Terrible elección

14. Cita en casa

*GEORGE*

Después de aclarar el malentendido en el Instituto, invité a Madie a venir a mi casa, por un momento creí que se negaría o declinaría mi invitación. Afortunadamente no fue así.

Entramos a mi casa, dejamos nuestras mochilas en el piso y entramos a la cocina, Madie se recargó en la barra y yo lave mis manos.

- Entonces... ¿Que va a preparar, chef Blaise? -Cuestionó, soltó una risita, ese tipo de gestos de Madie me encantan.

- Déjese sorprender por mi, señorita Thompson. Prometo que le gustará.

Busqué en el refrigerador queso, puré de tomate y algunos embutidos y saqué de la alacena harina, levadura, aceite y sal que era lo que me faltaba para preparar la pizza.

Tomé un recipiente e hice la mezcla con la harina y los demás ingredientes para hacer la masa, esperé a que estuviera seca y comencé a amoldarlo. Madie estaba bastante atenta, seguramente quería saber que estaba haciendo.

- Déjame ayudarte George. -Dijo detrás de mi.

- Claro. -Le dije.

Se lavó las manos y se puso el delantal de mamá que honestamente le queda muy bien.

- Que te parece si me ayudas a hacer el molde para la pizza. Tiene que estar seca la masa para poder amoldarla.

- ¿Cómo? -Preguntó. Me acerqué a Madie, le indiqué que tomará la masa y le hice la demostración de como hacerlo, me puse detrás de ella y entrelacé mis manos con las suyas, la masa estaba tomando forma, giró de forma repentina y nuestros rostros quedaron a milímetros.

"Joder, quiero besarla"

Pero descarté esos pensamientos de mi cabeza.

Cuando terminó, añadí el queso, el puré de tomate y Madie cortó en trozos los embutidos, los agregamos en toda la pizza y la metimos al horno.

- ¡Por Dios! Nunca me imaginé que fuese así de tardado hacer pizza. -Me giré y vi a Madie lavando lo que ensuciamos.

- No es tan tardado, sólo necesitas aprender ingredientes y memorizar como se hace, eso es todo.

- Hacer pizza es todo un desafío para mi, George. -Se quitó el delantal y me lo entregó, lo lancé en algún lugar de la cocina y me acerqué a ella.

- Me gustan los desafíos. -Dije en un susurro.

- A mi no, George. -Dijo con voz nerviosa.

- A mi me gustan. Y tu eres como un desafío. -Tomé su cintura y la atraje a mi. Puse un mechón de su pelo detrás de su oreja y susurré: -Por eso me encantas. -Rocé mis labios en su mejilla, quería tocar sus labios y besarla pero el ding del horno nos sobresaltó.

Exhalé fuertemente, saqué la pizza. Madie sacó dos platos y dos vasos de la alacena y los llevó al comedor.

Comimos en un incómodo silencio, mis padres llegaron a las cuatro de la empresa y se sentaron con nosotros para comer.

Cuando terminamos, Madie y yo lavamos los trastes e iniciamos una guerra de espuma a la que mi madre se incorporó de inmediato y los tres terminamos cubiertos de espuma de jabón.

Saqué una toalla de la alacena y me acerqué a Madie, limpié su rostro que tenía unas manchas de detergente, cerró los ojos y admiré su cara, recorrí con la toalla sus cejas, sus pestañas, rocé sus mejillas y llegué a sus labios. Escuché un murmuro y me percaté que mi madre aún estaba aqui, hizo un puchero y salió sonriente de la cocina

- ¿George, Aún tengo espuma? -preguntó Madie.

- No, no. Ya terminé. -Titubee y aclaré rápidamente mi garganta.

- Creo que debo irme. Es un poco tarde y tenemos tarea por hacer.

- Claro. Te acompaño a la puerta. - Hice un ademán para que pasará primero y la seguí por detrás.

Mi madre se acercó a Madie y se despidió de ella, al igual que mi padre. La acompañé hasta su auto, le ayudé a subir y cerré su puerta.

- Gracias por la pizza, me la pasé muy bien. - Sonrió.

Mi corazón se aceleró mil latidos lo minuto, era la primera vez que Madie me hacía saber que estuvo feliz conmigo.

- No tienes más que agradecer preciosa. - Sonreí.

- Hasta mañana. -Dijo.

- Nos vemos mañana. - Arrancó su auto y la vi marcharse.

Entré a casa y subí a mi habitación y a los pocos minutos le mande mensaje a Madie para cerciorarme que había llegado bien a su casa y me respondió al instante, encendí mi computador hice tarea pero por más que traté de concentrarme no podía dejar de pensar en ella.
 




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