parada a mitad de la escalera nos observa confundida--. ¿Cuánto llevas aquí? ¿Por qué no me avisaste? --la última pregunta hiba dirigida a su madre.

--Daniel llegó con diez minutos de anticipación --le informó Mila a su hija, mientras tanto yo observo detenidamente cada detalle de su aspecto. Está preciosa, se hizo un peinado diferente, me parece que en los años ochenta lo usaban, y su vestido es también de ese estilo. En su cara no veo mucha diferencia aparte del labial en tono rosado. Está realmente preciosa--. Pensé que no estarías lista, y para que no te sintieras presionada le ofrecí una bebida y así charlamos un poco --Carley aún estaba en el mismo lugar y con el ceño un poco fruncido--. Descuida, no le dije nada vergonzoso sobre ti, ¿verdad que no lo hice, Daniel?

--No, no lo hizo --afirmé con una media sonrisa, no negaré que me estoy divirtiendo un poco.

--¿Lo ves? Sólo teníamos una bonita y civilizada conversación --agregó Mila y se puso de pies para levantar la bandeja con los vasos.

Carley retomó su descenso por las escaleras y yo también me pongo de pies para recibirla.

--Estás preciosa --le dije en voz baja cuando estuvo suficientemente cerca y ella me dedicó una hermosa sonrisa y unos colorados cachetes.

--Llevaré esto a la cocina --habló la señora Mila en un tono más bajo y neutro-- ustedes ya vallan a su cita, y no duden en llamarme si necesitan algo.

--Ésta bien, mamá --dijo Carley, se acercó y le besó en la mejilla.

--Muchas gracias --dije sintiéndome agradecido por la forma en que me trata tomando en cuenta el poco tiempo en que me conoce--. Gracias por todo.

--No tienes que agradecerme --aseguró ella--. Eres un gran chico y me alegra haberlo comprobado --dicho esto sonrió cálida y dulcemente.

La señora Mila siguió su trayecto a la cocina y Carley y yo salimos de la casa y emprendimos nuestro pequeño viaje hasta el parque mirador.

Dejamos el viejo auto de mi tío en el área de parqueos antes de entrar al parque, allí solo se permite acceder en bicicleta y a pie.

--Buscaremos un lugar tranquilo donde sentarnos --le dije a Carley y ella asintió.

Tendi el mantel bajo un árbol muy frondoso, el terreno está completamente llamo y no hay personas cerca.

--Así que planeaste un picnic --Carley me mira con una sonrisa y sus ojos brillosos-- eres muy creativo.

--Sí, claro, no te burles.

--No lo hago --afirmó-- lo estoy diciendo en serio.

--Entonces, ¿te gusta? --pregunté expectante.

--¡Por supuesto que me gusta! --afirmó con alegría.

--Y yo estoy felíz de que sea así --respondí igual de contento--. ¿Tienes hambre? Tenemos queso, jamón cocido, una porción de lechuga y tomates rebanados, además de pan francés y un pequeño pastel de pasas.

Carley parecía impresionada y me causa gracia ver como su boca forma un perfecto círculo.

--¿Qué quieres probar primero?

--El queso se ve cremoso, el jamón luce tierno y jugoso, los vegetales frecos y el pan tiene apariencia de estar suave y delicioso --termina su discurso y se me queda viendo con una sonrisa tímida en su cara.

Rio sonoramente, me causa tanta gracia y ternura su cara.

--Entiendo, estás hambrienta. Te serviré de todo un poco --lo sirvo todo en un plato y se lo entrego, ella me agradece de vuelta-- también tengo hambre --confieso para que ella deje de sentirse avergonzada, todo esto es para ella y quiero que lo disfrute.

--Lo dices solo para hacerme sentir mejor.

--Sí --reconozco-- pero no estoy mintiendo, mi última comida fue el almuerzo y de eso hace más de cuatro horas.

