Terrible elección

13. Layla Brooks

*MADIE*

Los cinco minutos de mi alarma se prolongaron a treinta minutos.

- Madie. ¡Ya despierta, se te hace tarde! -gritó mamá.

Me levanté a regañadientes pero me golpee en el dedo chiquito con el borde de la cama.

- Estúpida cama. -maldije.

Caminé al baño, me duché, contuve unas ganas inmensas de gritar por el dolor. Salí del baño, me puse el uniforme, tomé una bandita y la puse en mi dedo, calcé mis zapatos y bajé a desayunar.

- Madie ¿Que te sucede hija? -se acercó con preocupación. - ¿Te duele algo? ¿Tienes cólicos? Te daré una pastilla.

- Mamá, no me duele el estómago, me golpee en el dedo.

- Debes tener mas cuidado. Creí que estabas enferma, cariño.

- No mamá, estoy bien. -me senté a desayunar y tomé mi malteada.

Cuando terminé me lavé los dientes y me despedí de mis padres.

Saqué mi auto de la cochera y conduje a la escuela, en menos de 10 minutos ya estaba aparcando el auto en el estacionamiento del Instituto. Cuando llegué vi a Simon en una de las bancas, me acerqué a el, me abrazó y entramos.

- ¿No ha llegado Jamie? -le pregunté.

- Jamie no vendrá a clases, su hermanito la contagió de gripe y está en casa con temperatura.

- Que mal, le enviaré un mensaje cuando terminen las clases.

En el trayecto a mi casillero Simon y yo platicamos un poco sobre su "amor no correspondido" por Jamie.

- Bueno Madie, te dejo. Tengo clase de física y ya conoces al profesor Peyton. -Hizo una mueca.

- Claro. Adiós Simon.

- Adiós Mad.

Tomé mis libros de álgebra y mi calculadora científica, faltaban diez minutos para que empezará mi clase, cerré mi casillero y me encontré a Layla Brooks, sacudió su horrible pelo tenido de naranja, me echó un vistazo fulminante de arriba hacia abajo e hizo una mueca.

- ¿Hola? -Dije. Mas que un saludo fue una pregunta, se recargó en el casillero y apoyó su pie.

- ¿Que te parece si nos ahorramos los saludos, Madeline? -Sonrió hipócritamente. - Tenemos mejores cosas que hablar.

- ¿Tú y yo? ¿Mejores cosas que hablar? -pregunté sarcásticamente. -Quieres explicarte.

- No te hagas la desentendida, niña. Supe que tú eres la culpable de que quedara fuera del juego.

Solté una carcajada mental, es increíble que esté aquí para reclamarme por un estúpido juego de paintball.

- Si, es cierto. Pero fue sólo un juego. -respondí. - Y si me disculpas, tengo que irme. -justo cuando iba a dar un paso sujetó mi brazo con fuerza y me quedé inmóvil.

- Como te dije, tenemos mejores cosas de que hablar. Por ejemplo... George. -Abrí los ojos con sorpresa.

- No... no tenemos nada que hablar de George. -titubee.

- Por favor, Madeline. No soy idiota, se que George está enamorado de ti y todo el Instituto no tardó en darse cuenta, sino ¿Por qué rayos hizo todo eso en el juego de paintball? -dijo irónica.

- Yo no...

- Cállate. -demandó. - Voy a decirte esto una sola vez, aléjate de él o si no haré tu vida miserable.

- ¿Quieres intimidarme? -la miré incrédula.

- Tómalo como quieras, Thompson. Estás advertida. -Gritó mientras se alejabañ por el lado opuesto del pasillo.

La sangre me hervía de rabia, mis manos estaban hechas puños, no puedo creer que Layla fuese capaz de amenazarme, se que ella está enamorada de él y lo acosa pero George es su primo.

Apresuré mis pasos, vi a George en su casillero, tal vez notó que pasé junto a el porqué escuché un portazo.

- ¡MADIE, ESPERA! -Gritó.

Lo ignoré y llegué al salón, George no toma esta clase conmigo. Me senté hasta adelante, el profesor Williams, un señor como de sesenta años encendió el proyector para dar la clase con diapositivas.

Voltee a la puerta y vi a George recargado en ella, fruncía el ceño y su boca se movía haciendo mímica para hablar, se notaba insistente. Tenía que ignorarlo pero no pude.

"Adiós atención en álgebra"

Hice como si estuviera escribiendo en mi cuaderno hasta que George se fue.

 

 

(****)
 


 

- ¡¿QUE ESA ZORRA HIZO QUE?! -gritó Jamie con voz ronca y retiré el móvil de mi oido.
- Lo que escuchaste, me amenazó, dijo que si no me alejaba de George haría mi vida miserable.

- Yo la mato ¿A que clase de enferma se le ocurre enamorarse de su primo? ¡Son primos! P-R-I-M-O-S. Apuesto a que hay algo mal en su cabeza.

- No lo se, no estoy metida en la vida de Layla.

- ¿Y en la vida de George? -rió y emitió un chillido como una niña de diez años. Rodé los ojos.

- A mi no me importa lo que George haga o deje de hacer. -respondí molesta.

- No parecias decir eso ayer que cambió las reglas del juego y casi intentó besarte.

El rubor se apoderó de mi rostro, recordar todo lo que pasó ayer me pone de nervios, ese chico hace que mi cabeza se vuelva un caos. A lo lejos divisé a George trotando hacía mi.

- Tengo que colgar, George viene.

Guardé mi móvil, llegó a mi mesa, fingí estar leyendo, se sentó junto a mí y mi pulso se aceleró.

- ¿Que haces aquí, George? -dije en voz baja.

- Lo mismo me pregunto yo ¿Que te sucede? Me ignoraste por completo y no se, me siento culpable. -hizo un puchero.

- ¿Culpable? -exploté. - ¡¿Tu te sientes culpable?! Yo me siento aún peor, después de lo que pasó ayer en el juego, rompiste las reglas, me ayudaste a ganar, no te di las gracias y ahora debo mantenerme lejos de ti porque tu estúpida prima me amenazó y....

- ¿Layla te amenazó? -Preguntó sorprendido ante mi confesión. Agaché la mirada y me quedé callada. -Madie...

Tomé mis cosas dispuesta a irme pero George tomó mi cintura y me mantuvo junto a él.

- Suéltame George. -advertí. -

- No lo haré, Madie. Quiero saber ¿Porqué te amenazó? -Subió y bajó sus manos en mi espalda y mi cintura, sentí pequeños calambres dentro de mi, iba a perder el control si seguía haciendo eso.

- ¿Porqué no se lo preguntas a ella?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.