Decido servir un plato para mí, escogiendo de todo lo que hay, igual que con el plato de Carley. Termino con eso y levanto la vista para encontrar sus ojos puestos en mí. Otra vez nuestras miradas se encuentran como a ocurrido tantas veces desde el día en que nos conocimos.

Es un momento de conexión en qué no hacen falta palabras, tan extraño y hermos; no podría describirlo de otra manera.

Pasado no sé qué tiempo ella es quien sonriendo baja la mirada y la enfoca en el plato que tiene en las manos y se lleva un trocito de queso a la boca.

La imito y empiezo a comer sintiéndome infinitamente afortunado.

Carley

Juro que estoy sorprendida de que no me he atragantado en el intento de comer mientras siento mi corazón, estómago y cabeza danzando sincranizados. Estoy ansiosa y apunto de tener un ataque de nervios, pero debo aparentar serenidad, Daniel está muy tranquilo luciendo cómodo y yo no puedo bien sostener el plato.

Calma Carley. Respira...

--Tenemos jugo de naranja y de fresas --dice Daniel-- ¿cuál prefieres?

--¿Por qué hiciste dos tipos de jugo?

--No sabía cuál te gusta más, y algunas personas son alérgicas a las fresas --explicó-- aunque de verdad espero que tú no lo seas.

--No lo soy --aclaro-- pero prefiero las naranjas antes que las fresas, de hecho las prefiero antes que cualquier otra fruta.

--Entonces serviré un refrescante vaso de jugo de naranjas para ti y un delicioso vaso de jugo de fresas para mí.

Recibo mi vaso después de hacer a un lado el plato vacío. El sol se está ocultando por un extremo del azulado cielo, en el parque hay todavía muchas personas, familias completas, grupos de amigos y una que otra persona solitaria leyendo o caminando sin rumbo aparente.

--Carley --mi corazón da un salto al escuchar a Daniel llamarme.

--¿Sí?

Él sonríe pasando una mano por su cabeza mientras yo ruego para que nadie a mí alrededor escuche los sonoros pálpitos que se producen en mi tórax.

--Yo... --se detiene y cierra los ojos un instante-- definitivamente no soy bueno para esto --su vaso ya está vacío y él lo deposita en una bolsa para luego acercarse más a mí. Toma una bocanada de aire y me mira directo a los ojos antes de continuar-- tampoco estoy seguro de cuáles son las palabras correctas, solo diré exactamente lo que estoy sintiendo ahora mismo --trago grueso y lleno mis pulmones de aire. Menos mal que no estoy parada--. Pero algo dentro de mí me hace sentir seguro de que es mucho lo que te quiero y que tendrían que pasar cosas inexplicables para que deje de hacerlo --yo aprieto mis labios y mis párpados en un vago intento por no derramar las lágrimas que se han acumulado en mis ojos-- y sé que somos muy jóvenes y que la vida da muchas vueltas -- Daniel busca mis manos y las sostiene entrelazando nuestros dedos-- pero quiero que apartir de hoy mi historia este ligada a la tuya y que si tengo que dar un millón de vueltas mi corazón siga sintiendo la paz, la felicidad y la conexión que hay entre tú y yo.

--¡Dios! --en este punto no pude prolongar más lo inevitable y dejé a mis ojos liberar el peso de unas lágrimas que rozan mis mejillas antes de caer a tierra.

--¿Quieres ser mi novia?

Todas las emociones se me han atravesado en la garganta evitando que pueda hablar, ¡Dios! Nunca había estado tan feliz y emocionada. Es una escena surrealista la que estoy viviendo ahora.

--Di que sí, por favor --dijo Daniel con voz suplicante y ví un atisbo de temor en sus intensos ojos azules.

--¡Sí, si quiero!

En milésimas de segundos ya estaba siendo rodeada por sus brazos y siendo elevada en el aire. Correspondí abrazandolo también, tal vez no con la misma fuerza que el ejerce, pero sí con todo el amor que ha crecido en mí sin que pudiera haberlo evitado.




















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En el texto hay: misterio romance familia amistad

Editado: 18.08.2024

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